CENSURA Y PERSECUCIÓN A LA PRENSA EN BOLIVIA


Golpe de estado

CENSURA Y PERSECUCIÓN A LA PRENSA EN BOLIVIA

Por María Quintero

En Bolivia hay un golpe estado. Es nuestra responsabilidad como comunicadoras/es decirlo bien fuerte y muchas veces porque, como ya sabemos, lo que no se nombra, no existe, no pasa.
Y lo cierto es que en Bolivia hubo un golpe de estado burdo pero violento y cruel.
 

La extorsión de los militares en connivencia la policía, un sector civil y un sector de los medios de comunicación -los que responden a las corporaciones económica y a la embajada de Estados Unidos- ha llevado a la renuncia a un presidente que aún transitaba su mandato democrático. Tras la renuncia de Evo Morales, Jeanine Añez se autoproclamó presidenta, sin quórum y ante un Congreso vacío. La banda presidencial se la puso un militar, luego de que jurará por la biblia rodeada de pastores evangélicos, militares y Andrés Camacho, el hijo de quien se había apropiado del gas de Bolivia hasta que Evo Morales, mediante la nacionalización, lo puso en manos del Estado.
 
 
En ese marco, la represión en las calles a los seguidores/as de Evo Morales se agrava hora tras hora.
No hay números oficiales de detenidos, heridos y muertos.
Para los militares golpistas y para la inconstitucionalmente autoproclamada presidenta Añez, la prensa opositora de Bolivia y la prensa extranjera representan un actor más de ese enemigo interno que crearon y al que llaman ‘sedicioso» porque se resiste a callar las muertes y el golpe de estado.
 
 
Hemos recibido en nuestra redacción varias denuncias de colegas de medios populares bolivianos y de militantes sociales que piden que Argentina se haga eco de lo que está pasando.
 
«Se habla de 13 muertos, centenares de detenidos y muchos perseguidos que no sabemos dónde están», asegura uno de los audios.
 
 
 
 
A estas denuncias se suman las del camarógrafo de Telefe, quién asegura que los calificaron de sediciosos y lo obligaron a salir del centro de La Paz. «Vamos a trabar de cubrir en Los Altos, donde nos tratan mejor», dijo.
 
El más viejo y peligroso racismo, lantente el matriz cultural blanca historicamente dominante y que ve amenazados sus privilegios, se desató en Bolivia. Y fue puesto, una vez más, en beneficio de las corporaciones extranjeras que no le perdonan a Evo Morales haber hecho de Bolivia un país próspero e independiente. Un país que porta orgulloso la whipala junto a su bandera nacional.
 
 
En Bolivia hay un golpe de estado y el pueblo boliviano le pide a Latinoamérica y al mundo entero que se pronuncie y no los abandone.
 
En Latinoamérica dijimos Nunca Más.