Entrevista a Teresa Eggers-Brass
UN GOLPE A LA SALUD PÚBLICA.
EL HOSPITAL POSADAS BAJO LA DICTADURA
Por Hernán Quinteros
Ph Malén Quinteros
Teresa Eggers-Brass, es historiadora, escritora y militante. Teresa nos recibió en su casa en Parque Leloir junto a su hija y su marido para charlar sobre su carrera, su nuevo libro “Un golpe a la salud pública. El Hospital Posadas bajo la Dictadura”, sobre el Sistema Nacional Integrado de Salud y el próximo 24 de marzo.
Eggers-Brass, presentó su libro en el día de ayer y volverá a hacerlo hoy a las 10 de la mañana en la Municipalidad de Ituzaingó.
¿Reconocés, más allá del deseo, alguna circunstancia o motivo que te haya llevado a escribir y colaborar en tantos libros? O sea, dedicarte a la academia…
En realidad la academia en sí no es lo que me tiene vinculada. Yo empecé a escribir libros por la docencia, por la necesidad de tener libros que me sirvieran para mis alumnos. Yo estaba en una escuela muy humilde, que hace ya varios años se llama Nº 1, pero antes era la Escuela Técnica Nº 4 de Morón, cerca de Rafael Castillo, y necesitaba un libro para primer año y no había. Entonces, cuando otra persona me propuso escribir un libro le dije que sí, pero con la condición de que fuera para primer año. Como yo ya había dado muchos cursos para profesores de historia de la Provincia, había muchos profesores de distintos puntos del Gran Buenos Aires que me conocían.
Mis colegas, empezaron a comprar los libros y ahí dije “el otro libro que se necesita es el de Cívica de segundo”. Fue un poco arduo hacerlo porque era sobre la problemática de la Provincia de Bs. As. (cuando todavía era Polimodal en Provincia), entonces, había escuelas que tenían el programa de Provincia y otras que tenían el programa de Nación, como el Dorrego y los privados. Entonces, mi público no era las escuelas de Nación, sino las escuelas que en general eran las más humildes. Yo lo que quería era que tuvieran el mismo nivel pero con un lenguaje más sencillo.
Por esa cuestión y por esa necesidad se empezó a vender mucho. Éramos una editorial que en ese momento tuvo un libro, después tuvo 3 y después tuvo 7, y así… Cambiamos el nombre de la editorial cuando me separé de mi socio, y cuando me estaba por fundir, mi marido aceptó ayudarme, o sea que es parte de la editorial. Primero se llamó Maipú y después pasó a ser Maipué, que quiere decir valle de tierra cultivada o tierra fértil.
Es una editorial que empezó sin capital previo, con trabajo, porque hacíamos todo: unas señoras mayores que antes estaban en el centro editor empezaron a diagramar, nosotros pateábamos las escuelas. Al principio, las librerías no querían que yo les deje mis libros en consignación y por eso lo vendíamos en las escuelas, y cuando se empezaron a ser conocidos nos los pidieron en las librerías.
Te iba a preguntar cómo fue pasar de la trinchera del aula a la academia, pero en realidad fue al revés… En este sentido, respecto a tu último libro “Un golpe a la salud pública. El Hospital Posadas bajo la Dictadura”, ¿cómo es que se te ocurre escribir acerca de lo sucedido en el Hospital Posadas entre los años ’76 y el ’83?
Eso fue culpa de mis alumnos y alumnas. La primera vez que me mencionaron sobre el Hospital Posadas fue en el Colegio Aupi y fue la nieta de la madre del Negrito Avellaneda, Iris Avellaneda, mientras investigábamos para Jóvenes y Memoria, en el 2003/04.
En el 2006, para los 30 años, el gobierno hizo dos proyectos, uno a nivel nacional y otro a nivel provincial, para que los profesorados investigaran, y uno de mis alumnos dijo “yo quiero investigar sobre el Posadas, porque yo jugaba a los 12 años en el patio del Posadas y después me empezaron a echar, era una patota, y decían que había algo raro”. Otra de las alumnas tenía una hermana que trabajaba en el Hospital Posadas y se comunicó con alguien que estaba con la asociación de profesionales, así me prestaron dos carpetas de fotocopias de documentos que los tenía que mirar y a la semana devolver. Entonces, fotocopié todo para trabajar con los alumnos.
En unos de los documentos, noté que uno de los que había estado preso en el ’76 era el doctor Manigot, que yo lo conocía porque era padre de una compañera de mi hijo. Otro de los chicos del curso conocía a Cristina Flujer, que estaba en DDHH del Posadas. Entonces, en ese momento, le pedía a Manigot que fuera al curso. Vino al profesorado 45, en Fasola y Gaona, y le hicimos una entrevista, luego fuimos a entrevistar a Cristina con otros dos alumnos.
En base a esas dos entrevistas y a la lectura de los documentos hicimos el trabajo. Uno de los chicos lo presentó en un encuentro que se hizo en el colegio Bernasconi en Capital y otro en Chascomús, en un encuentro que se hizo con todos los profesorados de la provincia que habían participado de ese proyecto.
Ellos no siguieron la investigación luego de recibirse, entonces, les dije que si no lo hacían ellos, lo seguía yo. Y, en 2008, empecé a buscar más contactos y a hacer entrevistas a rabiar, me atendieron muy bien, me iban recomendando unos a otros, hice más de 20 entrevistas.
Me inscribí en el doctorado en la UBA, me aceptaron el tema, empecé a presentar trabajos sobre el Hospital Posadas en Congresos. Hice varios trabajos, pero en el momento en el que tenía que empezar a concretar la escritura estuve tres años con serios problemas de vista, había perdido prácticamente la visión de un ojo y no podía leer, luego tuve tres operaciones muy importantes y recuperé la vista. A partir del 2015 empecé de nuevo, había pedido una prórroga en el doctorado pero no llegué a tiempo porque seguía con el profesorado y con la Editorial.
Cuando me jubilé dije “no voy a hacer ningún trabajo para la editorial”, y el año pasado me dediqué solo a la escritura del Hospital Posadas. Fue un año intensísimo pero, finalmente, lo terminé.
En la introducción del libro decís que querés encontrar respuestas a una serie de preguntas. Con toda la investigación desplegada, ¿las encontraste?, ¿creés que quienes lean el libro van a poder elaborarlas?
Sí, yo creo que sí. Hay muchas más. Me decía la hija de un desaparecido: “faltarían las presas”. Yo entrevisté a dos detenidas desaparecidas que fueron liberadas. Pero a casi todos los que entrevisté fueron hombres. Por los contactos que me pasaron. Me acuerdo que había una que quería que la entreviste y, la verdad, es que no llegué a tiempo y luego murió. Lo que pasa es que uno, en una investigación tiene que hacer las entrevistas con posibilidad de seguir enriqueciendo lo que uno tiene en vista. Y cuando llega un nivel de saturación hay que terminar con las entrevistas porque si no es imposible. Uno no puede entrevistar a todo el mundo que sabe algo. Entonces como en ese momento no tuve tiempo me quedó eso sin hacer…
¿Encontraste obstáculos?
Sí, había un personaje de los medios, nefastos, echado por la asamblea del 73, que conseguí el contacto por una sobrina que trabajaba conmigo en el 45, pero nunca quiso.
¿Creés que existe una conexión entre toda esta historia del Hospital Posadas, cómo fue concebido para la excelencia, y el pedido de Cristina en La Plata, de articular a todo el sistema de salud?
Bueno, el proyecto del Hospital Posadas fue de Taiana, no de Carrillo. Carrillo tenía el proyecto del Sistema Nacional Integrado de Salud. Algunos dicen que sí, que se logró con Carrillo. La otra posición sostiene que había un sistema para los carenciados y otro sistema para los trabajadores. Las obras sociales, los sindicatos empezaron tener sus clínicas, entonces el lugar de salud del trabajador estaba en el Hospital Ferroviario, por ejemplo. Y según Perón, los hospitales, que tenían todo lo necesario eran para los que no tenían un trabajo estable. Para los que estaban fuera del sistema sindical. Evita, con la Fundación Evita, hizo proyectos como este de Taiana, que tenían que ver con la excelencia para los más humildes. Porque el Hospital Posadas se estaba dedicando a los tuberculosos y los tuberculosos, en general, eran los más humildes. Y, ¿por qué hacer un centro con mármoles, manijas de bronce, con tremendas salas de internación con balcones? Esas salas de internación después se dividieron por la mitad porque eran mucho más grandes de lo que suelen ser.
La cuestión es que, cuando cayó Perón, todo ese proyecto terminó y, según el doctor Capesse, que es un bioquímico de Merlo, el Hospital Posadas se salvó de ser otro Warnes, porque lo estaba haciendo una empresa constructora que tenía nexos con los de la Revolución Libertadora. Pero como el hospital estaba casi terminado y lo tenían que entregar, lo terminaron.
Dicen que no se dedicó a tuberculosos, porque cuando se terminó, en el ’58, los tuberculosos no estaban casi tratados por internación, sino por antibióticos. El doctor Barousse cuenta que él y otros recomendaron que fueran institutos de investigación de la salud. Después, con Frondizi, pensó en hacer algo un poco más popular y pusieron bachilleratos para salud pública y se puso una oficina de la Organización Panamericana de la Salud. Después, en la época de Onganía decidieron que iba a ser un policlínico, un Hospital Nacional de Agudos.
El que quería hacer un hospital era en red Barousse y cuenta que se encontró con mucha traba de otros hospitales. Barousse quería hacerlo para la excelencia, en red, pero para tenerlo para la excelencia quería que los médicos estuvieran 8 horas. Entonces contrató a muchísimos ex residentes para que tuvieran su casa ahí. Y bueno, muchos se fueron mudando cerca. Además, los ex residentes eran jóvenes, y los jóvenes muchísimos estaban en la militancia en la década del ’70. Ellos y ellas fueron contratados entre el ’72 y ’73.
Quienes lucharon por un Sistema Integrado de Salud fueron estos médicos y algunos que no eran médicos de los años ’72 y ’73. Ese era un sueño de la juventud peronista. Gollán y Cristina eran de la juventud peronista. Era un ideal.
La ley se hizo en el ’74 finalmente, pero tras la muerte de Perón, López Rega dejó aplicar el Sistema Integral de Salud en los lugares donde había competencia para lo estatal, o sea, en provincia con sistemas de obras sociales y privadas casi nulos. Ginés fue ministro de salud de San Luis en 1974, y allí aplicó al sistema nacional integral de salud
Nos acercamos a un nuevo 24 de marzo, ¿cómo transitás esta fecha, particularmente el anterior y este, en pandemia?
Estos son años muy raros. El año pasado fue el primer 24 de marzo que no fui a la Plaza, siempre hemos estado en la Plaza. Inclusive tengo una hermana que cumple ese día y nunca iba a su cumpleaños, salvo que lo hiciera a la noche. El año pasados pusimos los pañuelos colgados y este año hay que plantar un árbol.
Por último, ¿estás trabajando en algún otro proyecto?
En este momento lo que quiero hacer es el libro de tercero de historia, que cambiaron el programa con Larreta, y tiene que ser algo mucho más sintético. El otro libro tenía como 300 páginas, tiene que ser algo más sintético y con determinados objetivos, así que tengo que hacer eso.
Tenemos dos libros de arte que los hizo una persona muy allegada a mi mamá. Es un libro de Vilma Villaverde que es ceramista y hace cosas muy lindas y muy buenas, expone en todo el mundo, y entonces quería hacer un segundo volumen de ceramistas argentinos. Después hay cosas del Hospital Posadas que quedaron pendientes. Andrés me dice que lo de las mujeres, las presas, en algún momento se deben incorporar a la edición del libro como capítulo.