PENSAR EL DESARROLLO EN MANO DE LOS PUEBLOS

Economía y tercera posición:

PENSAR EL DESARROLLO EN MANO DE LOS PUEBLOS

Por Ignacio Vila

La economía nacional, lejos de retomar un rumbo de crecimiento, generación de empleo y reconversión productiva, continúa con un camino de financiarización, desindustrialización y dependencia de los fondos internacionales para su sencillo funcionamiento. Las últimas semanas se han caracterizado por una serie de políticas públicas que han perjudicado aún más los intereses de la mayoría de la población y beneficiado principalmente al sector financiero y a los sectores exportadores de materias primas. Nada nuevo bajo el sol. Los salarios bajan, las jubilaciones bajan, los alimentos suben, las tarifas suben y, mientras tanto, las ganancias de los bancos, de los fondos de inversión financiera y de los importadores y exportadores no para de subir. Se trata de un programa llevado adelante por los sectores privilegiados y en contra de lxs trabajadores.

¿Qué hacer ante esta situación? El paro general, la demanda de unidad del campo popular para presentar una fórmula ganadora en las próximas elecciones suenan casi como las únicas propuestas. ¿No se puede hacer más nada, mientas tanto? ¿Hay que esperar a que lxs dirigentes sindicales y políticxs tomen las decisiones acertadas o si no resignarse?

Estamos ante un tiempo inmejorable para que lxs trabajadores comiencen a participar decididamente en los procesos económicos con un mayor protagonismo. Continuar pensando que es posible combinar la justicia social con la delegación de la producción de los principales bienes y servicios en manos de los verdugos de lxs trabajadores es, al menos, una ingenuidad.

Esta suerte de “socialismo de mercado” en el cual unas pocas empresas producen o controlan los bienes y servicios de consumo masivo y que siempre buscan la manera de perjudicar al conjunto de la sociedad, tiene salida. La primera barrera que saltear es, sin lugar a duda, más simbólica que material. Son pocxs lxs dirigentes políticxs y sindicales que creen que lxs trabajadores pueden conducir procesos económicos y ofrecer a la sociedad bienes y servicios. El neoliberalismo ha convencido, incluso a sus principales detractores, que quien debe conducir los procesos es el capital.

En Argentina, a finales de la década del 60, existían unas 1000 cajas de crédito a cooperativas que demuestran que fue posible el desarrollo de servicios financieros desde la perspectiva solidaria. A finales de la década del 80, el “Supercoop” llegó a tener cerca de un 20% del mercado de la distribución de alimentos en el formato del cooperativismo de consumo, y aún en la actualidad subsisten sistemas similares, al mismo tiempo que están naciendo diversos esquemas de consumo de alimentos por fuera de las cadenas tradicionales. Decenas de miles de familias han accedido a su vivienda juntándose con otros a través de cooperativas de viviendas a lo largo y ancho del país. Lxs pequeñxs productores organizados en cooperativas han sido y son parte importante de la producción nacional de alimentos, demostrando una clara superioridad frente al mega industria alimenticia que cada vez des-alimenta más a sus consumidores.

En fin, hay innumerables ejemplos a lo largo de la historia de nuestro país en los cuales lxs argentinxs fuimos capaces de tomar la economía en nuestras manos, sin esperar que lxs empresarixs resolvieran las necesidades de lxs trabajadores y sin esperar respuestas de un estado insensible y antipopular. Es necesario retomar la senda de la Economía Social y Solidaria y ocuparnos de satisfacer nuestras principales problemáticas.

El actual gobierno nacional seguirá tomando decisiones que profundicen los problemas de lxs trabajadores. Lxs empresarixs tampoco serán quienes con sus inversiones solucionen las necesidades de quienes trabajan, las necesidades de alimentación, vivienda, educación, salud, ocio y otras. En este marco no queda más opción que retomar el camino del desarrollo económico poniendo al capital al servicio de las comunidades. Es posible, y lxs argentinxs tenemos sobrada experiencia. Necesitamos recuperar la confianza perdida en manos del neoliberalismo, contagiar a lxs dirigentes populares y avanzar en la construcción de nuevas formas de desarrollo que ayuden a construir otra Argentina posible.