«HAY QUE DESPERTAR CONCIENCIAS, SEGUIR CREANDO Y DANDO FUERZAS»

Entrevista a Fabio «Mosquito» Sancineto- actor pionero de la improvisación en Argentina.

«HAY QUE DESPERTAR CONCIENCIAS, SEGUIR CREANDO Y DANDO FUERZAS»

Por Darío Ferrazzano

En la tradicional confitería de Medrano y Rivadavia nos encontramos con Fabio Mosquito Sancineto, el pionero de la improvisación en Argentina.  La charla transcurrió amena entre risas y saludos a vecinos y mozos del lugar que lo reconocen de inmediato.  Fueron 40 minutos de recorrido sobre la vida artística y personal de un tipo sencillo que atrapa con su narrativa.  Pasen y lean…

Si pienso en un mosquito se me viene a la mente un insecto que pasa desapercibido, que no sabés que está hasta que él quiere que te enteres: te zumba y te pica. ¿Cuánto de eso hay en tu apodo (y en vos)?

Es un sobrenombre que me lo puso Bebe Kamin, director de Los chicos de la Guerra.  Hice un casting para esa película, quedé seleccionado y en el transcurso de los ensayos me bautizó así primero por lo físico: hace 30 años yo era un adolescente muy flaquito, sigo siendo delgado pero era mucho más flaco, tenía un rostro muy anguloso y ojos muy grandes, aparte era muy conversador y él me decía que todo lo que yo hablaba le gustaba y lo entretenía, que era como un zumbido muy simpático.  Y entonces me bautizó Mosquito, que fue el personaje que él después creó para la película.  Y ahí quedó, lo acepté, me gustó porque no me parece ofensivo sino al contrario, mi carácter es el de un tipo picante, que va al hueso.  Zumbo siempre pero con el objetivo de abrir cabezas y de no sucumbir ante la gravedad de los hechos.

¿Y a vos quién te abrió la cabeza?

Un montón de gente.  En lo artístico mi profesor de teatro Ariel Bufano.  Yo estudiaba en el Labardén (Instituto Vocacional de Arte).  Empecé ahí a los 12 años, hacía la primaria a la mañana y después me iba al Labardén a la tarde, y él fue mi primer maestro.  También Adelaida Mangani, que fue mi profesora de expresión cultural.  Después Norman Brisky fue el que, definitivamente, me rompió el cráneo y Claude Bazán, director francés, que me introdujo en la improvisación. A partir de allí introdujimos la improvisación a la argentina, y en 2018 cumplo 30 años con la improvisación.

¿Cómo se sostuvieron esos 30 años?

Primero por la perseverancia personal y la seguridad de que sé que la improvisación es un género teatral todavía novedoso, a pesar de que tiene 30 años, y que tiene todavía mucho terreno para transitar.  Nunca cansa, no hay techo, es divertido hacerlo.  Y sobre todo porque estos años fui docente de mucha gente que ha trabajado la impro y fue creando sus propios elencos improvisadores.  Yo todos los años digo: “este año es el último”, pero es mentira (como Mirtha Legrand).  Me gusta mucho la improvisación, está en mi ADN.

¿Cómo es laburar con la improvisación?, ¿el público se engancha enseguida o a veces es más complicado? 

No hay guion, nunca sabés lo que vas a hacer.  Mi estímulo es el título: a partir de ahí tenés que crear una propuesta de historia.  Y en el vínculo con los compañeros dentro de esa historia tenés que ir avanzando, creando nuevos dentro de la historia.  Después están los estilos: una improvisación puede ser una comedia musical, otra una ópera, una película de cine mudo, un melodrama del cine argentino de la década del ’40, una tragedia shakesperiana y siempre en tono de parodia, con humor.  Es eso, es escuchar al compañero, saber proponer dentro de la historia y no ser egoísta y ser amable.  Con la improvisación lo importante es la historia y el público tiene que salir satisfecho de observarla.

Respecto al público, por lo general se enganchan porque no lo conocen y, una vez que entienden el código, aprenden algo que los puede llegar a fascinar.  Todo depende también de la calidad del improvisador: cuanto más imaginativo y más elementos teatrales tenga a su favor mucho mejor es el beneficio tanto para el artista como para el espectador.  Después están los que se resisten, porque en ellos se activa el prejuicio o la autocensura.  Pero a esa persona que aparece como un paredón o un muro las capto inmediatamente, y no me convierto en enemigo de esa persona sino todo lo contrario, trabajo con el objetivo de seducirla para que comprenda que acá no hay burla, sino que es la frescura del humor.

Empezaste de pibe en 1979, ¿cómo fue el inicio en el teatro en el marco de la dictadura?

Era chico y no era muy consciente de lo que era una dictadura porque lo poco que había vivido en democracia tampoco lo entendía.  Estaba en mi mundo infantil y pre-adolescente.  Ya había debutado en teatro y sí tenía algo (que todavía lo mantengo) que es una intuición bastante desarrollada.  Entonces, entendía que algo estaba ocurriendo, lo captaba por lo que sentía de mis compañeros adultos, que eran actores y muchos de ellos en esa época fueron censurados por la dictadura.  Te hablo de Inda Ledesma (que era una directora genial, que era comunista y estaba alejada de los medios), Juan Manuel Tenuta (actor uruguayo exiliado en nuestro país por la dictadura de Uruguay).  Y ahí empecé a captar la atmósfera del terreno que se vivía.
Años después, lo viví en carne propia cuando la policía me detuvo en la calle, a los 14 años, a la vuelta de mi casa policías con ametralladoras apuntándome y sacándome las carpetas de dibujo y preguntándome “¿qué es esto?”.  Era muy violenta la escena y lo que aprendí en ese momento era que tenía que mentir y cubrirme, entonces, no decía que estudiaba arte y decía que era la carpeta de dibujo de mi escuela y que no entendía por qué me hacían eso.  Ahí entendí que los militares son asesinos. Y hoy, las fuerzas de represión lamentablemente volvieron a hacer el mismo trabajo sucio que en esa época.  Son la nueva generación, los hijos de aquellos, y yo me pregunto qué pasó en esta democracia. ¿No le enseñaron a esta gente que hay que respetar?  Se ha llegado a acusar al que piensa distinto de terrorista, otra vez la teoría de los dos demonios. Entonces deduzco que este gobierno no es democrático.

¿Cuál fue la evolución en el teatro desde la época de la dictadura hasta hoy?

En el año ’81 Teatro abierto fue un lugar de resistencia muy importante.  Con la democracia aparecieron lugares esplendorosos, emergentes y necesarios para los artísticos jóvenes como el Rojas, Medio Mundo Varieté o el Paracultural. Lugares donde uno podía decir lo que sentía sin ningún problema, y aparte había esa necesidad urgente de salir de la dictadura y hablar.  Se evolucionó un montón.

¿Cómo ves hoy al teatro under?

No existe, para mí no existe más, es parte de un pasado.  Antes ser under era ser un artista que calificaba, ahora se le puede decir under a una obra menor en un lugar alejado del circuito, sin desmerecer a nadie, pero el under es símbolo de otra cosa: de movilizar, de crear vínculos casi revolucionarios con el arte, de trabajar con las vísceras, de no callar nunca, de investigar.  Y ahora no hay ese lenguaje corporal ni tampoco tienen esa idea guerrillera de hacer teatro (risas).

Además del teatro laburaste en los medios, estuviste en Radio Nacional y en televisión ¿Cómo ves hoy los medios?

Los veo sumamente peligrosos porque están siendo captados por el oficialismo, son más berretas y son todos operadores de este gobierno, hasta causa risa lo siniestro que pueden ser.  Pero es lamentable porque existe la persecución política, la censura, no hace falta que seas peronista para no poder trabajar en un medio, con que seas opositor ya está mal visto.  La televisión, para mí, ya es un lugar muy menor, primero porque hay poco trabajo, casi no hay ficción y si la hay son dos o tres novelas (que no es nada) con elencos ya casi estables.  Lo poco que hay ¿qué es? Tinelli, que hace 10 años que está con lo mismo.  No me gustan los monopolios y está todo muy monopolizado. Vos fijate que Mirtha Legrand hace 50 años que almuerza (y ahora cena): es siniestro.  Y es eso o Canal 7, que es tierra de nadie. La política de Lombardi es la peor que estamos padeciendo, Lombardi es un mackartista.  El 31 de diciembre se cumplieron dos años de que me echaron de Radio Nacional por celular, así me quedé sin laburo.  No les importa nada.

Tu proyecto más inmediato es Las Destructoras ¿de qué se trata?

La historia es de tres integrantes de una banda de cumbia que se llaman Las Destructoras y son: Leila (la jefa, Laura Mancini), Bety (Victoria Orquín, la dark que ve todo negativo) y Roxy (que es mi personaje, la travesti) que cree que va a ser una especie de Gilda.  Empieza el 20 de enero en el teatro El Método Kairós (El Salvador 4530), es muy diferente a lo que hice siempre, es fuera de la improvisación.  Es una comedia con canciones, como una comedia música,l y yo jamás canté en público y además tengo que bailar.  Me está siendo muy divertido, pero estoy muy nervioso.  Estoy trabajando junto a Laura Mancini que es una gran capitana de la comedia musical en nuestro país y me dio mucha confianza.

También vas a hacer un personaje en la segunda temporada de El Marginal…

Estoy re emocionado con eso, era un deseo personal.  Estoy feliz, porque es un producto nacional, una miniserie que está buenísima, con una temática fuerte y con un personaje que en principio es chico pero que puede crecer.  Es un personaje en el pabellón trans, ojalá me toque hacer de villana porque me gusta, si tengo que elegir siempre elijo ser la más mala, la más perra, cuanto más perra mejor.

¿Una última reflexión?

Mirá la solución para el país no la tengo, sé que el camino por el que estamos yendo no es el ideal porque el terreno del neoliberalismo ya lo hemos padecido.  Me sorprende la ingratitud de la gente, en cuanto a su propia experiencia de vida, porque habiendo vivido esta misma situación que hayan votado la reiteración de la misma, me parece que es de falta de amor propio y una falta de respeto a sí mismos muy grande. Y nos arrastran a todos.  Ojalá que se dé una conmoción que los hagan pensar “tengo que cambiar la forma”.  Yo creo que neoliberalismo es genocidio. Por ejemplo, lo que hicieron con los jubilados es terrible, pero lo más terrible es que haya diputados de la oposición que lo hayan votado.  Esos seres humanos (por ponerlos en una categoría) tienen una moral muy baja, están condenando a mucha gente. Entonces hay que despertar conciencias y seguir creando y estimulando a la gente que está deprimida, caída y darle fuerza, hay que colaborar con el otro todo el tiempo.