Se aprobó la Ley de paridad de género:
ROMPER EL TECHO DE CRISTAL
Por Amadora Pajolchek
Pasaron setenta años desde que se sancionó el voto femenino. Veinticinco desde la ley de cupo, la cual dio la posibilidad de ampliar el acceso a los cargos electorales y permitió aumentar la representación de las mujeres en cargos y decisiones políticas.
Esta madrugada, finalmente, con 165 votos afirmativos, 4 negativos – Pablo López del Frente de Izquierda, Nicolás Massot de Unión Pro por Córdoba, Héctor Roquel de la UCR Santa Cruz y Pablo Torello de Unión Pro Buenos Aires- y 2 abstenciones, el Congreso Nacional aprobó el proyecto de Ley de paridad de género en los ámbitos de representación política, que obliga a todos los partidos a intercalar varones y mujeres en las listas legislativas. De esta manera, las listas deberán tener, a partir de 2019, el 50 por ciento de candidatas mujeres.
Tras un largo debate, la norma de autoría de la senadora nacional Marina Riofrío -que entrará en vigencia a partir de los próximos comicios de 2019- había sido aprobada en la Cámara alta el 19 de octubre del año pasado y esperaba, desde entonces, con diversas propuestas complementarias y alternativas, su tratamiento en Diputados.
Celebramos la sanción de la ley que no es más que el reflejo de una ardua lucha de parte del movimiento de mujeres en Argentina, que no deja de crecer.
Sin embargo, el tema no debe salir de agenda, ya que no es una batalla finalizada y sabemos que la lucha por la igualdad de género es continua.
El término “techo de cristal” (glass ceiling) nace en los años ochenta en un informe sobre las mujeres ejecutivas publicado en el Wall Street Journal, pero se ha extendido a todo tipo de ocupación: la ciencia, el deporte, la política, etc.
Las mujeres hemos dado sobradas muestras de que ese techo de cristal es una imposición de la cultura patriarcal y que podemos realizar cualquier tipo de tarea, en cualquier ámbito de la vida. Sin embargo, solemos encontrarnos con ese techo en todos los sectores, si miramos con perspectiva de género. Porque si bien observamos que vivimos una época de profundos cambios y avances, en cuanto a la igualdad entre hombres y mujeres sabemos que el brazo opresor del patriarcado no descansa y recrudece sus pisadas. Especialmente en estos años donde los gobiernos conservadores buscan retroceder en políticas públicas destinadas a erradicar la violencia contra las mujeres y aplican una cruda política represiva a los miembros de la comunidad LGTBQ, hasta prohibiendo la libertad de expresión.