FESTIVAL DE VARIEDADES DEL HOSPITAL BORDA: DESESTIGMATIZAR LA LOCURA Y LA CULTURA

Entrevista a Rodrigo Peiretti

FESTIVAL DE VARIEDADES DEL HOSPITAL BORDA: DESESTIGMATIZAR LA LOCURA Y LA CULTURA

Por Javier Tucci

Con más de 80 ediciones realizadas durante casi una década, el proyecto intenta entrelazar a los artistas que vienen de “afuera” con los pacientes artistas (a partir de ahora usuarios) que se desenvuelven en varias ramas del arte como la pintura, la poesía y la música.
PPV charló con su coordinador, Rodrigo Peiretti.

¡Quereme así piantao, piantao! Paredón y después, Barracas y el sur, un trozo de este siglo continuado entre el XX y el XXI, nomenclaturas químicas de algunos seres que siempre estarán para caracterizar y brindar posibilidades en este juego que, por momentos, te deja sin aire. Uno de esos seres que, obvio, no está sólo a la hora de atravesar los muros que separan las veredas de la realidad para hacerlas una, es Rodrigo Peiretti. Un laburante de la cultura que, desde hace poco menos de una década, coordina una de las experiencias más igualitarias e inclusivas de las diferentes propuestas culturales que ofrece el Hospital Interdisciplinario Psicoasistencial José Tiburcio Borda.

PPV visitó a Peiretti en su departamento, un taller abarrotado de trajes, muñecas y títeres hechos por él, emplazado en lo que muchos todavía llaman la zona del grupo Florida -sin percatarse los floridos que en su mundo habitaba un artista de Boedo-. Pero no solo fue una visita, sino que fuimos más allá. Atestados de cordura insolente, accedimos a los umbrales del Borda. Y entrelazados con sus artistas en ese “adentro y afuera” que no existe, o que se intenta derribar para sanar las heridas de un mundo que toma a la locura como el peligro que debe encerrarse, nos dejamos atravesar por las puertas de la percepción gracias al amigo Charles Manso (cantante y guitarrista platense de bandas como La Ira del Manso y Los Perceptibles), quien nos brindó el convite.

La locura nunca tuvo maestro

Rodrigo Peiretti es un actor, director y performance porteño que ha pasado la barrera de los 50 pirulos y las 60 producciones teatrales, variadas en géneros y desempeños tanto en la danza, la ópera, el teatro de prosa y el experimental. Un autodidacta en el oficio de la calle, con más de treinta años en las bateas del under y que obtuvo su bautismo tempranero en las postrimerías ochentosas del Paracultural, experiencia que lo ayudó a romper con una tradición familiar religiosa. Peiretti hizo de su vida una búsqueda artística constante y sin tapujos hasta llegar al Borda, ese lugar que se erige en el sur de la ciudad de la furia como un matrimonio entre el cielo y el infierno (William Blake dixit).

Contame un poco de vos…

Soy como nací, no progresé (Risas). Ya de chiquito hacía muñecos, trabajaba con la cerámica, pintaba, cantaba y hacía shows. Provengo de una familia muy religiosa que iba todos los días a la iglesia. Y mientras los adultos se reunían y predicaban, yo me iba con otros niños y niñas y les hacía un show. Siempre me dediqué a las cuestiones artísticas porque así me salía, luego todo eso se fue convirtiendo en una profesión. De más grande me di cuenta de que siempre supe lo que quería y quién era; nunca necesité una institución para que me titule, no es que no haya ido luego a las instituciones a perfeccionarme, pero me consideraba artista antes de que alguien me lo dijera. Hoy sigo haciendo lo mismo de siempre, canciones, eventos, shows y, en menor medida, teatro. Es más, este año se cumplen 30 años de mi primer contrato teatral, algo que no hago asiduamente por el simple hecho de que se ha vuelto muy complicado, porque es algo que te quita dinero en vez de dártelo.

¿Vos venís de la escuela de los ’80?

Sí, del Parakultural, de cuando todavía no era un símbolo, sino un sótano donde convivían diferentes performances, un lugar libre donde los homosexuales como yo podíamos ir y expresarnos tranquilamente, con todo lo que significaba tener 19 años en ese período de postdictadura.

¿Y cómo llegás a involucrarte con el proyecto del Festival de Variedades que funciona en el Centro Cultural del Borda?

Lo del Borda viene porque me enteré de que hacían falta propuestas artísticas y porque ya había ido a cantar algunas veces a los 16 años, cuando realizaba propuestas de teatro infantil en la Casa Cuna y en el Hospital de rehabilitación de discapacitados. Aquello lo hacía para entretenerlos y compartir un buen rato juntos pero, además, porque necesitaba comprobar si seguía creyendo o no en Dios después de mi debut homosexual, con esas culpas que me hacían tambalear. 25 años después (2009) regresé con la información de que habían abierto un centro cultural y necesitaban artistas que se hagan del espacio. Cuando llegué, el galpón donde ahora hay pinturas por doquier y demás, era un depósito de basura. Y fue el Dr. Daniel Camarero, quien ya venía con la idea de trabajar desde el arte (teniendo en cuenta que mucho antes, desde una real resistencia, ya existía el Frente de Artistas que venía promoviendo la desestigmatización de la locura a través del arte) y pidió el espacio para poder empezar a trabajar como centro cultural contra lo manicomial. Fue así que, primero, se comenzó a trabajar desde un grupo de plástica con el objetivo de interactuar con los usuarios de salud mental, quienes de a poco empezaron a expresarse con esta idea de mezclar el “adentro y el afuera”, que no es otra cosa que un ejercicio de inclusión.

En esta parte de la entrevista hay algo que resaltar y es que el Borda no es un manicomio, sino un hospital. La diferencia está en que el manicomio no pretende la curación, es un lugar de encierro. Es más, el Borda nació como hospital, al margen de la historia oscura que todos conocemos.

¿Dónde estábamos? ¡Ahhh, sí! En el 2009 fui con la idea de quedarme por cuatro encuentros, porque me costaba muchísimo ir, y terminé quedándome cuatro meses. Luego me alejé un poco, ya con algunas conexiones adentro, y volví al cumplirse el año de la reapertura del centro cultural. Como varios artistas empezaron a querer armar diferentes performances, me convocaron desde el teatro y se realizó una primera fiesta que es un poco lo que dio origen al Festival de Variedades. Fue ahí que reenganché y empecé a trabajar en los ensayos, y le propuse a Camarero ver si se podía organizar un festival que, al día de hoy, ya lleva más de 8 años ininterrumpidos que se hacen todos los primeros domingos de mes.

¿Y cómo fue para los usuarios mentales el proceso de hacerse carne de este proyecto de desestigmatización de la cultura y la locura que significa el festival?

Para ellos es un lugar y un momento de reunión, de socialización, de aprendizajes y también un día de fiesta. Esperan ese día porque vienen bandas de música, personas del teatro, de la poesía y público en general de todas las edades y todos los géneros y porque es un espacio donde reina la inclusión. Por eso, hemos llevado a artistas travestis, a personas que fueron a hablar sobre el aborto, a artistas militantes, etc.

¿Y existe una antesala de preparación del Festival en la que ensayan o es algo más improvisado?

Hubo todo un proceso… al principio, los usuarios no querían hacer nada porque decían que los artistas éramos nosotros y ellos no. Pero luego de un tiempo de insistir mediante el juego, se fueron enganchando cada vez más y comenzaron a interesarse por participar con el objetivo de compartir con nosotros. Muchos de los usuarios son artistas, y al engancharse pudieron contagiar al resto, al mismo tiempo en que se fueron armando los diferentes talleres, que hay que recalcar, son llevados adelante desde el empuje voluntario. Y fue así como, participando y aprendiendo de los diferentes talleres, todo esto se fue transformando en el día en que mostraban sus trabajos y puestas a todos los que vienen al festi. Algo único en varios sentidos… porque una de las cuestiones que lo hacen único es el funcionamiento dentro de un Centro Cultural en un Hospital Psiquiátrico, algo inédito en el mundo.

¿Pero todo el proceso, más allá que sea una experimentación, tiene una organización pactada o cómo lo llevan adelante?

Es in-situ, está como medio aceitada la cosa. Por ejemplo, para el taller de teatro se arma una obra distinta para cada festival y sobre todo se juega mucho desde la improvisación sobre temáticas, incluso arman y ensayan la obra que harán en el festi durante el taller semanal. Además, yo me encargo de coordinar todo, de llamar a los artistas que nos visitan y de centralizar la información que otros grupos me van acercando. Por ejemplo, está el grupo “Unidas por el Borda”, que tienen un taller de serigrafía muy personalizado con los usuarios desde donde se les enseña a realizar remeras que luego se venden para que se puedan comprar audífonos o si se necesita comprar una pava para el mate. Ellas también van aportando sus artistas conocidos a la grilla, una grilla que por supuesto es flexible entre las 14 y 19hs, horario en que se realiza el festi (cabe decir que el festival se realiza cada primer domingo de mes, pero a partir del 2 de junio comenzará a regir el horario de invierno de 14 a 18hs.).

En el momento en que se da el festival, lo que hacemos es… empezó la navegación, ok, ahora veamos qué es lo que trae el mar. Entonces ahí decido si debemos ir para acá o para allá, porque a veces había algo pautado con los usuarios y los ves que están en otra, donde la están pasando súper bien y por eso lo de improvisar o experimentar sobre algunas pautas preestablecidas con anterioridad. Esto se da así, en un plano de la experimentación, es algo que con tantos años de laburo resulta muy maleable.

¿Y fueron variando los talleres que se dieron durante el transcurso de estos años de vida del festival?

Los talleres fueron apareciendo… no te olvides que se dan de manera voluntaria y a veces duran meses o años, según lo que le pasa a cada uno de los que están impulsando las actividades. También hubo otros como los de cocina, manicuría o peluquería que ya no están, pero los que se vienen sosteniendo en el tiempo son los de teatro a cargo de Agus Mariani y Daniela Grinstein, que lleva el nombre de “Fuerza Teatro”; después durante bastante tiempo estuvo el taller de Poesía, que se llamaba Vomitando Conejitos, dos de pintura y el taller de radio que también tiene varios años y está a cargo de Sebastián Calderón…

¿El de radio es aparte de la Colifata?

Sí, la Colifata sigue estando, pero funciona en otro galpón. Hay que entender que el Borda es un lugar de varias resistencias súper interesantes. Está la resistencia histórica, que es el Frente de Artistas, que nace por las denuncias de los usuarios sobre lo que pasaba en el hospital a través de los maltratos físicos y psíquicos en otra época, cuando sí tenía un funcionamiento manicomial, que iba de la mano de lo que también ocurría en la sociedad, recordemos que había personas encerradas por cuestiones políticas e ideológicas también. Y después hay un montón de grupos y organizaciones que llevan adelante otros proyectos como Pan del Borda, Cooperanza y el ya mencionado Frente de Artistas.

¿Existe el apoyo de alguna dependencia estatal, ONG o lo que sea que banque el proyecto con materiales e insumos para las diferentes actividades del festival (sean instrumentos, bastidores, pinceles, libros, etc.) o es puramente autogestiva?

Todo lo que entra a los talleres es voluntario, o donaciones como quieras llamarlo. Es en cada encuentro donde les pedimos a los que asisten si pueden colaborar con los materiales artísticos. Es medio complejo el tema si se trata de donaciones más grandes que provengan de ONGs o demás instituciones.

Actualmente el Borda es una institución de puertas abiertas, ¿de qué se trata específicamente?

Cuando yo entré por primera vez al lugar, a la edad de 16 años, era un lugar de encierro, donde para entrar debías tener un permiso. Había una de historias que te contaban los usuarios para que los ayudases a salir, como que los habían encerrado accidentalmente porque eran periodistas que habían ido a investigar y quedaron atrapados y otras tantas más. El Borda es un hospital de puertas abiertas… viste que pudimos entrar y salir sin problemas. Hay personas que están un período corto de internación, lo cumplen y ya; después están aquellos a los que se les da el alta, pero para lograr una mejor inserción tienen que pasar por las que se denominan casas de medio camino. No todos los que salen de alta pasan por las casas de medio camino, que son para usuarios que no tienen a dónde volver y que necesitan aún algún tipo de cuidado o supervición. Hay que tener en cuenta muchas cosas: como a dónde van a ir a vivir o si van a poder conseguir un empleo. Por eso, la idea de Centro Cultural, una posibilidad de ir un poco más allá de la lógica que se da en aquellos hospitales donde los usuarios tienen internaciones muy largas y donde el contacto con el lugar es sólo con un patiecito y una capilla (siempre católica). Un Centro Cultural en el que puedas ir a leer un libro, ver una película o encontrarse con variedad de artistas, instancia que también les viene muy bien a los artistas, teniendo en cuenta los pocos espacios que existen para desarrollar su arte… ¡Qué mejor que éste intercambio de expresión y liberación!

¿Cómo es el estado de los lugares donde los usuarios conviven, donde duermen por ejemplo? Te pregunto esto porque recuerdo fotos de algunos pocos años atrás y era catastrófico.

Igual, con humedad, agua, frío, etc.

¿Y no crees que la pata estatal está ausente?

Sí claro, pero no se busca tampoco que el Estado se ponga…

¿Y por qué motivo no se busca ese apoyo?

No sé el motivo, pero no te olvides que lo que ocurre acá adentro molesta y mucho. El hospital tiene más de 150 años y cuenta con un poder muy groso.

Llegó un comentario de pasillo sobre que este año podrían cerrar el Borda… ¿Qué hay de cierto en eso?

Y… se habla de eso. Pero hay que esperar y ver qué pasa. No me olvido de que 40 años atrás también se hablaba de cerrarlo por su estado total de abandono y acá estamos. Hay que saber que esas tierras donde está emplazado el hospital fueron donadas por una familia que puso una cláusula para que sus herederos no las puedan desdonar. Pero lo que pasa ahora es que existe una ley que dice que no pueden existir hospitales monovalentes, o sea que se encarguen de una sola cuestión de salud, y lo que esperan a través de esta ley es que, para el 2020, los hospitales como el Borda, el Moyano y otros monovalentes, dejen de existir. No nos olvidemos de la resistencia de más de 40 años del Hospital…

El macrismo, a través de la Ley de Salud Mental (26657), labrada y firmada en conjunto por el Presidente Mauricio Macri, el ministro de Salud, Adolfo Rubinstein y el Director Nacional de Salud Mental y Adicciones, el licenciado Luciano Grasso, están recortando y discriminando a los usuarios que padecen enfermedades mentales en todo el territorio argentino. Según dicha resolución, a partir del 01/01/20, ningún usuario podrá ser derivado a hospitales especializados según la complejidad de su patología, instando así a que se cierren todas las instituciones de todo el país.

¿Y qué pasaría con los usuarios y los proyectos culturales?

Se repartirían en otros lugares aptos para recibirlos, algo que ya sucede, porque permanentemente se derivan usuarios a otros hospitales…

¿Se ha realizado a lo largo de estos años de festival, alguna actividad en la que se convocó un recital o espectáculo artístico para colaborar con insumos para el Centro Cultural?

Sí, algunos se han hecho. Quizá el punto más destacado que recuerde fue en 2013, con la represión del gobierno de la Ciudad, algo increíble que sucediera. De hecho, después de eso no pensé que el macrismo ganase otra vez en la ciudad y ahí fue donde nos llevamos una gran sorpresa con lo que vino luego. Y rescato lo que ocurrió ese fin de semana post represión cuando el hospital desbordó de gente y todo el mundo dio discursos y demás. Nosotros teníamos el festival al otro fin de semana y pensamos que se iba a recontra llenar y, por otro lado, estaban los usuarios aterrados con lo que había ocurrido. Imaginate que lo primero que les pasó fue no querer abrir el Centro Cultural, por ese temor a que vengan otra vez con las topadoras y tirasen el lugar como a los talleres que demolieron a las 4 de la mañana de aquella triste jornada ¿Qué hicimos entonces? Respetamos su miedo y al siguiente fin de semana hicimos el festi, que para nuestra sorpresa, no vino absolutamente nadie. De hecho, fue el festival con menos público que tuvimos.

¿Qué te llevás cada vez que realizan el festival y con qué se quedan ellos -los usuarios de salud- en ese ida y vuelta artístico?

Ha pasado tanto tiempo que ellos ya lo tienen naturalizado, ya no está más la ansiedad que existía antes cuando venían corriendo a buscarme, no está ese temor a que esto no esté, porque pensemos que están muy acostumbrados a que empiezan muchas experiencias que al tiempo terminan, pero el festival continuó con el correr de los años. En lo que respecta a mí, durante los primeros años me iba realmente angustiado de pensar y sentir esto de que ellos se quedaban y uno se iba. Me han pasado muchas cosas en estos años, como por ejemplo, preguntarme si estaba bien llevar adelante el festival, teniendo en cuenta su carácter voluntario, porque una cosa es estar de manera voluntaria en algo que dura un ratito y otra es meterle muchas horas a algo que ya lleva casi una década de vida.

El mate sigue circulando, es el último tirón del agua que el termito de tergopor provee…

Este festival es una militancia, algo que está ahí y me acompaña y es una experiencia fantástica donde se producen cosas únicas. Además, estar acá me ha hecho conocer muchas personas valiosísimas, me ha dado la posibilidad de tener alumnos y alumnas y ahí radica esa devolución donde no está el dinero, y eso resulta interesante.


La locura no es una enfermedad cualquiera para los que no la tienen. Para la mayoría es un gran fantasma que los acompaña a todos lados siempre, porque quién no se ha preguntado a lo largo de su vida “¿Estaré un poco loque?”. Por estos interrogantes es que experiencias como las tantas que se dan en el Borda, entre ellas este Festival de Variedades, resultan una posibilidad de enfrentarse con esos fantasmas, con esos muros, para experimentar con esos cuerpos, con esos seres que te harán sentir que el arte está en todas partes y que la locura no es eso que tanto nos han martillado desde lo hegemónico de la historia.

Locura es que un gobierno mande a demoler galpones de este hospital, reprima a sus usuarios y a militantes del pueblo y que sus autores intelectuales, entre ellos el hoy Presidente Mauricio Macri (jefe de Gobierno porteño en 2013), la hoy gobernadora de la provincia de Buenos Aires María Eugenia Vidal (vicejefa del Gobierno porteño en 2013) y el hoy Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta (jefe de Gabinete de Ministros de CABA en 2013), fueran sobreseídos en dicha causa.

Extradata

El festival se realiza cada primer domingo de mes y a partir del 2 de junio comenzará a regir el horario de invierno de 14 a 18hs.

https://www.facebook.com/festivaldevariedadesccb/