COMUNICACIÓN Y LUCHA

Errores propios, festín ajeno

COMUNICACIÓN Y LUCHA

Por Daniel Bello

La semana pasada, la cuenta de twitter del sitio El Destape fue suspendida y, según indicaron, les informaron que fue por supuestas infracciones.
La suspensión del twitter, y luego del sitio, ocurrió justamente días después de que se empiece a instalar definitivamente la denuncia por aportantes truchos durante la última campaña del gobierno de Cambiemos.
El pedido de María Eugenia Vidal solicitando la renuncia de la contadora, y tesorera del PRO en la provincia, María Fernanda Inza, indican que dicha denuncia no es una fake news.
Este gobierno, que lleva una cronometrada agenda de actividad sobre lo que ocurre en las redes, no hubiera hecho movimiento alguno si la noticia, y hasta la figura del propio Navarro, no hubiesen generado ruido dentro de la comunidad que el gobierno maneja.

Sin embargo, más allá de lo que ya se conoce sobre el gobierno y el uso de trolls para difamar y apagar discusiones en las redes, es necesario reforzar en algunos conceptos.

Total tenemos Internet…

Esta falacia la hemos tratado en otro momento.
Sin embargo, debemos marcar nuevamente que aún sigue vigente en algunos ámbitos – propios – de la comunicación, con definiciones políticas más propias de principios del siglo XIX. Mediante afirmaciones tales como “total tenemos internet”, han renunciado a disponer de una potencia en una radio aduciendo temor al decomiso, sin tener en cuenta que han renunciado, así también, a la terriotorialidad y a la política de incidencia desde el Proyecto Político Comunicacional que debiera tener ese medio.
Peor aún, porque una cosa es que un gobierno autoritario cercene un derecho -como lo es la comunicación- o una ley -como sucede con la Ley 26522 y su docena de artículos derogados por DNU- y otras muy distinta es renunciar por motus propio a la defensa del 33% que impulsó dicha ley y la lucha de comunicadores que nos antecedieron en la disputa cultural en el campo de la comunicación.

Eso sí, se llaman a sí mismos comunicadores populares, tratando de equipararse con proyectos políticos y comunicacionales que han entendido la comunicación comunitaria como la herramienta para reforzar la lucha política contra el poder hegemónico que despliegan los poderes económicos, judiciales y políticos en nuestro país.Se comparan incluso con radios que fueron forzadas a apagar sus transmisores, obligándolas a usar internet, por los tarifazos que impulsa el gobierno como ahogo económico.

Por todo esto, afirmar que “total tenemos internet” cuando el interruptor de encendido no está bajo control obrero, es cuando menos un gran problema de desinformación.
En este punto es menester remarcar que aquel proyecto político comunicacional que no se despliegue sobre el territorio y amplíe su incidencia trabajando en red, como que así también se conciba sin el feminismo y sin un lenguaje inclusivo que vaya más allá del uso de arrobas, no sólo está caduco, sino también está destinado a fenecer sin ver el alba que traerán las nuevas luchas políticas de nuevxs sujetxs políticxs.

Nada peor para la comunicación que por carecer de lenguaje y herramientas para nombrar lo que acontece ante sus ojos, recurra a la adjetivación.

Internet nunca duerme

En ese sentido, entramos en un segundo punto de estos días.
En base a los despidos que Hernán Lombardi y Rodolfo Pousá, a pedido de un ejecutivo apretado por su acuerdo con el FMI, han desplegado sobre la Agencia de Noticias Télam, se ha escuchado en defensa de la agencia argumentar con un “Internet nunca duerme”.

Esta afirmación, permite, y abre las puertas, a discutir algo fundamental en tiempos en que los Estados buscan permanentemente reconfigurar internet: discutir los medios de producción.

Lxs trabajadorxs hemos logrado, en parte, apropiarnos y resignificar internet en la disputa contra el capital. Producimos y desarrollamos de tal manera que se sigue generando plusvalía aun cuando dormimos, ¿qué sucedería si eso fuese definitivamente en beneficio de los trabajadores y no de los patrones o grandes conglomerados económicos que viven de nuestro trabajo?
¿Qué nuevas tensiones y escenarios se desarrollarían a partir de esa disputa entre el capital y el trabajo?

Es verdad que internet no duerme… pero la pregunta es cómo logramos que esa afirmación y sus interrogantes se resuelvan en favor y beneficio de las mayorías.

Los constantes intentos por lograr un control policíal sobre internet desde los Estados tienen su capítulo en nuestro país y la manera de justificar ese control es el impulso de las fake news que suelen tener su usina en las propias oficinas del Estado. Como para nombrar algunos ejemplos, podemos mencionar lo hecho por Lombardi informando falsamente 7 muertos en el recital del Indio en Olavarría; por Oscar Aguad, ministro de Defensa, quien desde hace más de 8 meses hace todo lo posible por no informar la misión de los 44 tripulantes del ARA San Juan; por Patricia Bullrich, ministra de Seguridad, que esgrimió que los efectivos de las fuerzas de seguridad fueron agredidos  para justificar el asesinato de Rafael Nahuel o la desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado.


Lxs tres han afirmado que luchan contra las fake news, el terrorismo y el narcotráfico.
Todo aquel que diga lo contrario es perseguido o silenciado, como sucedió con la cuenta de El Destape.