DESCOLONIZACIÓN INCONCLUSA
La integración latinoamericana reconoce antecedentes en los movimientos por la libertad y la independencia. Hace falta construir el relato de la Patria Grande.
Por Carlos Rico
Ilustración: José Prieto
Lo logrado en educación, en los últimos años, no sólo es inversión educativa. Es la reivindicación de las cosmovisiones y saberes originarios, ayer barbarie, hoy legado cultural. Es la revalorización del proyecto sanmartiniano y bolivariano de Patria Grande.
Hoy, en las escuelas, la llegada de los conquistadores se enseña como el inicio de la ocupación y el saqueo; la imposición de otras culturas y la negación de las originarias; la esclavitud, la dominación y el exterminio.
Antes; la llegada de la civilización. Hoy, el reconocimiento a la diversidad cultural y la reivindicación de la cosmovisión de los pueblos originarios.
¿Cuáles son las asignaturas pendientes?
La resistencia al colonialismo y la lucha por la libertad confluyeron en un movimiento revolucionario con protagonistas de distintos orígenes: los pueblos originarios, las comunidades de esclavos africanos y los europeos con intereses contrapuestos a la Corona- impregnados de las ideas de Libertad, Igualdad y Fraternidad-. Dichos afluentes se expresaron, con cierto grado de articulación, desde el Virreinato de Nueva España hasta el del Rio de la Plata.
Sin embargo, aún predomina como historia oficial, el relato de la formación de los Estados nacionales como singularidades descontextualizadas.
Las historias que no se cuentan
Singular ocultamiento sufren las rebeliones de los esclavos. Basta un ejemplo.
Los mercaderes secuestraban personas en África. Llegaban por el Caribe colombiano hasta el Río Magdalena y de allí a Cartagena, epicentro del Virreinato de Nueva Granada. En 1599 Benkos Biohó y otros tantos africanos escaparon hasta los Montes de María, a 50 km de la ciudad. Allí, fundaron un territorio libre y autónomo, conocido como Palenque. Recién en 1691, la corona española reconoció su libertad. Sus habitantes fueron los primeros libertos y Palenque, el primer pueblo libre de América. Nada más silenciado.
También, la resistencia de los pueblos originarios se expresa como acciones aisladas como por ejemplo la de individuos heroicos como el Atahualpa o Lautaro. Sin embargo, representaban un proyecto político. Prueba de ello es la insurrección de José Gabriel Condorcanqui y su compañera Micaela Bastidas.
En 1780 reclamaron ante la Audiencia de Lima el fin de explotación. Organizaron la lucha por la supresión de la mita, la eliminación de los obrajes, la anulación del reparto de los corregidores, la abolición de los impuestos y la liberación de los esclavos. Condorcanqui, o Tupac Amaru II, unió a criollos, mestizos, negros e indios. Llegó a las puertas del Cuzco, con miles de luchadores por la libertad y los españoles debieron unir las fuerzas de los Virreinatos de Lima y de Buenos Aires para derrotarlos.
En 1804, una masiva revuelta de esclavos negros lograba la independencia de Haití. En 1809 se produce la rebelión de Chuquisaca, actual Bolivia. Las colonias españolas elijen sus propios gobiernos: Ecuador en 1809. Venezuela en abril de 1810, Argentina en mayo, Colombia en julio, México y Chile en septiembre. Uruguay en febrero de 1811, Paraguay en mayo. Luego Perú en 1820 y Bolivia 1825, como parte de la estrategia de los libertadores.
La sucesión de rebeliones hace impensado que fueran hechos aislados. Sin embargo, los estados se dividieron. Hace falta construir un nuevo relato de la historia, que reinterprete las realidades nacionales singulares y mire hacia el horizonte de San Martín, Bolívar y Martí. Hace falta completar la descolonización de Latinoamérica.