UNIDAD DE LXS TRABAJADORES: Acción, Concepción y Mayoría

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UNIDAD DE LXS TRABAJADORES:

Acción, Concepción y Mayoría

Por Tania Rodriguez
Fotografía: Cecilia Markic

En las últimas dos semanas, tuvieron lugar dos hechos de relevancia sindical y política protagonizados por sectores del movimiento obrero argentino: por un lado, el Congreso de Reunificación de la CGT en el que se definió la unidad de tres vertientes que estuvieron – hasta el 22 de agosto de este año– fragmentadas en su conducción más allá de los acercamientos o alejamientos en la acción o en el discurso. Por el otro, la Marcha Federal, convocada por las dos CTA y en articulación con gremios de la CGT, que logró movilizar alrededor de 200 mil trabajadoras y trabajadores de todo el país a la Plaza de Mayo.

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El aumento sostenido del desempleo, el congelamiento de las paritarias, los tarifazos y las políticas de transferencia de ingresos hacia los grupos concentrados de la economía y las finanzas, definen el escenario actual sobre el cual ambos acontecimientos tuvieron lugar. La “sensación térmica” de despidos, nos arroja unos 180 mil despidos contabilizados de diciembre de 2015 a junio de 2016. En promedio, unos 25 mil despidos por cada mes de gestión de Mauricio Macri, aunque fue el verano el momento cumbre para la “modernización” del Estado, y se anuncia una segunda oleada modernizadora para septiembre/octubre del corriente.

Sobre qué lugar ocupan en este escenario las organizaciones sindicales y qué perspectivas genera esto, van algunas reflexiones.

Reunificación de la CGT: renovación y status quo

El 22 de agosto pasado se realizó el Congreso de reunificación de la central obrera que dejó como saldo la unidad entre las tendencias hegemónicas que la componen: la CGT Azopardo (Hugo Moyano), la CGT Alsina (Antonio Caló) y la CGT Azul y Blanca (Luis Barrionuevo). La fusión se produjo tras cuatro años de fractura, y el triunvirato electo para encabezar la nueva CGT quedó compuesto por Héctor Daer (Federación de Asociaciones de Trabajadores de la Sanidad Argentina), Juan Carlos Schmid (Federación Marítima Portuaria) y Carlos Acuña (Sindicato de Trabajadores de Estaciones de Servicios).

El secretariado contiene a parte de los gremios que lograron mayor capacidad de dirimir en la puja distributiva durante los años de kircherismo: junto con la UOM, integran el Consejo Directivo cegetista, los gremios de UPCN, Camioneros, UOCRA, Alimentación, Comercio, entre otros viejos conocidos. Vale decir que la representación de mujeres en esta nueva etapa, es casi nula.

Del Congreso de la CGT se retiraron los sindicatos que integran la Corriente Político Sindical Federal liderada por Sergio Palazzo de la Asociación Bancaria, una línea disidente dentro la central obrera. La posición de este sector fue la de no validar la distribución interna de secretarías y, en términos políticos, una posición confrontativa respecto al rol que debe tener la CGT en relación al gobiern de Macri.

Finalmente, hubo dos sectores que no participaron. De un lado, los gremios que integran el MASA (Movimiento de Acción Sindical Argentino) liderado por el taxista Omar Viviani, que ya había anunciado que no participarían del Congreso por estar en desacuerdo con la propuesta de un triunvirato. Por el otro, la facción encabezada por el “Momo” Venegas, quien en directo alineamiento con el PRO intentó impugnar la elección y finalmente no participó de la misma.

La reunificación de la CGT marca, de momento, el cierre de una etapa sindical y política para la principal central obrera del país. En términos sindicales, está claro que el giro flexibilizador de la política laboral de CAMBIEMOS empuja a la dirigencia sindical a replantearse otra estrategia si quieren mantener sus recursos de poder económicos al interior de sus gremios. En términos políticos, la elección de un triunvirato – experiencia ensayada en la anterior elección cegetista – manifiesta un intento por contener distintas  tendencias del sindicalismo que hasta ahora habían desplegado estrategias de negociación, articulación, confrotación con el gobierno de CFK de manera más o menos aislada pero que, ante el Cambio, evalúan una redefinición de dichas estrategias en vistas de sostener sus recursos políticos. Esto es, la capacidad de incidir en la definición de políticas o de ejercer presión en los espacios de definición de estas.

Hugo Moyano fue el líder de la CGT durante más de una década en la que se reeditaron las principales políticas laborales del peronismo desde los primeros dos gobiernos de Perón, de la mano de Néstor y fundamentalmente de Cristina Kirchner. Es interesante dejar abierta la reflexión – y retomarla en un artículo sobre liderazgos – acerca de qué lugar ocupa hoy cada uno en el mapa político de la Argentina tras haber sido los pilares de la representación política una y sindical el otro.

A diferencia de lo acontecido ante otras crisis de modelo – como en los primeros años del menemismo o en el 2001- la “lentitud de reflejos” de los dirigentes sindicales frente al carácter antilaboral y antipopular de las políticas de CAMBIEMOS no agudizó las divisiones internas en la CGT sino que generó una especie de consenso interno para una transición hacia la unificación de la central obrera. Sin embargo, estas definiciones ambiguas y la demora en la decisión de acciones en defensa del empleo y el salario, contribuyeron a restarles representación en la conflictividad laboral que encontró camino en las representaciones sindicales otrora desvalorizadas por los sindicatos “de peso”.

Aprender sobre la Marcha… Federal

A menos de diez días de la reunificación cegetista, inició su camino la Marcha Federal que tuvo lugar entre el 31 de agosto y el 2 de septiembre. Fue masiva y contundente. No sólo por los miles y miles de trabajadoras y trabajadores que se movilizaron desde distintos puntos del país a la Plaza de Mayo, sino por la amplitud lograda en la convocatoria que mostró la unidad de las dos CTA – Yasky y Micheli,  junto a gremios de la CGT como la Corriente liderada por Palazzo – que fue parte de la organización y definición del programa de convocatoria- y sindicatos de las líneas de Caló y Moyano, como UOCRA, UOM Quilmes, Camioneros, Peaje, Dragado y Balizamiento, Panaderos y sindicatos del MASA. En convergencia con el sindicalismo tradicional y alternativo, la Marcha congregó a organizaciones políticas, estudiantiles, territoriales y de trabajadoras/es de la economía social, cooperativistas y movimientos de trabajadores desocupados, protagonistas históricos y parte constitutiva de la fisonomía de la Marcha Federal de 1994 y de las sucesivas marchas contra las políticas de ajuste de Menem, De La Rúa y Duhalde.

“Que aprendan sobre la marcha, sobre esta Marcha y muchas otras más que vendrán”, señaló Hugo Yasky en el discurso de cierre del acto que se realizó como corolario de una movilización que duró tres días y desplegó actos en los puntos de salida (Jujuy, Mendoza, Comodoro Rivadavia) y en los principales centros industriales (Rosario, Córdoba, Matanza) y que, según los informes del Indec del mes pasado, alcanzan niveles de desocupación de más del 11%.

La Marcha se define y se construye en un momento que asoma, quizás, como el más crítico del nuevo gobierno, actualmente situado en editorializado desamor con los grupos económico-mediáticos y fracturas internas en la resolución de los liderazgos con juego propio en la política del establishment.

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En el plano de “lo político”, la Plaza del viernes pasado manifiesta el corrimiento del eje de la conflictividad política que pasa de la disputa por la redistribución justa de la riqueza (ciclo finalizado el 9/12/2015) al plano defensivo para evitar la violencia de los despidos sin justificación, la persecución política en los lugares de trabajo y la pérdida de la capacidad adquisitiva de los salarios. La resistencia a estas medidas, se expresa a través de cierta lógica y estética noventista, pero con la experiencia histórica del kirchnerismo de por medio que nos “heredó” – entre otras tantas cosas- la capacidad de reaccionar al cimbronazo de los tarifazos, los despidos y el ajuste.

Nuevos sujetos, nuevas mayorías

La frecuencia y masividad con que la conflictividad social se expresó en la calle a lo largo de estos ocho meses, es parte de la “pesada herencia”, de la memoria de organización y de tradiciones populares que tienen muchos de los sindicatos y movimientos sociales que marcharon el pasado viernes 2 de septiembre y que vienen marcando la cancha en la calle a lo largo del año.

Más o menos kirchneristas las convocatorias, más o menos multisectoriales, la calle sigue siendo el resguardo político de las mayorías. Mayorías que se manifiestan de manera heterogénea y parcial en tanto a escenarios de movilización y cantidades de movilizadas/os: es clara la diferencia entre la movilización del 7 de agosto por San Cayetano, con la del 12 de Mayo en defensa de la educación pública y las universidades, la del 13 de Abril en Comodoro Py, el 24 de Marzo, el paro de los estatales del 24 de Febrero y el 9 de diciembre en Plaza de Mayo… El hilo conductor en esta cronología de masivas movilizaciones es que se convocan en defensa de los derechos conquistados y/o en repudio a las políticas neoliberales del Gobierno Nacional.

La emergencia de nuevos sujetos populares atiende a este cambio de eje en el conflicto social y responde a la necesidad de este tiempo de organizarse donde el conflicto se manifiesta. Por ello logran converger tradiciones sindicales distintas y organizaciones populares que van del kircherismo a ciertos sectores de la izquierda trotskista.

La Mayoría es heterogénea y se encuentra en proceso de redefinición de sus identidades y capacidad política, pero encuentra en el derecho a la movilización, sin dudas, la posibilidad de defender o limitar el avasallamiento de derechos conquistados durante los últimos doce años. Tal vez por eso, la clave esté en organizarnos a partir de la lectura de dicha conflictividad, al menos en este tramo. Si se interpreta la política desde ese lugar, quizás logremos sostener, contener y consolidar nuevos y mejores dispositivos que aglutinen y representen a la Mayoría.