Entrevista a Eduardo Silveyra sobre «La Gorra, prontuario de la Policía de la Ciudad» – Editorial CICCUS
«LA POLICÍA DE LA CIUDAD ES UNA FUERZA DE OCUPACIÓN»
Por Daniel Bello
Desde su creación, la policía de la Ciudad ha suscitado una larga lista de polémicas que en realidad pueden entenderse como el reflejo de cómo el macrismo -la fuerza que ya lleva más de 15 años al frente de la ciudad más rica del país- piensa políticamente a la seguridad.
Eduardo Silveyra se sumerge en esos orígenes y los desmenuza. Lo ordena de manera tal, que su libro «La Gorra, prontuario de la Ciudad de la Policía de la Ciudad», termina convirtiéndose en una obra necesaria para entender que la última discusión que se suscitó en torno a los fondos coparticipables es, en definitiva, una disputa por ver cómo se consolida legalmente una fuerza de seguridad que debería cuidarte, pero que te roba, te asesina o te desaparece.
Eduardo ¿cómo surge la idea de hacer el libro?
Hubo un caso, que se podría decir que fue bastante emblemático, que es el asesinato de Lucas González (https://revistappv.com.ar/murio-lucas-gonzalez/).
Cuando lo empecé a seguir iba descubriendo diversos componentes de la corrupción que hay dentro de la Policía de la Ciudad, además de las políticas que tienen contra los pibes de los barrios populares.
En el caso, interviene una abogada de la División Asuntos Penales del Ministerio de Justicia y Seguridad de la Ciudad, que asesora a los que cometieron el crimen y que realizaron el pseudo procedimiento que termina con la muerte de Lucas; que los asesora cómo deben declarar, cómo plantar un arma.
Una cuestión bastante siniestra.
Luego, la cobertura del Poder Judicial. Una de las cosas bastantes llamativas del caso es que a los chicos, que acompañaban a Lucas, cuando van a declarar al juzgado no van como testigos sino como sospechosos siendo ellos las víctimas de la patota que termina con la vida de Lucas.
Ahí empieza la investigación.
Cuando me pregunto por dónde empiezo, la historia de la Policía de la Ciudad no tiene tantos años en sí, y me digo “a ver los primeros jefes”.
Bueno, el primero fue el Fino Palacios -personaje totalmente siniestro-, que se va cuestionado por organismo de Derechos Humanos, familiares de las víctimas de la AMIA; el segundo que nombran es Osvaldo Chamarro, quien también se tiene que ir.
Ambos, tanto como Carlos Kevorkian -otro de los jefes-, venían de la Superintendencia de Seguridad Federal, que era la encargada de los Centros Clandestinos de Detención de lo que se llama el circuito ABO (Atlético, Banco y Olimpo). La Superintendencia es responsable de la Masacre de Fátima, ya el origen y los antecedentes de los primeros jefes indicaban el rumbo que iba a tener esta fuerza.
En este recorrido, que vas atando estos hilos, ¿qué es lo que más te llama la atención en lo que vas encontrando?
Esta es una Ciudad, si hablamos del tema urbano, con zonas sumamente gentrificadas; para contenerlas necesitas una fuerza policial también en la calle.
Eso también lo encontrás, como también la persecución a pibes de barriadas populares, después a los vendedores senegaleses –a Massar Ba lo molieron a palos y murió en el Hospital Ramos Mejía-.
La policía de la Ciudad es una fuerza de ocupación.
Algo que vos vas contando y que aparece en la lectura, es el tema de espiar, reprimir, ocultar, ocupar, esto se puede definir como una política de Estado de macrismo para la Ciudad.
Es una política que tiene Cambiemos. Te comentaba recién que es una fuerza de ocupación y tiene todo un dispositivo digital de control que es sumamente siniestro.
Por ejemplo, Chul Han, habla del dispositivo por el cual se controla a través de la felicidad; estamos en San Telmo, parce ser sumamente libre, la gente viene consume, hay lugares que es bastante permisivo que haya un grupo de jóvenes, se fumen un porro, pase la policía y no pase nada.
Ahora, esa misma escena la querés replicar en un barrio de la zona sur de la Ciudad y tenés a 3 o 4 patrulleros rodeando a esos pibes y cagándolos a palos.
Hay una cuestión redistributiva de la felicidad. En algunos lugares es permitida y en otros, reprimida. Tiene que ver con la condición social de quienes sean los actores y eso está sumamente claro.
Las cámaras de seguridad, si haces un mapa por ejemplo, la zona norte es la que más tiene y la zona sur, la que menos. También en la distribución de los agentes se ve esto, hay una superpoblación: hay 800 agentes por cada 100 mil habitantes cuando la ONU recomienda 300.
Esa distribución, cuando vas a la zona sur te encontrás 1 policía cada 10 cuadras, cuando vas a la zona norte hay 1 policía por cuadra.
Tomando en cuenta todo esto, ¿cuánto crees que los y las habitantes de la Ciudad son conscientes de lo que los rodea?
No sé si son conscientes. La gente cree que cuanto más policía hay, más seguros están. Te digo que hay 800 policías cada 100 mil habitantes y cuando te tomás el subte, siguen incorporando gente y te preguntas “¿hasta cuándo?”. Al final, toda la Ciudad va a ser una comisaria.
Y cómo hace el gobierno de la Ciudad para que esto no se vea…
Porque para eso están los medios hegemónicos…
Hace más de 15 años que gobiernan la Ciudad y a pesar de todo lo que contás en tu libro es como si no existiese un caso que haga rebalsar el vaso.
Algo que debería rebalsar el vaso es el tema de los polichorros, un cana sale de la comisaria se va a afanar, lo detienen y no sale la noticia. Y si sale al día siguiente no sabés nunca más lo que pasó con ese policía, si lo expulsaron de la fuerza, si siguió en actividad.
Hay un gran blindaje para que todas estás cosas pasen, una que tiene que ver con los medios hegemónicos y otra con el poder judicial.
El caso del policía desaparecido, Arshak Karhanyan, -el próximo 24 de febrero se cumplirán 4 años de la última vez que se lo vio con vida- es un delito de lesa humanidad; si una fuerza de seguridad desaparece no solo a un integrante de su misma fuerza sino a cualquier ciudadano, está tipificado como delito de lesa humanidad, que es lo que vienen reclamando los familiares.
El juez Alberto Baños, del Juzgado Criminal y Correccional Nº 27, ignora todo esto y pone a investigar la desaparición de Arshak a la misma policía.
No hay ningún policía que haya salido a testificar a favor de Arshak.
Está todo sistematizado en ese sentido: en encubrir; son una mafia, tienen los mismos patrones que las mafias, con un jefe, con un verticalismo, es una policía que heredó todos los negocios ilegales y las formas de recaudación que tenía la Federal y siguen intactos.
Finalmente, qué te dejó el libro cuando terminaste de poner todas estás cuestiones juntas.
Ganas de seguir investigando porque todo se replica, dónde hay un gobierno de derecha, en la Ciudad, en una provincia, se tiende a replicar el mismo modelo de policía.
O sea, son fuerzas de choques, son fuerzas de seguridad que se transforman en fuerzas represivas como la Gestapo; ellos mismos se catalogan así, como cuando ocurrió lo de La Plata, decían somos la Gestapo macristas: espían, reprimen, desaparecen.
Para cambiar todo esto, debe haber un cambio de conciencia e ideológico sumamente profundo.
Presentación
Hoy, a las 18.30 hs, se estará presentando el libro «LA GORRA. Prontuario de la Policía de la Ciudad» en la Casa Cultural Pepa Noia (Brasil 444, CABA).
Participan:
Eduardo Silveyra (Autor)
María del Carmen Verdú (CORREPI)
María José Cano, Derechos de los Pueblos
Alejandro Tarruella, escritor
Juan Carlos Manoukian (Editorial Ciccus)
Pablo Spataro, Sec. Gral. de la CTA Autónoma Capital