El despilfarro externo:
DEUDA QUE ENTRA, DÓLARES QUE SE VAN
Por Ignacio Vila – Centro de Economía Política (CEPA)
El cuadro de situación del frente externo de la economía nacional se está transformando en un callejón sin salida. El esquema de apertura importadora y liberalización financiera sustentado en la toma de deuda no sabemos cuándo va a explotar, pero está claro que si se sigue avanzando y acelerando, la explosión será inevitable.
La Argentina, a esta altura parece trillado, no tiene la capacidad de emitir ni de inventar dólares. Los debe conseguir, básicamente, mediante el comercio o atrayendo a inversores internacionales. La tercera opción es pedirlos prestados.
Por otro lado, el país tiene múltiples puertas por las cuales los dólares se van de la economía local.
Veamos la evolución de algunas variables entre diciembre de 2015 y febrero de 2018.
Déficit comercial: U$S9.300 millones
Fuga de capitales: U$S39.000 millones
Viajes, pasajes y otros pagos con tarjeta: U$S 22.000 millones
Utilidades y Dividendos: U$S 5000 millones
Rentas: U$S 20.000 millones.
¿De dónde se obtuvieron los dólares para cubrir todas esas salidas?
Los ingresos netos de inversiones de no residentes -las inversión extranjera-, por su parte, aportaron unos 17 mil millones de dólares entre diciembre de 2015 y febrero de 2018, aunque al menos un 70% ingresó al país para aprovechar las altas tasa de interés que la Argentina ofrece actualmente. O sea, el grueso del dinero ingresado en forma de inversión, no fue para abrir fábricas, centros comerciales ni centros logísticos sino para comprar y vender instrumentos financieros. Está claro que lo ingresado por esta vía no alcanzó para cubrir la demanda de dólares de la economía nacional. El resto fue cubierto con deuda externa. De acuerdo a datos de la Fundación Germán Abdala, la Argentina en 2016 tomó deuda por unos 65 mil millones de dólares, en el 2017 por 94 mil millones y en lo que va del 2018 ya contrajo deuda por unos 14.135 millones. Es importante aclarar que el gobierno ha ido devolviendo una parte de la deuda, por lo cual el aumento de la deuda externa es menor a la suma de los montos detallados.
La impresionante toma de deuda, como vemos, es lo que permite mantener en pie al modelo económico vigente. ¿Cómo sigue? Nadie sabe hasta cuándo el país será capaz de seguir consiguiendo dólares prestados. El contexto internacional no acompaña. La tasa de interés de la Reserva Federal norteamericana ha venido subiendo fuertemente desde la asunción de Donald Trump al frente del gobierno estadounidense. A finales del 2015, la tasa se encontraba en un nivel muy bajo del 0,5% y actualmente ha subido al 1,75%. Esto es un factor importante ya que es una tasa de referencia a nivel internacional y el costo del dinero está muy influenciado por su comportamiento. Concretamente, cuando sube, el crédito para los países como Argentina se encarece. Por otro lado, Argentina no ha logrado reducir el Riesgo País tal como lo imaginaba Cambiemos. En este sentido, a mayor riesgo país, mayor es la tasa de interés que se paga por acceder al financiamiento internacional. Tras una reducción inicial al inicio del gobierno actual en el indicador internacional Embi Argentina (Emerging Markets Bonds Index o Indicador de Bonos de Mercados Emergentes, elaborado por la JP Morgan), el 2018 ha comenzado con malas noticias y continúa la tendencia a la suba. El objetivo inicial del gobierno de Macri de lograr bajar las tasas que se pagan a medida que se iban “ordenando” las variables económicas ha fallado tanto por cuestiones internas como por variables exógenas. El sueño de la refinanciación con tasas más bajas se ha roto. Y el problema se retroalimenta. Al pagar tasas más altas en 2018, el riesgo país tenderá a seguir subiendo, por lo cual las tasas a pagarse en los próximos meses pueden ser peores.
Si las tasas de este año son peores que las anteriores, el 2019 tendrá tasas aún mayores y así… En ese marco, el FMI está precalentando al costado de la cancha esperando que el país acuda pidiendo sus servicios financieros. Pero el FMI no aparecerá en escena sólo con dólares frescos, sino con viejas y conocidas recetas económicas.
La economía nacional acelera a toda marcha contra una pared. Las importaciones son cada vez mayor que las exportaciones, la fuga de capitales bate récords, el pago de intereses de la deuda se llevará cada día más divisas y las inversiones no han dado muchas noticias. El contexto internacional tampoco ayuda, el mundo está en posición de vendedor más que de comprador y el crédito internacional se encuentra en una etapa de encarecimiento. Es imperante la necesidad de que la oposición se manifieste con planteos profundos y concretos sobre esta temática. La unidad del campo popular es la herramienta para evitar que nuevamente el “péndulo argentino” vuelva a llegar al extremo de su lado derecho.