INTERNET Y LA TRAMPA DE LA AUTOCOMPLACIENCIA


INTERNET Y LA TRAMPA DE LA AUTOCOMPLACIENCIA

Por Daniel Bello

A fines de septiembre se venció la segunda prórroga que se había otorgado para la presentación del proyecto de Ley de Convergencias.
En octubre, y en el marco del Congreso Mundial de Desarrollo de las Telecomunicaciones (CMDT), en conferencia de prensa, Silvana Giudici – Coordinadora de la Comisión Redactora de la nueva Ley de Comunicaciones-, dijo que ese plazo se extendería hasta finales de noviembre.
Han pasado dos años y sólo se pudieron conocer 17 magros puntos de la Ley del gobierno macrista y que impulsa Giudici.
Algo que dista mucho de ser una ley o siquiera un proyecto.

Mientras tanto, el gobierno sigue imponiendo la persecución, el ahogo financiero y la censura a medios opositores -a tal punto que Horacio Verbistky decidió dar un paso al costado para no generarle problemas a Página/12-. Además, sigue sin modificarse el decreto de Macri que habilita la Convergencia en Telecomunicaciones a partir de enero de 2018. Este decreto establece la posibilidad de que las empresas brinden cuádruple play en forma automática en la zona del AMBA, Rosario y Córdoba.

Y total… tenemos internet

Mientras se demora la salida de la ley de convergencias, el monopolio sigue tratando de recuperar el terreno que debió relegar por la sanción de la ley 26522. Seguramente cuando ese proyecto de ley salga a la luz será a antojo y semejanza de las necesidades del monopolio de Clarín.
Los nuevos desafíos que abre esa instancia deberá reformular nuestra concepcicón de comunicar a través de internet.

En este punto siguen siendo preocupante las afirmaciones que parten de ciertos sectores del campo popular sobre internet y la libertad que ella sugiere.
Parece que no se terminase de dimensionar que internet es un medio de producción y, en muchos casos, un medio que sirve para comunicar, pero que de ninguna manera puede significar el fin último de cualquier comunicador.
Es decir, navegar para informar en vecindarios o comunidades afines a las de uno y determinadas por un algoritmo, en un punto es facilitarle la tarea al monopolio simplemente porque conformamos un gueto comunicacional.
Se refuerza el aislamiento, no se rompe ningún sentido común y solo se brinda información para comprobar aquello que de antemano se tiene definido: la posverdad, pero “de este lado”.
Y lo más peligroso, más allá de la autocomplacencia, es que la palanca de encendido de internet no está bajo operación popular.


Google de nuevo

El jueves 30 de noviembre, Google eliminó las cuentas de HispanTV, HispanTV Programas, HispanTV Documentales y HispanTV Películas y Series.
El argumento fue que la cadena iraní, ubicada en Madrid e inaugurada el 30 de enero de 2012, enviaba spam.  La señal se defendió al señalar que “HispanTV nunca ha utilizado spam ni ha enviado contenido promocional o comercial alguno no deseado ni tampoco ha remitido solicitudes masivas o no deseadas”. Esta censura se suma a la que Youtube realizó tres meses atrás, cuando bloqueó la transmisión en vivo de Hispan TV y el proveedor español de satélite Hispasat dejó de dar servicios a HispanTV y A PressTV – otro canal iraní, pero de lengua inglesa – en 2012.
Estos hechos se suman a los de las señales rusas RT y Sputnik (http://bit.ly/2iOOsA7)

Oportunidad

Los medios populares y comunitarios, sobre todo, tienen una gran oportunidad en estos tiempos: la crisis que los medios hegemónicos han generado en el periodismo, abren la puerta para que se dé un profundo trabajo de comunicación popular y comunitaria.
Es decir, salir y ganar la calle en busca de las audiencias huérfanas que han desplazado de sus pantallas los medios hegemónicos. Esa búsqueda nos permitirá investigar qué tipo de audiencias existen en nuestros territorios y pensar -reflexionar-nos sobre qué tipo de contenidos se pueden crear.
Acaso, el mayor desafío que plantea este trabajo es que, en definitiva, comencemos a luchar por generar, ya no sólo un sujeto crítico sino también que modifiquemos la forma de consumir noticias para alcanzar una masa crítica como aun nunca han logrado alcanzar los medios comunitarios.