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“EN CULTURA DE LA CIUDAD NO FUNCIONA NADA”

Entrevista a Jorge Jara Wacker – delegado de la Banda Sinfónica de la Ciudad de Buenos Aires

“EN CULTURA DE LA CIUDAD NO FUNCIONA NADA”

Por Ana Belén Marrello

Jorge Jara Wacker es solista de trombón y delegado de la Banda Sinfónica de la Ciudad de Buenos Aires, que integra desde hace 32 años. Además, forma parte del Programa de Orquestas Infantojuveniles de la Ciudad donde es profesor. Hace más de diez años que la Banda Sinfónica viene reclamando que el Gobierno porteño les otorgue un espacio de pertenencia, un lugar donde puedan ensayar y resguardar el archivo histórico de una agrupación emblemática, creada el 14 de mayo de 1910 para celebrar el Centenario de la Revolución de Mayo. Por otro lado, las y los integrantes de este primer organismo estable de la Ciudad necesitan que se cubran 20 vacantes para que la sinfónica funcione como corresponde. Desde hace cinco años que no se realizan los concursos para incorporar a las y los músicos faltantes y, en suma, este año habrá diez bajas más debido a jubilaciones, licencias y retiros voluntarios.

“Fuimos creados para el Centenario de la Revolución de Mayo. En la Ciudad de Buenos Aires se hicieron una serie de festejos muy importantes y, para esa fiesta, se creó la Banda Sinfónica de la Ciudad de Buenos Aires, que en ese momento se llamaba Banda Municipal de Buenos Aires. Somos el organismo sinfónico más antiguo de la Ciudad, como cuerpo estable. Porque el Teatro Colón es anterior, pero las orquestas que había no eran municipales, eran orquestas que se contrataban. Fuimos la primera planta estable de la Ciudad, por lo cual somos uno de los organismos más antiguos del país. Tenemos 112 años”, describió Jorge Jara Wacker en diálogo con PPV.

“La principal problemática es que no disponemos de un espacio propio para ensayar ni para desarrollar nuestras actividades. Hoy por hoy no tenemos una sala de ensayo. Hoy le decía un funcionario, vos podés jugar al fútbol en una plaza, en un potrero, en la calle si querés, en el patio de tu casa. Pero si sos profesional necesitás una cancha de fútbol, un estadio. Acá es lo mismo. El gobierno nos quiere mandar a ensayar en cualquier lugar. Por ejemplo, a un centro cultural. Ayer nos querían mandar a un subsuelo que hay en la Casa de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. No dimensionan que nosotros somos un organismo sinfónico y que necesitamos determinadas condiciones para poder desarrollar nuestra labor”, explicó el músico.

O sea, que no tienen un lugar fijo de ensayo. ¿Los van rotando? ¿Les van dando distintos lugares?

Claro. Nosotros, durante muchos años, ensayamos en la Sala Ginastera del Centro Cultural General San Martín, que es uno de los centros culturales más importantes de Buenos Aires, que comparte el edificio con lo que es el Complejo Teatral Buenos Aires del Teatro San Martín. El San Martín está sobre Avenida Corrientes y nosotros estábamos sobre Sarmiento. Pleno centro, a cuatro cuadras del Obelisco. Ahí teníamos nuestra sala de ensayo hasta que un día el gobierno tuvo la genial idea de decir que podía transformarse en un restaurante. Así que nos desalojaron e hicieron de nuestro lugar un restaurante concesionado. Eso fue en el 2011, más o menos. Desde ese entonces andamos itinerando. Un tiempo ensayamos en el Club Unidos de Pompeya, que lo pagábamos nosotros porque el gobierno no ponía el dinero, y con tal de ensayar alquilábamos nosotros un lugar. Después ensayamos en el Club Español, en Bernardo Irigoyen 172. Después ensayamos algunos años en el Club Italiano, en Caballito. Cuando vos estás en un lugar prestado, como el Italiano, todo nuestro archivo estaba en un lugar que daba sobre la pileta climatizada, con lo cual, todo el vapor del agua caliente arruinó material de partituras históricas. Tuvimos que irnos de ahí. Además, ellos empezaron en obra y mientras nosotros ensayábamos estaban ahí con los martillos, rompiendo. Imposible ensayar ahí.

En la gestión del ministro Ángel Mahler logramos que nos dieran de manera provisoria una sala otra vez en el Centro Cultural San Martín. La Sala F, que usamos hasta antes de la pandemia. Pero esa sala, entre los muchos problemas que tiene, primero que es una sala baja, o sea no tiene la altura necesaria como para que el sonido haga el recorrido necesario, por lo cual rebota para todos lados y es imposible ensayar. Por otro lado, da a un pulmón del edificio donde van a parar las palomas, con todas sus heces que dejan al lado de nuestra sala. No hay ventilación. El piso es rústico. No hay ni alfombra, ni cerámica, ni piso flotante; nada, es un concreto. Por supuesto, incómoda. Estuvimos ahí hasta que las últimas lluvias inundaron el lugar. A veces íbamos a ensayar y teníamos que corrernos porque la mitad de la sala estaba inundada. Y, por otro lado, esa sala dependía de otra área del Ministerio. No de la Dirección de Música sino de los Centros Culturales, por lo cual cada vez que ellos necesitan el espacio nosotros lo tenemos que ceder. Así que antes de la pandemia decidimos que no podíamos volver ahí. Empezamos toda una campaña para visibilizar nuestro problema y es que necesitamos un lugar urgente para ensayar que además sea propio. Ahora, por ejemplo, nos ofrecieron tocar en el Espacio Cultural Julián Centeya. Es un centro cultural, tiene sus actividades, hay danza, hay gimnasia para chicos, hay yoga. Entonces lo prestan cuando lo tienen libre. Hoy es viernes, yo no sé dónde voy a ensayar la semana que viene porque del centro cultural todavía no nos dieron el okey.

En enero tuve una reunión con el Director General de Música (de la Ciudad), Ezequiel Canle Santamaría, donde le planteé estas cuestiones y me dijo que desde que volviéramos a nuestra actividad el 15 de febrero hasta que comience a hacer frío nosotros íbamos a ensayar en el escenario del Anfiteatro de Parque Centenario. La cuestión es que nosotros volvimos y una semana no pudimos ensayar porque estaba ensayando el ballet nacional, otra semana estaban haciendo una proyección de cine y había una enorme pantalla en el escenario, esta semana no sé qué cuestión. Ahora, después de esta movida me pasaron algunas fechas para que podamos ensayar, el 16 y el 18. Yo no puedo ensayar el martes y el jueves, tengo que ensayar martes, miércoles y jueves. La semana siguiente lo tengo el jueves, entonces martes y miércoles no puedo ensayar. Nos están tomando el pelo. Necesitamos un lugar que esté disponible y donde podamos dejar las cosas. Somos un organismo itinerante que tocamos a lo largo y ancho de toda la Ciudad. Hacemos dos mudanzas por semana. O sea, tenemos que movilizar sillas, atriles, partituras, instrumentos. Necesitamos un lugar donde podamos dejar nuestras sillas y nuestros atriles armados para el día siguiente. En este momento tenemos que armar, cuando termina el ensayo desarmar todo, subirlo a un camión y al día siguiente hacer todo al revés. Descargar el camión, volver a armar, desarmar. Es una cosa maratónica. Ahora empieza la temporada de los conciertos didácticos. Todos los martes hacemos un concierto didáctico, a la mañana y a la tarde, en alguna escuela de la Ciudad de Buenos Aires. Hoy por hoy tenemos todas nuestras cosas repartidas. Una parte de nuestro archivo musical está en el Ministerio de Cultura, otra parte está en la Sala F del CCGSM, otra parte está en las carpetas de la Banda. Es un trabajo realmente muy difícil de coordinar. Se solucionaría si tuviéramos nuestro espacio.

¿Y qué pasa con la Usina del Arte, que podría ser un espacio donde ustedes podrían ensayar?

Recién hablaba con Marcelo Massun, que es el delegado de la Orquesta Sinfónica Nacional y estábamos repasando que la Usina del Arte era la “Usina de la Música”. O sea, se destinó originalmente a la música. Esa iba a ser la sede de la Orquesta Sinfónica Nacional. Después Nación le pasó el proyecto a la Ciudad de Buenos Aires. Entonces se construyó pensando que ahí iba a ir a tocar la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Se había hecho la sala central como lugar de conciertos y se había hecho una sala de ensayo para la Sinfónica Nacional o la Filarmónica. Cuando la Filarmónica dijo que no iba a abandonar el Teatro Colón, nosotros fuimos a la carga. Pedimos que ese lugar se lo dieran a la Banda, que sería el espacio natural. Por capricho de la Subsecretaria de Gestión Cultural de la Ciudad, Viviana Cantoni, que dice que nosotros le “contaminamos” el lugar, nunca aceptó que fuésemos ahí. La última vez que fui a hablar con ella para que nos dieran el lugar me dijo, “no, no, lo que era la sala de ensayo, lo transformamos en un micro cine infantil”, con lo cual, pusieron butacas con el fin de sacarnos a nosotros la posibilidad de pedir el lugar. Así que nos han cerrado las puertas. Nosotros seguimos insistiendo: “Bueno, dennos la sala central, la necesitamos tres veces por semana, a la mañana. No hay nada en la Usina del Arte en la semana por la mañana”. Siempre dicen que no, que la tienen ocupada, que no se puede. La verdad es que no quieren tomar la decisión política de mandarnos ahí porque dicen que los trabajadores estables “contaminamos el espacio”.

¿En qué sentido “contaminan” el lugar?

Porque nosotros queríamos ir ahí como resultado de una lucha gremial. Entonces para ella, el hecho de que nosotros fuésemos defensores de las cuestiones gremiales era “contaminar” el espacio. Somos trabajadores que reclamamos por nuestros derechos, que no nos callamos la boca y que no estamos tercerizados. Entonces eso a este gobierno le molesta. Ellos tienen un problema con todo lo que es público. En todo lo que es público somos vagos, no queremos trabajar, no nos sometemos a las normas. Nada que ver. Esa es la propaganda que ellos intentan vender sobre todos los cuerpos artísticos. La misma problemática que tenemos nosotros la tiene la Orquesta de Tango, que depende, igual que nosotros, de la Dirección de Música, y el día de hoy no tiene lugar para ensayar. Tenían un concierto en la Usina para el Día de la Mujer y se los acaban de suspender, porque tampoco tienen un lugar donde ensayar. Les estaban prestando algunas aulas del Conservatorio Manuel de Falla para que fueran a ensayar. Son pequeños espacios de poder. El CCGSM maneja el centro como si fuera el dueño; la Usina, Vivi Cantoni la maneja como si ella fuese la dueña. Los centros culturales manejan los lugares como si fuesen dueños. No hay una autoridad, que debiera ser el Ministro (de Cultura de la Ciudad, Enrique Avogadro) que diga “no, las cosas van a ser así”.

El Anfiteatro de la Ciudad de Buenos Aires depende de la Dirección de Música, pero ni siquiera ellos manejan el Anfiteatro. Lo manejan desde Jefatura de Gabinete del Ministerio, desde la Usina, desde la Subsecretaría. Por lo cual nosotros no tenemos injerencia, tenemos que pedirles permiso a ellos para ver qué días les sobran para que nosotros podamos ensayar.

Tanto en el Anfiteatro del Parque Centenario como en la Usina del Arte, lugares destinados a recitales y espectáculos con entrada libre y gratuita, estuvieron realizando shows privados con entrada paga. ¿Considerás que es una política del Gobierno de Cambiemos, con tendencia privatista de estos espacios?

Esa política no es nueva, la aplican en el Teatro Colón. Hay un montón de actividades donde el Colón se alquila. El Anfiteatro del Parque Centenario, también. Se lo dan a grupos de productoras, les ceden las fechas, el espacio, los trabajadores, y, por supuesto, el Anfiteatro cobra por eso y los productores cobran entrada. La cuestión privatizadora en el gobierno del PRO está latente en todo momento. Como nosotros somos un organismo itinerante que hace música de todo tipo para la gente que no tiene acceso a los grandes teatros de la Ciudad, entonces nosotros no ofrecemos ninguna rentabilidad. No se puede hacer ningún lucro con nosotros porque nuestras actividades por ley deben ser gratuitas. Entonces la manera de castigarnos es no dándonos el lugar de ensayo, no haciendo una agenda de trabajo interesante, no nos dan ropa. Tenemos que comprarnos la ropa para actuar, por ejemplo. Más del 50% de los instrumentos son de particulares, el gobierno se niega a pagar un plus por la provisión y mantenimiento del instrumento. Los instrumentos de madera tienen que cambiar las cañas tres o cuatro veces por mes. Eso tiene un costo en dólares y lo tiene que asumir el músico, porque el gobierno no lo quiere pagar. Entonces sobrevivimos porque nos autogestionamos. Porque vamos a buscar los lugares para tocar, porque proveemos la ropa, los instrumentos. Hacemos compras comunitarias de partituras, porque el gobierno no tiene un presupuesto para comprar partituras, o para pagar arregladores que puedan hacer arreglos especiales para la Banda de música argentina. Entonces estamos abandonados a la buena de Dios.

¿Ustedes tienen un sueldo fijo que depende del Gobierno de la Ciudad?

Tenemos un sueldo fijo con una diferencia salarial del 61% con respecto al del Teatro Colón. Que viola un principio básico de las leyes laborales que dice que, “a igual trabajo, igual remuneración”. La diferencia con el Teatro Colón es que a ellos les pagan una serie de plus que a nosotros nos lo niegan, sin ningún justificativo. Les pagan un plus por instrumento, a nosotros no; por escenario, a nosotros no; les dan la ropa, a nosotros no. No tenemos ningún problema con los compañeros del Teatro Colón. Al contrario. Ojalá les paguen cada vez mejor, se lo merecen. Pero sí recalcamos esta cuestión. Los maestros, no importa en qué escuela están, todos ganan lo mismo. Los médicos, no importa en qué hospital están, todos ganan lo mismo. No hay una razón por la que los músicos suframos esta discriminación. Una persona que toca el saxofón no toca en el Colón, no porque no tenga condiciones, sino que en el Colón no hay un saxofón. Un compañero que toca el bandoneón en la Orquesta de Tango no deja de tocar en el Colón porque sea inferior a cualquier músico del Colón. No toca en el Colón porque no hay bandoneón en la orquesta del Colón. Entonces hay una discriminación que no tiene que ver con la calidad de los músicos ni de las músicas que hacemos, sino que el Teatro Colón es un bellísimo lugar destinado a mostrar lo que Buenos Aires no es. Ocultar la realidad, que es la que vivimos nosotros, que vamos a tocar a las villas, a las escuelas, a los centros culturales, a las plazas. Eso es Buenos Aires. Lo otro es una Buenos Aires para un sector al que un trabajador no tiene acceso. Un trabajador no puede pagar 3 mil pesos una entrada para ir al Colón. Y de ahí para arriba. Y justamente lo que nosotros hacemos es ocupar ese espacio. Vamos a tocar a la Plaza Constitución, a la Plaza de Retiro, al Borda, a los clubes de barrio. Abarcamos todo el repertorio, hacemos música sinfónica, folklórica, tocamos jazz, tango. Todo lo que tenga que ver con la música de Argentina, la difundimos. Pero somos discriminados de alguna manera por tener una función social que al gobierno no le importa. Esa es la verdad.

¿Cuántos son los músicos y músicas que integran la Banda?

Tenemos un orgánico de 96 músicos ejecutantes, de los cuales en este momento nos están faltando 20. Un piano tiene 88 teclas, si le falta una no se puede tocar. Imaginate que le falten 20 teclas. Pero, además, no es que le faltan las teclas graves o las agudas. Le faltan las teclas de manera aleatoria. Me falta un solista de clarinete, una segunda flauta, un suplente solista de trombón, una tuba, dos cornos. De manera aleatoria, no podés tocar nada. Tenés que andar todo el tiempo viendo cómo te las ingeniás para que la Banda pueda sonar.

Y respecto de eso, ¿qué alegan? ¿Que no hay presupuesto?

Para eso tienen que llamar a concurso. Te dicen que sí, que ya están tramitando los concursos. Pero los últimos fueron hace cinco años. Tenemos 20 cargos vacantes, 10 compañeros que se tienen que ir este año porque les sale la jubilación. Algunos han pedido una licencia extraordinaria y otros se han acogido a un retiro voluntario. Por lo cual, si esto no se soluciona, a fin de año nos van a faltar 30 músicos. O sea, un tercio del organismo va a estar ausente.

¿Han tenido posibilidad de acercar todos estos reclamos a alguna autoridad del gobierno de la Ciudad?

Sí, nuestro enlace es la Dirección General de Música. Hemos pedido hablar con el Ministro (de Cultura, Avogadro) y formó una mesa de trabajo donde estaba la Jefa de Gabinete del Ministerio, Lara Manguel. Tuvimos una reunión, le contamos la problemática, tomó nota, nos dijo que nos iba a llamar. Esto fue en octubre del año pasado y estamos a marzo y no hemos tenido ninguna respuesta.

Avogadro, ¿no estuvo presente en la reunión?

No, él no se reúne con trabajadores. Siempre manda a alguien que se reúna en su nombre. Así que Avogadro no conoce la Banda, porque nunca fue a escucharla. No tiene idea de lo que es la Banda, ni de la problemática, ni de cómo funciona una Banda. No tiene la menor idea de cuál es el mundo de la música.

¿Cuál creés que es la intención principal del Gobierno de la Ciudad? ¿Que la Banda desaparezca? ¿Desfinanciarla y justificar de alguna manera su privatización?

Para ellos los organismos estables son un gasto. Lo que intentan es minimizar los efectos de ese gasto, por lo cual no te dan presupuesto para nada. Entonces es “arreglate cómo puedas”. Si ellos pudieran sacar a la Banda y a la Orquesta de Tango, las sacan. No tengo dudas. Lo que pasa es que no quieren pagar el costo político. Entonces dejan que se muera. Nos vamos muriendo de a poco. Somos cada vez menos, cada vez tocamos menos, cada vez la gente nos ve menos, porque no podemos movernos. Tenemos un camión que en este momento tiene 15 años de antigüedad y es en el que trasladamos todos los insumos. Bueno, nos pasa muchas veces que tenemos que suspender las actividades porque al camión se le rompe la batería, porque no funciona la pala de descarga. Entonces nos vamos muriendo de a poco. No te programan, no te dan un lugar como sede, no te dan presupuesto, entonces es imposible que desarrolles. Después empiezan con esto de “la Banda es un organismo vetusto”, “las bandas hoy no se usan”. Cuando en realidad, a partir de la década del 80, las bandas revolucionaron la música en el mundo. Por la ductilidad, la facilidad que tiene de adaptarse a los distintos repertorios. O sea, es uno de los movimientos musicales que más ha crecido en el mundo. Y nosotros vamos en contra de la historia. En lugar de favorecer el desarrollo, lo vamos entorpeciendo.

Es como que tengas un BMW y no lo uses porque no tenés batería. La batería es una pavada, pero sin eso el auto no anda. Acá, lo mismo. Tenés un organismo donde el Estado gasta un montón de dinero en sueldos de casi 120 personas, entre músicos y técnicos, que no se usa porque no lo saben usar. No saben qué hacer con nosotros. Y somos nosotros los que tenemos que salir a hacer el trabajo de ellos: gestionar, buscar lugares. La propuesta de trabajo que tenemos para este año son lugares que conseguimos nosotros: la Bolsa de Comercio, Florida y Santa Fe, la Facultad de Derecho. Esos lugares los gestionamos nosotros. Si es por el gobierno, no tocamos más.

Lo que se deduce es que desde el gobierno de la Ciudad no les interesa lo público ni que la Cultura llegue a los sectores populares.

Por supuesto, pero eso es en todo. O sea, yo trabajo en el proyecto de Orquestas Infantiles y hace cinco años que no compran instrumentos. Hay más de 2 mil chicos en ese proyecto y estamos con instrumentos viejísimos, todos rotos. Entonces, todo lo que tenga que ver con lo social, lo público, lo que no tiene que ver con el negocio que a ellos les interesa, lo dejan morir. Son estructuras que están vacías, tienen la caja, tienen el continente, pero no hay contenido. No tenemos instrumentos básicos de percusión. No tenemos una pandereta, un triángulo, nada. Ni las campanas tubulares. No tenemos nada.

O sea, desde octubre del año pasado, luego de la reunión con Lara Manguel, no tuvieron respuestas.

No, ninguna. De hecho, todavía no empezamos a ensayar. Tuvimos medio ensayo el miércoles, porque no tenía sentido, ya que al día siguiente no teníamos sala donde ensayar. Nos habían prometido que miércoles y jueves íbamos a tener sala y llegamos el miércoles y nos dijeron “ensayen hoy porque mañana va a estar ocupado”. Ayer me llamó la Jefa de Gabinete porque hay un revuelo terrible con esto y me dice “no, pero ya tenemos solucionados los problemas, los ensayos de acá a abril”. Pero de manera aleatoria. Ensayás martes y miércoles, y el jueves no ensayás. La semana que viene, miércoles y jueves, y el martes no. La otra, martes y jueves, y el miércoles no. No se puede tener un organismo sinfónico así. Pensemos que la Selección Nacional no pueda entrenar porque el predio de la AFA está ocupado en otra cosa. ¿A quién se le ocurre eso?

Esas cosas pasan en la Ciudad de Buenos Aires y no tenemos difusión, porque los grandes medios de comunicación ocultan toda la problemática de los trabajadores de la Ciudad. Se vende como que en la Ciudad de Buenos Aires todo funciona y la verdad es que en Cultura no funciona nada.

¿Decías que son casi 120 personas, entre músicxs y técnicxs, quienes integran la Banda Sinfónica?

Claro, además de los músicos tenemos archivistas, iluminadores, sonidistas, copistas, musicógrafos, locutores, personal de coordinación, el personal administrativo. Cuando nosotros hacemos itinerancia, que vamos a una plaza, por ejemplo, tenemos que llevar todo el sector técnico: luz, sonido, la gente que ponga las sillas, los atriles, las partituras. Somos una gran familia.

El Programa de Orquestas Infantiles que integrás, ¿es el de Ciudad de Buenos Aires? ¿Cómo está la situación allí?

La Ciudad de Buenos Aires tiene desde hace 21 años un Sistema de Orquestas Infantiles. Originalmente se llamaba ZAP, que quería decir ‘Zonas de Acción Prioritaria’. En una serie de lugares vulnerables de la Ciudad de Buenos Aires se comenzó con un trabajo de orquestas para los niños en las escuelas. Se comenzó con la orquesta en Lugano y en Retiro, y después de eso y de una enorme lucha, se logró que el gobierno abriera doce sedes en distintos barrios de la Ciudad de Buenos Aires. Hay doce escuelas que tienen una orquesta, once primarias y una secundaria. Esto depende del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires. Entonces se forma a los niños en la práctica orquestal. Se les enseña violín, viola, violoncello, contrabajo, flauta, oboe, trompeta, trombón, corno, contrabajo, percusión. La verdad es que el proyecto es maravilloso, hay 2000 niños incluidos, pero el gobierno no provee las cuestiones básicas. Tenemos instrumentos que no sirven para nada, porque en su momento se compraron instrumentos chinos, que duran un año, dos. Ahora hace cinco años que el gobierno no compra esos instrumentos. Hoy estamos con la cantidad limitada porque no los tenemos. Y con eso de la pandemia…, antes los instrumentos se podían compartir. Tocaba un niñe y después se le prestaba a otro. Ahora no, no se puede compartir, por esto de la transmisión del virus. Por lo cual, lo que tenemos se reduce a la mitad. Esto también está oculto.

Como conclusión, dentro de la Banda Sinfónica son varios los reclamos, pero dos los principales.

La problemática es enorme. Queremos centrarnos en dos cuestiones que son vitales para nosotros. Un lugar que nos pertenezca, donde desarrollar nuestra actividad, y cubrir las vacantes. Estamos en el límite. Un faltante de 20 músicos en un organismo es demasiado. Imaginate que, si en el Teatro Colón falta un músico, la obra no se hace. Y a nosotros nos faltan 20 todos los días.

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