A 20 años del 19 y el 20
UNA LLAGA EN EL CUERPO INSTITUCIONAL ARGENTINO
Por Beatriz Chisleanschi
Decir “el 19 y el 20” en Argentina no requiere agregar nada más ya que, inmediatamente esos dos números así juntos nos remite a la crisis institucional más grave que nuestro país ha vivido desde la vuelta a la democracia en el año 1983.
Fue en diciembre. Fue en el 2001. Fue hace 20 años atrás.
El modelo neoliberal comenzaba a dar cuenta de su fracaso (aunque siempre encuentra artilugios para seguir “vivito y coleando”), el nivel de desocupación alcanzaba el 18%, en tanto el trabajo informal superaba el 38 %. La pobreza, que había comenzado a agudizarse durante los años ´90 se encontraba, durante el gobierno de la Alianza, que encabezaba Fernando De la Rúa, en el 38,3%, según datos del Indec, aunque luego se modificó la metodología de medición y, según estimaciones del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas) la pobreza en 2001 afectó el 46% de la población, alcanzando el récord del 66% en 2002.
La Argentina para el último mes del 2001 había entrado en cesación de pagos, la ya magra jubilación, recortada en un 13%, una parte de la deuda pública resultó defaulteada, los pesos habían desaparecido y el circulante eran ticket canasta, patacones, lecop y otros billetes de uso interno, las reservas del Banco Central caían estrepitosamente y a la moneda estadounidense no se la encontraba ni camuflada detrás de un árbol.
En ese contexto, el entonces ministro de Economía, Domingo Felipe Cavallo intentó frenar la inminente corrida bancaria con el corralito. Casi una continuidad del Plan Bonex decretado por su antecesor durante el gobierno de Carlos Menem, Erman González cuando, el 28 de diciembre de 1989, entre las bromas por el Día de los Inocentes y el pan dulce y la sidra transmitía en Conferencia de Prensa que “los depósitos a plazo fijo van a ser convertidos y canjeados por Bonex, bonos de la deuda externa argentina serie 1989”, lo que significaba que los depósitos a plazo fijo, en su mayoría con vencimiento a 7 y 30 días, serían devueltos en bonos a 10 años.
Así fue como entre corridas y corralitos, en los barrios más vulnerables, las ollas populares crecían al ritmo del ruido de las panzas hambrientas, mientras que en los barrios de clase media las ollas y cacerolas eran utilizadas para hacer oír el descontento con el gobierno.
Las marchas contra el hambre y la pobreza organizadas por los movimientos sociales, a los cuales se nombraba como “piqueteros”, se unieron los reclamos de la clase media que de un día a otro se encontró con sus depósitos bancarios confiscados. Y, a los golpes de cacerola se les sumaron los que se daban contra las persianas de los bancos en reclamo de su dinero. Bancos con persianas bajas formaron parte del paisaje urbano durante mucho tiempo.
“Piquete y cacerola la lucha es una sola” era la consigna a finales del 2001 la que ilusionó a más de un progre o revolucionarix. Por primera vez, clase media, media devenida en baja y clase baja parecían unirse en una lucha que, al poco tiempo, volvió a dejar en claro que los intereses no eran los mismos. Trabajo y comida era el reclamo de unxs; volver al status de clase media o recuperar el dinero apropiado por el estado, el de otrxs.
El desenlace es conocido, un estallido social sin precedentes, la represión a las Madres de Plaza de Mayo, un grito que ponía en cuestionamiento a lxs políticxs y a la política en general, “que se vayan todos que no quede ni uno solo”, el Estado de Sitio (que hacía recordar a la dictadura siempre viva en la memoria de lxs argentinxs), disparos y 39 muertos. Los últimos tres fueron asesinados nueve días más tarde cuando el suboficial de la Policía Federal, Juan de Dios Velaztiqui, descargó tres fogonazos de su arma Browning GP-35 calibre 9 mm sobre tres hinchas del Club Atlético All Boys que estaban sentados en el bar de una Estación de Servicio en Floresta y que osaron comentar “Está bien. Por los 33 que mataron el otro día” mientras miraban por televisión las imágenes de algunxs manifestantxs golpeando a un policía.
Los episodios del 19 y el 20 culminaron con un helicóptero que sobrevolaba la Casa Rosada, un presidente que renunciaba en forma anticipada a su mandato, la vuelta a la Edad Media con la creación de clubes de trueque y la conformación de Asambleas Barriales que parecían indicar que una nueva forma de construcción política se avecinaba. A Fernando De la Rúa le sucedieron cinco presidentes hasta que, en el 2003 con el 22% de los votos asume Néstor Kirchner la presidencia, la situación comienza a estabilizarse y las Asambleas Barriales a diluirse.
La calidad educativa dañada por la crisis
Ningún estallido se produce en forma instantánea, como la tierra cuando se mueve, comienza con pequeños ruidos hasta llegar al terremoto. Así pasaba en cada rincón del país, la conflictiva social y gremial eran moneda corriente y la educación no escapaba a ello.
El movimiento obrero organizado, golpeado por la ley menemista de flexibilización laboral y salarial, tomaba las calles y las empresas. Las huelgas, protestas y manifestaciones se acentúan a lo largo de diciembre del 2001 frente a un gobierno que, lejos de responder a sus demandas, acentuaba la crisis.
Así fue como, la lucha que siempre fortalece, cobró cada vez mayores niveles de autonomía y comienza a verse un fenómeno nuevo en nuestro país que es el de las fábricas recuperadas, siendo la ceramista “Zanon” la primera de ellas y la que se constituyó en un emblema. De la mano de un país convulsionado y un modelo económico social agrietado, el formato cooperativo recobraba vida y comenzaba a transitar un camino que continúa 20 años después.
En ese contexto, la CTERA, el gremio docente mayoritario a nivel nacional, que hacía dos años atrás bajaba el cierre de la Carpa Blanca después de 1003 días, lleva a cabo, en octubre del 2001, un paro en todo el país por el pago del FONID (Fondo Nacional de Incentivo Docente), del cual se adeudaban dos cuotas del primer semestre de ese año y su continuidad en el presupuesto nacional 2002. El reclamo incluía también el pago en tiempo y forma de los salarios, el rechazo a las políticas de ajuste de los gobiernos nacional y provinciales y al Decreto Nacional Nº 480 que otorgaba la licencia única de servicios de telecomunicaciones. Asimismo, exigían el desprocesamiento de los militantes sociales por participar en luchas populares, anulación de la condena de la docente Marina Schifrin, a quien se acusaba de un supuesto “crimen” cuando se manifestaba, junto a otras 300 personas a favor de la escuela pública en Río Negro durante marzo de 1997, se rechazaba el pago del salario en tickets y exigía que se efectúe en efectivo y sin rebajas.
En ese marco, la calidad educativa se vio seriamente afectada. Con Andrés Delich a cargo del Ministerio de Educación, Argentina que supo estar a la vanguardia en esa materia a nivel regional, veía cada día desertar alumnxs de sus escuelas pues ya se sabe que desempleo y deserción escolar van de la mano. Recordemos que hasta el 2006, sólo la escuela primaria era obligatoria, por tanto el abandono de la escuela media para encontrar un trabajo que permita paliar, en parte, la pobreza familiar resultaba moneda corriente.
En las zonas más vulnerables la asistencia a la escuela permitía, al menos, asegurarse un plato diario de comida. Las escuelas privadas también sintieron los escarceos de una realidad de la que no escapaba nadie. Así fue como, al no poder hacerse cargo de la cuota, muchas familias pasaban a sus hijxs de la escuela paga a la estatal.
Hay caballos que se mueren potros sin galopar
El fracaso de Fernando Della Rúa y la Alianza en su gestión de gobierno resultó estrepitoso y provocó un daño institucional incalculable, “hay caballos que mueren potros sin galopar” como dicen los Redonditos de Ricota. Sin embargo, como en toda crisis se sale por arriba y la lucha obrera organizada y la política, siempre la política, encontraron la pista para galopar y poder reconstruir el país y permitirnos volver a soñar.
20 años después, con el FMI nuevamente respirándonos en la nuca, el poder real cada vez más hegemónico y dispuesto a no cesar un instante en llevar adelante un Golpe Blando contra el gobierno nacional y popular de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, debemos ejercitar la Memoria y volver a tejer lazos sociales para que los hechos del 2001 no se repitan Nunca Más.