REPENSANDO EL CONCEPTO DE “DANZA FOLKLÓRICA”

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REPENSANDO EL CONCEPTO DE “DANZA FOLKLÓRICA”
Del cuarteto y los nuevos tiempos

Por José Alfredo Díaz Ramos
Maestro en Danzas Folklóricas Argentinas

Para mantener viva la cultura popular es necesario repensarla y resignificarla a medida que encontramos nuevas herramientas de discusión en el mismo campo popular sobre algunos saberes aceptados como verdades indiscutibles.
En el caso del concepto de danza folklórica, paradigma de la cultura popular comienza a abrirse una nueva discusión que no se cerrará en este artículo, sino que por el contrario será un aporte al pensar colectivo.

Para algunos folkloristas, el cuarteto por ejemplo no es parte de nuestras danzas  folklóricas argentinas. Basan su aseveración, principalmente, en su falta de anonimato en cuanto a lo referido a su composición musical. Pero esto, ¿puede condicionar a un hecho como folklórico actualmente?

Es por esto que nos remitimos más allá de la teoría clásica cortazariana sobre el folklore, es decir recurrimos a la fuente del pueblo en sí, y esto implica observar cómo éste se identifica con la danza y su evolución.

Como dato a tener en cuenta es que El Cuarteto como representante de un hecho folklórico, ha ido acompañando los cambios sociales del pueblo cordobés y de gran parte de Argentina.  Además ha ido modificándose, y creando variantes, dándose estilos particulares y  haciendo propicia su evolución de forma involuntaria.

Para que podamos entender al cuarteto como una danza folklórica argentina, tenemos que entender al folklore como un fenómeno social dinámico y vigente. Por eso es indispensable reflexionar sobre algunas teorías, que si bien, son convencionalmente aceptadas, quizás no responden a las demandas de los hechos folklóricos recientes, es decir, tienen otro enfoque, otro lugar y otro tiempo, el folklore no muere, se modifica a medida que la sociedad lo requiere.  Como toda ciencia humanística, se debe adaptar a las circunstancias del tiempo y espacio en el cual se involucra.

Debemos dejar de remitir al folklore argentino sólo a la imagen del gaucho y la paisana, donde ésta con sus “lindas trencitas, pollerita floreada, y sus alpargatitas” interactúa con el prepotente gaucho, con sus botas, bombacha o chiripá, desplazándose durante la danza con algunos elementos accesorios, como por ejemplo el pañuelo, sin olvidarnos la típica posición de brazos.

Estos estereotipos que se tienen con respecto al folklore donde el gaucho es tomado como personaje característico son importantes,  pero no el  núcleo. Porque si aceptásemos esto como cierto, el folklore estaría muriendo, estaríamos asistiendo al final de su existencia.  Y hace ya tiempo hubiese desaparecido conjuntamente con este personaje histórico.

Es por ello que queremos resaltar a los pueblos (folk), como – y quienes además son y los fueron a lo largo de este proceso- como los personajes principales del acontecimiento. Son los pueblos los que van a delimitar el hecho folklórico y su vigencia.

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Del cuarteto y otras yerbas

Se requiere hoy una nueva mirada sobre el folklore, atravesada por la idea de observar el hecho folklórico, y su relación con el tiempo y espacio en el que se desenvuelve. Y es eso justamente lo que observamos de danzas como el cuarteto, un fenómeno popular que ha trascendido las fronteras cordobesas y generacionales de  nuestro país.

El cuarteto nace en las afueras de la ciudad de Córdoba, alrededor de 1943. Etimológicamente la palabra cuarteto (musicalmente) se refiere a la composición para cantarse a cuatro voces diferentes, o para tocarse por cuatro instrumentos distintos entre sí.

Este fenómeno nace por influencia extranjera, en la zona sur de la provincia de Córdoba, en las fiestas de “gringos”, con la llegada del ferrocarril desde Rosario (1880) a Villa María y posteriormente a Córdoba capital. Con el paso del tiempo, la ciudad  se fue poblando de españoles e italianos, que trabajaban en las chacras. Por esta razón, el cuarteto, se tocaba arriba de una camioneta y se improvisaba el baile en medio del campo.

Este ritmo va a ser distintivo y característico de la clase obrera, en su mayoría inmigrantes, que tuvieron que desplazarse, más tarde, hacia las zonas periurbanas, quedando al margen entre la cuidad y el campo.  Esto se debió a que se reemplazó el trabajo de mano de obra directa por el de las máquinas. Así, la movida cuartetera se dispersó a la zona urbana, y luego por todo el país, gracias a la aparición del “Cuarteto Leo”, denominado así por uno de los integrantes de la banda, Augusto Marzano, padre de Leónor (pianista) y también por el uso de cuatro instrumentos (violín, acordeón, piano y contrabajo).

Como iniciadores de este género, el grupo Leo es conocido en varios lugares y diferentes grupos toman  este nuevo estilo, haciéndole algunas modificaciones, pero siempre manteniendo el ritmo del “tunga- tunga”, que es la pulsación musical característica del cuarteto, y que permite el deslizamiento de los bailarines en la pista.

El 4 de junio de 1943 este grupo hará su aparición en la radio LV3 de Córdoba, integrado por Leonor Marzano, en el piano, Augusto Marzano en contrabajo, Eduardo Gelfo en el acordeón, y José M. Saracho en el violín.

Es así como este fenómeno irá evolucionando a través del tiempo y pasará por diferentes generaciones hasta la actualidad.

folk1medidaok2Si bien se puede encontrar escasa documentación sobre el cuarteto, en lo que concierne a su modo de bailar e interpretación, no se posee información escrita. Es por ello que este artículo basa en la recopilación oral. Y en la información obtenida de personas que han presenciado los inicios de este fenómeno como Hilda R. Waquinchay, Gerardo D. Acosta, Deodora A. Aciar, Irma G. Monfrinotti.

El cuarteto es una danza de parejas tomadas e independientes, y se ha transforma en danza de conjunto para la ejecución de la figura de contrarreloj.

El cuarteto tiene una particularidad muy especial, y es la forma en que vemos reflejada la picardía, durante  la conquista, conocida popularmente como “el chamullo”. En este juego de conquista, además de lo gestual, hay una cualidad bastante interesante, que es el “Diálogo”, ya que es algo que no es común que se diera en las danza más antiguas.

Toda esta evolución de la música y la danza resignificadas y adoptadas por el pueblo hacen de este ritmo parte del folklore popular de nuestro país.