NO QUEREMOS PIROPOS GENTILES 

Por Sol Santalucía
Fotografía Cecilia Markic

«Me niego a aceptar que la belleza genere violencia. Me niego a aceptar que las minorías autoritarias nos quieran enseñar a vivir». Con estas palabras, cerraba su editorial el viernes pasado, Alfredo Leuco en su programa «Le doy mi palabra» por radio Mitre.

Indignado porque los concursos de colas playeras «ya se rindieron» o porque el debate en torno a la cosificación «mató al piropo gentil», Leuco citó el fragmento de Garota de Ipanema de Vinicius de Moraes inspirado en una jovencita a la cuál veían pasar por la playa de Río de Janeiro y, a la qué le dedicaron unas palabras vacías cubiertas de romanticismo: “Mira que cosa más linda/más llena de gracia/es esa chiquilla/que viene y que pasa/con un dulce balancear/camino del mar/Moza de cuerpo dorado/por el sol de Ipanema/su balancear/es más que un poema/es la cosa más linda/que yo haya visto pasar.”

Lo primero que debemos remarcar es que las mujeres no somos una cosa y mucho menos una cosa que salió de la costilla de Adán para que el hombre no se sienta tan solo. Citar a la Biblia, Alfredo, es como escuchar a Francisco dándole el perdón a los homosexuales, algo que no toleramos.

Los concursos de bellezas son parte de lo mismo: entregarles las mujeres servidas en pasarelas a las miradas deseosas de personas que sólo admiran la belleza, y nada más que eso, por supuesto. Jurados que cosifican el cuerpo de una mujer- porque de gorditas no hablamos, como de talles en las tiendas de ropa que reproducen los estereotipos de moda- .

Viedma fue la primera capital del país en sustituir los concursos de belleza por el reconocimiento a personas que, en forma individual o colectiva, se destaquen en actividades tendientes a mejorar la calidad de vida de la ciudad. El proyecto plantea el objetivo de «correrse de la lógica que cosifica a la mujer y dejar de obligar a cumplir con un estereotipo de belleza impuesto desde los medios de comunicación y en las publicidades».

Sin embargo, Leuco insiste en que «¿Será cierto que premiar un trasero bullicioso y estéticamente bello es producto de mentes enfermizas que sólo piensan en la mujer como un objeto? Muchos años, mucha sangre, sudor y lágrimas les llevó a las mujeres poder tener la libertad de mostrar su cuerpo».

Lo que no entra en la concepción de Leuco es que el debate no pasa por mostrar el cuerpo sino  por el hecho de ponerle un puntaje a la belleza. Las mujeres tenemos el derecho de decidir sobre nuestro propio cuerpo sin ser catalogadas de objetos o cosas que tienen un puntaje. Y, muchos menos, debemos tolerar que se nos cuestione por no querer ser un entretenimiento para los hombres que ven a los concursos de belleza como las riñas de gallos para los aficionados: competencia, frialdad, maltrato al cuerpo aunque no nos pongan una mano encima. No aceptaremos una crítica por manifestar que desfilar en una pasarela inspira una competencia entre mujeres por la cual asumimos los riesgos de no comer o adelgazar abruptamente para ser aceptadas o, mucho peor, para ganar.

Tantos años nos llevó la lucha para poder decidir sobre nuestro cuerpo y, sin embargo, Clarín se la olvidó cuando cuestionó si Melina merecía morir por lo que tenía puesto el día que salió al boliche. Un planteo tan similar al «¿qué hacías?» para qué te peguen de Mirtha Legrand o el «qué habrá hecho» cuando una mujer es asesinada.

Como sociedad debemos asumir que la pregunta no debe ser qué habrán  hecho las 275 mujeres que murieron por femicidio entre el 2015 y el 2016 sino qué debemos cuestionar a quiénes lo hicieron, a quienes lo avalan desde los medios de comunicación y a quienes se hacen los distraídos y miran otro lado.

Y entonces, a la pregunta de Leuco sobre si “¿Será cierto que premiar un trasero bullicioso y estéticamente bello es producto de mentes enfermizas que sólo piensan en la mujer como un objeto?”, nos repreguntamos: ¿Alfredo Leuco es un machista por seguir lamentándose de que los concursos de belleza expiren, como así sus competencias ridículas o los esfuerzos de las mujeres por permitir ser parte de una competencia que las lleva hasta la bulimia y la anorexia por ser las más bellas?..

«A Algunos les gustan más flacas, a otros más rellenas. A muchos les gustan las morochas bien morochas o las rubias. Hay diversidad y es una diversidad que hay que celebrar», insiste Leuco.

La diversidad es otra cosa, muchachos, no todo gira en torno a lo que a ustedes les gusta. La diversidad es dejarnos decidir que no queremos concursos donde nos pongan un puntaje por nuestra belleza, es permitirnos participar de un programa de fútbol y que los comentarios sean tan aceptados como los de los hombres, es dejar de aceptar programas como «Polémica en el bar» donde somos sólo un cuerpo admirado por los machirulos que hablan de política, economía, fútbol y todos esos temas sobre los que AÚN piensan que no podemos hablar o a los que no entendemos.

La belleza no es violencia. Quiénes hacen una competencia de ella sí son violentos, por imponer (nos) ser de determinada forma para acceder, para ganar, y hasta para morir.

A ver si entendés, Leuco: Vos no aceptes que las – según vos- minorías «autoritarias» te quieran enseñar a vivir, y nosotras no queremos ni tu lamento, ni TU PIROPO GENTIL, ni mucho menos somos tu costilla.