Cataluña
LOS CONSPIRADORES SILENCIOSOS CONTRA LA INDEPENDENCIA
Por Miguela Varela
El presidente de la Generalitát catalana, Carles Puigdemont, expresó esta semana que si bien asume el mandato del pueblo para que Cataluña sea un país independiente, propone suspender los efectos de la declaración de independencia para comenzar el diálogo con el gobierno español. Es cierto que se trata de un gesto para disminuir las tensiones, aunque hay algo más que opera en las sombras.
Desde hace unos días, la inminente Declaración Unilateral de Independencia (DUI) activó el poder de influencia de las grandes empresas. El sólo hecho de que la independencia catalana comenzara a tomar forma, desató el pánico entre los grandes empresarios, quienes comenzaron a presionar al gobierno central. Caixabank, por ejemplo, solicitó un decreto exprés al gobierno para abandonar Cataluña ante un eventual “temor de sus clientes sobre el destino de sus ahorros” y sobre la posible falta de soporte financiero por parte del Banco Central Europeo. ¿Es cierto que los bancos están profundamente preocupados por la inestabilidad financiera de sus afiliados? ¿O realmente son ellos los que quieren decidir sobre la soberanía de los pueblos de acuerdo a sus intereses? Miremos la respuesta de los mercados: tras una caída previa del 10% en los días más conflictivos, las acciones de Caixabank subieron un 4,9%.
Además, un extenso listado de empresas de diversos rubros anunciaron que estudian el traslado de sus sedes: Banc Sabadell, la Editorial Grupo Planeta, Caixa d’Enginyers, la aseguradora Catalana Occident, Edreams, el grupo farmacéutico Indukern, el operador bursátil GVC Gaesco, la inmobiliaria Colonial, Gas Natural, Aguas de Barcelona, entre otras.
Pero no es la primera vez que España es protagonista de la influencia de las fuerzas del capital. Durante la crisis de 2008, España debió modificar el artículo 135 de su Constitución durante el gobierno de Rodríguez Zapatero, miembro del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) , con el apoyo del PP. La modificación estaba destinada a garantizar por la vía constitucional el “equilibrio presupuestario” de las administración pública, y a darle prioridad al pago de la deuda sobre cualquier otra rúbrica presupuestaria. Es decir, la famosa Troika (Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) presionó a los dirigentes españoles para que destinen el 5,6% de su PBI al rescate del sistema bancario entre los años 2009 y 2015.
Es por esto, que las presiones de los grandes bancos y empresas demuestran que el estableshiment se abroquela detrás de sus intereses, más allá de las decisiones políticas de la mayoría. Son ellos quienes definen hoy el futuro político, económico y social de Cataluña. La Generalitát creyó poder sortear los obstáculos impuestos por la elite política española y las fuerzas más conservadoras, aún más, después del descrédito internacional tras las imágenes de la represión.
Sin embargo, no tomaron en cuenta a un factor fundamental. Hoy, la soberanía de los estados nacionales está condicionada por varios actores, pero principalmente, por dos: las decisiones de los organismos internacionales y el poder de lobby de las grandes empresas. En este caso, el poder del capitalismo concentrado ejerce una fuerte amenaza antes las decisiones soberanas: un actor silencioso que conspira contra la independencia.