EL SOLUCIONISMO TECNOLÓGICO

EL SOLUCIONISMO TECNOLÓGICO

Por Daniel Bello

En esta era tecnológica surge una mitología que se adhiere al viejo sentido común que vienen construyendo los medios hegemónicos hace décadas.
Esa mitología, entre otras cosas, hace aparecer como novedoso, o verdad revelada, enunciados que en el fondo no hace más que reforzar una mentira. Una placentera mentira.
Se ha dicho que Internet democratizaría, que nos daría más libertad, sin embargo, cada día se avanza más en el planteo de una vigilancia masiva a tal punto que, actualmente, se promueve la necesidad de frenar la implementación del reconocimiento facial (https://thepublicvoice.org/ban-facial-recognition/).

Se ha dicho que había que abandonar la lógica comunicacional de  los medios tradicionales, de la comunicación popular y su trabajo territorial, porque “teníamos internet”, pensando que con tan solo internet se podía saltar el cerco informativo. Sin embargo, no se tiene en cuenta es que lo no se podría saltar sería la factura de la luz, por ejemplo.

No se plantean soluciones, sino cómo ajustarnos sobre el ajuste que implementan sobre nosotrxs y nuestrxs cuerpxs decisiones políticas de gobiernos que cercenan derechos y garantías, como ha sido el caso de Mauricio Macri y Cambiemos.

La construcción del mito

En la actualidad, nos encontramos con situaciones de grandes movilizaciones populares, muchas de ellas en clave de resistencia y tratando de pasar a la ofensiva, como sucede en España, Perú, Ecuador, Chile y Haití.

Hace unos días, en C5N, otro medio hegemónico en definitiva, se presentó un informe con el zócalo: “Protestas en Barcelona: La APP que organiza las marchas”.

Luego, completaban en la información con diferentes placas con las que reforzaba que las marchas se organizaban a través de aplicaciones.
Dentro de las ya tradicionales Twitter o Telegram, sumaban una que habían desarrollado los propios manifestantes y a la cual la adjetivaron como «misteriosa».

Ergo, había quedado claro, al final del informe, que las marchas de protesta en España eran producto de las aplicaciones, y de una en particular, pese a tener, según lo presentado, apenas 15 mil activaciones.
Y, obviamente, quedaba el espacio en blanco para que lo que sucedió en España se asocie con lo que sucedía en ese momento en Ecuador y Chile.

Desmitificar

Lo que se generó en España fue un nuevo capítulo en la historia de lucha del pueblo catalán por su independencia.

En 2017, Carles Puigdemont -ex presidente catalán- realizó un referendo de independencia que el Parlamento regional convalidó unas semanas después del 1 de octubre.
Esto generó que el gobierno español hiciera uso del artículo 155 de la constitución, tomase el control de la región y ordenase la detención de quienes impulsaban la independencia.
Así fue que Puigdemont y 6 miembros de su gobierno huyeron del país.

A principios de 2019, comenzó el juicio por el que se terminó condenando, por sedición, a penas de entre 9 y 13 años a 9 líderes independentistas. En tanto que, otros 3 fueron acusados de desobediencia.

Las condenas, que claramente constituyeron una persecución política, generaron que se realicen protestas generalizadas, represión por parte de la Policía Nacional y la Guardia Civil. Sin embargo, las luchas y las revueltas por la independencia catalana datan de poco antes de principios del Siglo XX (aunque se fundan como partidos nacionalistas recién en 1922).

Es decir, la APP no pudo organizar aquello que ya estaba organizado, ni solucionar las insatisfacciones populares, lo que sí puede, en cambio, es funcionar como un canal de comunicación que nuclea todo lo que está segmentado y disperso a la hora de coordinar una acción específica.

Solucionismo tecnológico

Este concepto que acuñó en 2013 el bieloruso Evgeny Morozov – por el cual se cree que todo otro problema como el hambre, la inseguridad, la educación, de vivienda, medioambientales o la salud será resuelto mediante estrategias digitales e internet (Ciberlibetarios)- genera no sólo un pensamiento acrítico, sino también una zona de confort sobre la resolución de dichos problemas desde la política.

Acaso, podemos dar un ejemplo sobre este punto con lo sucedido con Mauricio Macri en el debate posterior a las elecciones PASO que se televisó a todo el país.
En dicho espectáculo, en referencia al tema de salud, Macri afirmó: “Dos de cada tres medicamentos son gratuitos y el PAMI funciona en forma transparente y totalmente digitalizado. Nuestros abuelos, hasta tiene su receta en el celular. Eso demuestra que se puede administrar una empresa pública con eficiencia y transparencia”.
Fernández respondió: “Ay presidente!, presidente!; los abuelos no tienen celulares, no pueden pagarlos”.

En este intercambio aparece ese solucionismo en toda su expresión: la receta en el celular del abuelo o la abuela.

El sitio chequeado.com quiso direccionar, tendenciosamente, lo dicho en el debate y lo hizo girar en torno a si lxs abuelos poseían un dispositivo móvil o no ( https://chequeado.com/ultimas-noticias/fernandez-los-abuelos-no-tienen-celulares/ ).

Dio números y caratuló lo dicho por Fernández como falso, pero nunca entró en el trasfondo de la afirmación falsa de Macri.
Bastaba poner de relieve algunos puntos, por ejemplo, que la jubilación mínima para un abuelo o abuela es de menos de 13 mil pesos, mientras que la canasta básica (CBA) -utilizada como umbral de indigencia- se ubicó en $ 13.913,89.
De los 150 medicamentos que eran entregados de forma gratuita,  por definición política de Macri, a partir de abril de 2016, sólo tendrían un descuento de entre el 50% y el 80%.
En definitiva, las y los jubilados en Argentina rosan la línea de indigencia. A los y las jubiladas se les puede enviar a  su celular todas las recetas posibles, sin embargo, por estar ubicados/as en la línea de indigencia, es poco probable que tenga cómo comprar lo que se les recete. Sin contar que para recibir dicha receta deberían haber podido pagar la factura o hacerle una carga de crédito al teléfono.

Ante esto, es concretó a dónde apuntó la respuesta de Fernández, pero nuevamente ese solucionismo tecnológico terminó reforzando un sentido común construido desde los medios hegemónicos, generando un lugar de confort intelectual que aleja las soluciones de la política y deposita, en definitiva, la resolución de los mismos en la fe sobre las aplicaciones e internet.