‘BAJAREMOS, INCONTENIBLES, HASTA DONDE EL DIABLO PUEDA OLERNOS’

A 30 años de Patria o Muerte:


‘BAJAREMOS, INCONTENIBLES,
HASTA DONDE EL DIABLO PUEDA OLERNOS’

Por Javier Tucci

El segundo disco de Don Cornelio y La Zona, esa gloriosa banda de culto de los años ochenta, está cumpliendo su tercera década de vida. Y, conmovidos por el hecho, salimos a preguntarles qué significa este manifiesto posdictadura en la cultura rock argentina a músicos como Pablo Dacal, Agustín Ramos y al ex bajista de Don Cornelio y Los Visitantes y actual Acorazado Potemkin, Federico Ghazarossian, como así también a profesionales del “palo” como el Doctor en Comunicación por la UNLP, Cristian Secul Giusti y el periodista y locutor, Pablo Refi,. Aparecen también testimonios de Palo Pandolfo, rastreados en su antigua piel dark postpunk más rabiosa.

Hace siete años atrás, en el marco de los 20 años del disco Nevermind de Nirvana, la Revista Ñ sacaba una nota titulada “Un Nevermind nacional y popular” en la que defendía la versión de la aparición de una especie de proto grunge un rato antes que en Seattle, y lo hacía a partir de la irrupción de Don Cornelio y la Zona en la escena argentina.

Y si bien el grunge viaja por otro derrotero sonoro, territorial y estético, pese a las compartidas influencias de Palo y Kurt Cobain, aquella entidad llamada Don Cornelio aparecía en medio de los bosques negros del piso de las alcantarillas porteñas, donde convivían la new wave y el dark tardío, dejando dos discazos que fueron grabados en los albores de la democracia y que muy poco tienen que ver el uno con el otro. Una especie de ying y yang, donde el primero, el homónimo Don Cornelio y la Zona, LP que los catapultó a ser elegidos como banda revelación de 1987 con hitazos como Ella Vendrá, Rosario en el Muro o Tasas de té chino, jugó con el envión de la mueca de la fiesta democrática. Pero enseguidita, la banda le escapó al “éxito”, se darkearon, dejándose atravesar por el hastío contextual y se internaron a grabar el material que esta nota rememora, trata de historizar y homenajea: PATRIA O MUERTE.

En 1988 las cosas se hicieron de otra manera. Decidieron sacar todo lo que había dentro de esas tripas juveniles, dejaron de lado al productor del primer disco, Andrés Calamaro, y fueron con los tapones de punta contra el éxito del año anterior y los moldes establecidos por el establishment. Obvio que la discográfica los defenestró. Pero, así y todo, Patria o Muerte simbolizó y ¿simboliza todavía? una ruptura estética, poética, un manifiesto de época, un estado de ánimo al que Luca Prodan hubiera aplaudido mucho (teniendo en cuenta sus dichos de que al rock de acá le faltaba una fibra de ligazón a sus años de plomo). Y, de repente, estos veinteañeros del oeste de la capital salieron con un arsenal musical a enarbolar una obra que se encuentra atravesada por lo más oscuro y existencial de un artista como Palo Pandolfo y por una banda con muy buenos músicos que supieron fundirse en un acto colectivo de libertad artística, que terminaría transformándose en un acto sociológico y antropológico único hasta la fecha, donde el desgarro del relato, la calle como cobijo y los destellos de muerte lo atraviesan todo.

¡Merezco morir hoy!

Dejar de ser hippie para salir a combatir al oscurantismo fue el lema del rock de los ‘80 en Argentina. Y en ese mascullado ¡Merezco morir hoy! hay mucha más información sobre el testimonio de la juventud que había sido víctima de la dictadura cívico militar que en cualquier disco que se haya grabado en las tres décadas que le sucedieron. También está reflejada la necesidad que tenía Palo de matar a su padre, de matarlo en el acto freudiano para bajar incontenible hasta que el diablo pueda olerlo. “En 1988 estallé como una bomba psicopolítica. En ese momento me independicé, me alquilé una casa solo. Todo Patria o Muerte fue la despedida, el corte definitivo con mi viejo. Todos los putos temas los componía como un loco encerrado en mi cuarto, en la casa de mis viejos. Me pintaba y salía a la calle con delineador y maquillaje blanco, lápiz de labios re The Cure, re loco. Y me puteaban por todo Flores ‘Putoooo, ¿dónde está el corso?’, me grito un policía desde un patrullero. Pero yo estaba rejugado y entraba a mi casa así y pasaba adelante de mi viejo. Reventando es el tema emblemático de aquellos días: ‘Años reprochando/ viejos reventando/ pedazos de mi techo’. Basta, libera mi fucking cabeza, soy anarquista, no soy más un zurdo como vos. No laburo, ahora soy un lumpen y te vas a la concha de tu madre vos y toda la familia Pandolfo. Eso es Patria o Muerte en lo profundo”, decía Palo en un fragmento que aparece en el libro Gente que No.

1988 también fue el año en que se apagaron las vidas de Miguel Abuelo y Federico Moura, como las de Alberto Olmedo y la modelo Alicia Muñiz, quien fuera asesinada por el ex boxeador Carlos Monzón. Asimismo, se editaron discazos como Tester de violencia (Spinetta), Doble Vida (Soda Stéreo), Un baión para el ojo idiota (Patricio rey y sus Redonditos de Ricota), Por mirarte (Andrés Calamaro), Ey (Fito Páez), El ritmo Mundial (Los Fabulosos Cadillacs) e Invasión 88, ese compilado de bandas que marcaría y ampliaría el movimiento punk argentino. Otro de los hechos trascendentes de aquel año fue la finalización de la gira de Amnistía Internacional en Buenos Aires, bajo el lema «Derechos Humanos ¡Ya!». Las 75.000 personas que acudieron al recital, aquel15 de octubre, en el estadio de River Plate, pudieron vibrar con Bruce Springsteen, Sting, Peter Gabriel, Tracy Chapman, Youssou N ´Dour, Charly García y León Gieco cantando juntos ‘Get up, Stand Up’ de Bob Marley. Y no podemos dejar de nombrar que Todos Tus Muertos grabó Gente que no, ese himno que marcó a por lo menos a dos generaciones.

De esta manera, la cultura under del rock se construía y reproducía alrededor de la reconfiguración del hazlo tú mismo del postpunk. Produciendo y distribuyendo el arte en cassettes grabados y en los primeros fanzines, acciones que jugaban como paliativo a una crisis insipiente que el plan austral de 1985 no pudo frenar y que terminaría de explotar en la hiperinflación de 1989. Pero ¿dónde se encontraban todxs esxs pibxs que andaban saltando, siempre, casi siempre saltando? Lo hacían en Paladium, el Parakultural, Cemento o Prix D’ami, antros y reductos que simbolizaban un refugio perfecto para nombrar un mundo nuevo posible, lejos de ese pesado culo de metal que, en ese momento, se camuflaba en las razzias policiales.  Como parte de esta contextualización, también vamos a mencionar situaciones claves de la arena política de la época, como las leyes de obediencia debida y punto final decretadas un año antes, Alfonsín en la Sociedad Rural cantándole las cuarenta a la gorileada presente que insistía con el regreso de las botas.

Ahora sí vayamos a lo que significó y significa todavía Patria o Muerte. Y no seré yo quien analice ese manifiesto existencialista, sino, como dijimos al principio de esta nota, una gran selección de artistas y profesionales del “palo”, a quienes podrán leer a continuación.

Agustín Ramos, guitarrista y cantante platense en bandas como Felices Ellos, Caras Descartables y Los Espacios, logró dar una pincelada en forma de sopapo despabilador sumergiéndose en su propio 1988: “Pocas cosas hacían que los días sean felices, tal vez el rock mezclado con los primeros años de adolescencia eran la mejor opción para deconstruir a este ser. ‘Está cerca la salida, están rotos los bolsillos, estoy dentro de ese brillo que me llevará’. Y ese brillo lo era todo para mí, aún sin comprender la verdadera intención del tema, la letra de Espirales me transportaba y el cantante y sus intenciones toxicas algo me decían. La situación social estaba por detonar, los bolsillos de mis padres vacíos y el rock de la radio me gustaba, había que retenerlo. El sonido sodesco ya pegaba y los que conocían esos antecedentes con los que Cerati y banda se consagraban, murmuraban The Smiths, The Cure, Joy División, Echo and the Bunnymen, XTC, etc. El sonido ya estaba, las ondas musicales se invocaban y Argentina y su capital ya eran rockeras y duras, muy duras. A la distancia, al disco ya lo pienso, lo rememoro sin escuchar, tengo todo de esa cinta dentro mío, las frases las fui actualizando a esta época, la música tiene sus movimientos en ocasiones, y Palo Pandolfo quedó enmarcado en el compositor que pudo poner voz y palabras a tanta confusión, para así confundir a esa confusión y salir ileso de ella. Patria o muerte, algo me salvará, hoy y siempre”.

En tanto, el doctor en Comunicación de la Universidad Nacional de La Plata, Cristian Secul Giusti, realizó un pormenorizado análisis del discurso estético e histórico político sobre Patria o Muerte: “Lo que siempre me interesó es la diferencia musical y lírica que hay entre un disco y otro, hay una notable diferencia en lo que tiene que ver con una búsqueda más oscura y crítica del discurso. Esto, en Patria o Muerte se evidencia mucho más que en el primer disco y es muy interesante porque sólo los separa un año de diferencia. Inclusive, vocalmente Palo cambia, es mucho más visceral y se preocupa por sonar bastante más aguerrido y sucio. Por eso, se suele decir que este disco tiene alguna identidad grunge o por los dichos de Palo de haber escuchado la misma música que escuchaban los Nirvana. En cuanto al uso del título ´Patria o Muerte’ es muy interesante cómo la banda se ocupa de utilizar un latiguillo vinculado a la década del ’70. Entonces, hablar de Patria o Muerte en un contexto de democracia recuperada como la de Alfonsín, atravesada por rebeliones carapintadas, es sumamente relevante.

Don Cornelio proviene de esa camada de bandas de finales de los ‘80 que cierran la década con más dudas que certezas, con más preguntas que respuestas, con más ganas de ponerse graves que de ser simpáticos. Patria o Muerte tiene que ver con eso, con traer un latiguillo de la década del ’70, echarlo a rodar en la década del ’80 y ponerse a pensar en conjunto qué está pasando en la sociedad luego de tanta masacre por parte del terrorismo de Estado.

Recuperar ese disco a treinta años de su publicación, primero le da un marco de importancia al rock argentino como una clave para entender los contextos, como un discurso en general que permite ver de qué modo nos atraviesa el escenario social y nos va conformando (de conformar, no de confortabilidad), y cómo nos va constituyendo como seres sociales y políticos, sobre todo. En el disco hay un éxtasis hacia la agonía, se nota, y me parece interesante recuperarlo. En principio, porque uno le presta atención al rock argentino como documento histórico y, en segunda instancia, para ver de qué modo se ponía el rock argentino a discutir de algún modo musical y lírico la presencia de la democracia y la presencia de la conceptualización democrática. Si se come, se educa y se cura, o si es realmente una tensión constante y una gran contingencia que hay que atender. A palo Pandolfo no se le escapa eso y, desde su poética, propone una gran noción para poner en crisis lo que parece dado y, en realidad, está dispuesto a discutir”.

Por su parte, el locutor nacional, conductor, productor y musicalizador del programa radial Cubo Mágico, que se emite de lunes a viernes de 18 a 20hs. por Radio Universidad de La Plata 107.5, y director artístico de Radio Pura Vida, Pablo Refi, sostuvo: “Cuando salió, justo en ese momento tan volátil para todos, inclusive para mí que estaba terminando la secundaria, el título me llamó muchísimo la atención. Un título que no alcanzaba a significar en su espesor, en su intensidad, esa invocación que parecía casi un presagio o una advertencia ante el menemismo inminente, ante el neoliberalismo que se iba a llevar puesto todo tipo de esperanza, todo tipo de lazo solidario. Y ahí aparecía Patria o Muerte, adelantándose a eso y parándose en tiempo y forma, además de recuperar una consigna que sonaba a sepia. Y, lejos de ser una alusión a un pasado lejano, tenía que ver con esto de la advertencia contra el neoliberalismo, contra los cipayos de siempre o aquellos que fueron disciplinados por el poder real (recordemos la salida adelantada del gobierno de Alfonsín y al por entonces ministro Rodolfo Terragno, quien fuera a negociar con el electo presidente Carlos Ménem la entrega anticipada del poder en la Casa de Gobierno de La Rioja, con un Héctor Magnetto de intermediario). Esos fueron los que renunciaron a la patria y obligaron e impusieron la muerte para millones y millones de argentinos.

Desde lo sonoro es mucho más salvaje, más crudo, bien a tono con los tiempos por venir y unas líricas muy particulares, porque sabíamos que estábamos ante alguien distinto en esa generación a la que le tocó el sayo muy pesado por parte de los medios pocos especializados como Canta Rock o la Revista Pelo, que buscaban los sucesores de Charly García o Luis A. Spinetta. Y si lo pensás, ahora es una locura, porque ambos no llegaban a los 40 años y estaban en su esplendor creativo. Y dentro de ese mainstream, la pesada piedra le caía a Andrés Calamaro, a Fito Páez y al mismísimo Palo Pandolfo. Pero con Palo sentíamos algo diferente, una manera de escribir y describir que no llegábamos a comprender bien, no eran letras explícitas, pero entendías que era un compañero tuyo, estaba hablando de vos y con vos.”

Asimismo, el cantor, músico y compositor, Pablo Dacal, sostuvo que: “Patria o muerte es la despedida al under de los ochenta, una década inspirada y maldita que comienza con la Dicha en movimiento -álbum debut de Los Twist- y termina con esta resaca extrema y fatal. Después llegará MTV, el profesionalismo, la globalización y la muerte de la contracultura en los sótanos. Hoy somos lobos disfrazados de corderos y a la vista de todos inventamos cualquier cosa. Guardamos un secreto y lo desplegamos solo cuando resulta posible. En los ochenta estaban destruyendo los cimientos de un mundo formal a martillazos en los baños clandestinos de San Telmo. Yo conocí los finales de los ochenta con los últimos números de la vieja Cerdos y Peces, el disco Ey! y los muertos bien frescos. Patria o muerte lo oí un tiempo después, y allí encontré el testimonio de aquellas sombras misteriosas, el eco de un reflejo que en perspectiva comenzaba a sentirse trágico, macabro. ¿Qué suena antes y después de aquellas canciones? ¿Qué pasó en esas gargantas para cantar así? ¿Quién tocó las perillas de los efectos para que el ambiente se haya vuelto tan extraño? Patria o muerte trae el sonido de una argentina Blade Runner, el último intento del siglo XX por mostrar las alcantarillas de Buenos Aires. ¿Qué venís a hacer aquí?”

Y si hay algo que no podía faltarle a esta nota, es la palabra de uno de los protagonistas de aquel disco que fuera grabado por Berlín Récords en los estudios Panda, a cargo del ingeniero de sonido y productor Mario Breuer. Nos referimos al bajista Federico Ghazarossian, quien comentó al respecto: “Cuando sacamos Patria o Muerte estábamos en un alto punto de libertad personal y como ente grupal. En aquella época íbamos en contra de todo lo establecido, sentíamos que estábamos haciendo algo nuevo y un poco de eso tenía que ver con la suciedad que tenía el disco, con sus letras desgarradoras. Lo fundamental de todo es que hacíamos lo que queríamos y algo importante fue bancarlo con los hechos.»

Después de treinta años me parece que era lo que realmente necesitábamos hacer, porque las letras de ese disco son increíbles, me encantan, y musicalmente estoy súper conforme porque es un disco que lo trabajamos casi en zapadas. Ni bien terminamos de grabar el primer disco ya teníamos prácticamente hecho Patria o Muerte, un laburo musical muy en conjunto, con letras que son todas de Palo, excepto una que escribí yo. Patria o Muerte le aportó al rock argentino un granito más, otro punto de vista musical y poético que era el de nosotros seis (Palo Pandolfo en voz y guitarra; Alejandro Varela en guitarra y coros; Federico Ghazarossian en bajo y coros; Claudio Fernández en batería; Sergio Iskowitz en trompeta; Horacio Borrat en coros y Daniel Gorostegui Delhom en teclados), en un momento particular de la Argentina del final de Alfonsín, la hiperinflación y la llegada de Ménem. Sin duda, es el mejor disco que hicimos.”

Las diferentes voces aquí consultadas sobre la significancia de Patria o Muerte no dejan dudas sobre su legado histórico en clave de rock. A 30 años de su publicación, las nuevas generaciones tienen frente a sus sentidos una obra que no es otra cosa que el puntapié inicial para descifrar, desmitificar y enfrentar a los propios fantasmas de nuestra sociedad y a los contextos que intentan ultrajar la libertad de todo ser.

Escuchá Patria o Muerte:

https://open.spotify.com/album/1lBHAiuCYaGMQDpEBzrKMr