UN LIBRO DE FÚTBOL

“Lamadrí, el renacido”

UN LIBRO DE FÚTBOL

Por Daniel Bello

En mayo de 2019 contacté al ex futbolista de Racing Club, entre otros equipos, Hugo Lamadrid, para  realizarle una entrevista para PPV.
Hacía ya un tiempo lo venía siguiendo en las redes y, más o menos, tenía un perfil armado sobre él pero, claro, era el que yo imaginaba, porque la realidad es otra cosa y, como dijo el Coco Basile: “Yo a mis equipos los paro bien en la cancha. El problema es que cuando empieza el partido, los jugadores se mueven”.
Antes de hacer la nota, repaso su vida, busco algunos datos y completo los espacios en blanco, necesito ver qué hay detrás del título de ex futbolista que ostenta. Siempre hay algo más que títulos.

Hacemos aquella entrevista y nos despedimos sin saber que Hugo publicaría, meses más tarde, un libro que yo compraría y que pondría en el sector privilegiado de mi biblioteca junto a «Dinámica de lo impensado» y «El Área 18». 

Llega el 2020 y la noticia de la publicación de su libro.
Y sucede algo que, a esta altura, parece ser una marca registrada de Hugo: un volante central con puntería para definir o elegir momentos. O algo así… Hugo abrió un negocio y estalló el país en 2001, ahora también podemos sumarle que envió un libro para publicar y explotó el mundo por una pandemia.

Hoy.
Después de la espera tengo en mis manos una primera edición del libro que, finalmente, Ediciones al Arco lanzó en mayo y cuyo título es “Lamadrí, el renacido: gloria, caída y resurrección de un trabajador del fútbol”.
Ya en la dedicatoria hay un algo que hace que las lágrimas se me escapen, es el párrafo dedicado para los futbolistas, acaso se me cruzan todos los que se fueron anónimamente y en medio del olvido, e incluso transitaron canchas sin llegar a cumplir el sueño de jugar en primera. No sé, algo me conecta, me siento aludido.
Avanzo.
Hugo sabe de lo que escribe y empieza a dejarlo claro desde el primer minuto, o capítulo: “Ya no soy aquel futbolista al que le pedían autógrafos o fotos a la salida de un entrenamiento o al que llamaban desde los programas de radio y de TV. Ahora soy nadie”. Intuyo que Hugo entiende que la vida es un cúmulo de elecciones. Mi cabeza explota y El Flaco aparece en el medio jugándose el existencialismo con Jean Paul Sarte. Tira paredes y se anima a la devolución redonda.

El libro es un recorrido por la vida de Lamadrid en tres momentos bien diferenciados y que el autor logra sintetizar excelentemente a lo largo de 11 capítulos.
Por momentos, el libro es una descarga como el grito de un gol contenido, por otros, una denuncia y, acaso, también un consejo para aquellos que harán de la pelota su oficio, su trabajo, su pan.
Hugo hace un lugar en el medio y hay espacio para la lágrima, porque el Flaco está en la camilla y lo que quema es el tobillo.
Estás ahí – te metió en el vestuario y no te diste cuenta – te parece escuchar como la piel se rompe.


El flaco te dice, sin vueltas, que duda. Se pregunta por qué, para qué, para demostrarle qué cosa a quién. Y que, además, tiene que elegir y se angustia -yo también me angustió-. Te cuenta una historia y desde la primera oración parece que ya sabe que en ese momento tendrá que lidiar con las consecuencias – ¿lo sabe? -.

Llegando al final aparece jugando con su propia historia, rememora el adiós, las benditas rifas, de nuevo las preguntas, las decisiones, las consecuencias, el reconocimiento que no llega.
La soledad y el fútbol son una mierda. Y, paradójicamente, Hugo se rompe para volver a jugar el partido que viene, uno terrenal.

Y Hugo no es inmortal. No es un Dios ni un marciano. Al final, está ahí, parado, lleno del mismo barro que nosotros. Porque si hay algo que sí es el Flaco, es uno de nosotrxs.


Hoy, pero más tarde, vuelvo a mirar el libro que ya terminé, del que seguro habrá otra edición. Jugueteo con sus hojas, mis ojos repasan líneas, lo vuelvo a saborear, siento que ese libro puede constituirse en una especie de revancha, porque como dicen, el fútbol te da revancha – ¿o era que no? -.

Reflexiono. Yo también pensaba que el fútbol se había ido al tacho, que se había extinguido, como se extinguieron aquellos cortes de pelos de glorias como Jorgito Comas, el Beto Carranza, el Pipo Gorosito… y Huguito Lamadrí.
Pero ahí están, ahí está el fútbol, al final del libro, brillando a pesar del barro, como el Diego en aquel Boca del 10 de abril de 1981.
Ahí está El flaco, y brilla, con las medias bajas y los botines desatados.
Jugó un partidazo.
Gracias Hugo. Gracias por el fútbol y gracias por este libro de fútbol.