¿QUIÉN SE HA TOMADO TODO EL VINO?
Por Ignacio Vila
Ni la Mona Jimenez ni el pueblo argentino pueden ser acusados, al menos por esta vez, de haber consumido el vino producido en el año 2021 en nuestro país. Como bien detalló el Presidente de la Nación Alberto Fernández en la Apertura de las Sesiones Legislativas, el año pasado Argentina tuvo su año récord en términos de exportación de vinos. Como contraste, tanto la producción como el consumo local sufrieron un retroceso, mostrando que el aumento de las exportaciones en parte se logró en base a la retracción del consumo local. De todas formas, el aumento de los mercados para la industria vitivinícola
local es una buena noticia y el desafío del país será volver a generar las condiciones para que los y las argentinas recuperen ingresos.
Para muestra falta un botón.
El derrumbe de la moneda nacional y su consecuente impacto en los bolsillos de las mayorías nacionales generado durante el gobierno de Mauricio Macri tuvo su inevitable relato en la caída del consumo nacional. Las altas tasas de inflación, la dificultad para la recuperación que generó la pandemia y algunas miradas conservadoras del actual gobierno, no han logrado que los y las trabajadoras argentinas recuperen parte de la capacidad de compra perdida. El caso del vino es bien gráfico en este sentido. No se trata de incentivar el consumo desmesurado de esta bebida alcohólica ni de oponerse a las exportaciones, sino de mostrar un efecto concreto del neoliberalismo implementado a nivel local: las ventas hacia el exterior crecen de la mano de la caída del consumo local generada por el fuerte recorte de la capacidad de consumo de las mayorías nacionales.
Si tomamos una comparación de las variables de elaboración, consumo y exportación de vino en los años 2015 y 2021 vamos a comprender de manera gráfica la situación. En el año 2015, de acuerdo al Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), la elaboración de vino fue de 13 millones y medio hectolitros de vino; el consumo fue de 23,78 litros por persona y las exportaciones alcanzaron un volumen de unos 800 millones de dólares. Por otro lado, en el año 2021 la producción alcanzó los 12 millones y medio de hectolitros de vino, el consumo interno no llega a los 19 litros por persona mientras que las exportaciones alcanzaron los 817 millones de dólares. En síntesis, se redujo la producción, se redujo el consumo interno y se aumentaron las exportaciones.
Está claro que el mercado del vino no sólo está influenciado por la capacidad del consumo local. El año pasado hubo serios problemas en relación a las botellas de vidrio y los principales competidores comerciales del resto del mundo tuvieron una mala temporada. Pero, sin lugar a dudas, la caída del salario real y el aumento permanente del costo de vida de las familias ha jugado un rol fundamental en la caída del consumo. Como señaló Alberto Fernández en su discurso inaugural de Apertura de las Sesiones Legislativas: “Necesitamos aumentar las exportaciones por la vía de una mayor producción, no con menos consumo interno. No se trata de exportar a costa del mercado interno. Se trata de exportar para mejorar la vida de los argentinos”.
El camino está trazado.