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“EL REFUGIO ES PARTE DE LA VIDA DE MUCHA GENTE, Y NO ES POCO”

Entrevista a Nicolás Césare:

“EL REFUGIO ES PARTE DE LA VIDA DE MUCHA GENTE, Y NO ES POCO”

Por Darío Ferrazzano

Cada barrio tiene su historia, cada barrio tiene su propia cultura, su vida y hasta su propio color.  Cada barrio tiene su razón de ser y también tiene identidades que se van fortaleciendo año tras años con las costumbres de la gente que lo habita.  Si nos propusiéramos el desafío de ir casa por casa preguntando por el ícono cultural del barrio, sin antes avisar y de sorpresa, sin dudas la mayoría de la gente señalaría el mismo lugar.  Nos señalarían ese centro cultural, teatro o bar contenedor de anécdotas que seguramente tiene la esencia o color de quien la cuente, pero que en el fondo es la misma.  En todos los barrios hay negocios que llevan por nombre la descripción de lo que es, son nombres que fueron dados por la gente del barrio y no por quien atiende el negocio.  ¿O acaso nunca te mandaron a comprar algo a la casa de limpieza? La casa de las galletitas tenía todas sus paredes tapadas por latas y latas apiladas una encima de la otra de variedades increíbles de esas golosinas infaltables y compañeras de meriendas.  Elegir una lata para complicarle las cosas a quien atendía mientras hacía malabares para darnos el gusto era algo genial.  Salvo que estuvieras en compañía de una persona adulta que te miraba con cara de no rompás las pelotas nene y elegí algo más a mano.  Lo bueno es que siempre ligabas una o dos extras cuando para el viaje.  Así como está cada uno de estos negocios emblemáticos, está también el club, ese donde se juntaban el abuelo y la abuela a jugar a la canasta o al truco, donde el bar se hacía estadio para ver el partido de las 6 de la tarde del domingo.

Y también está el centro cultural, o teatro.  Ese de donde salieron lxs grandes artistas, quizás poco conocidos, fronteras afuera del barrio.  En el caso de Banfield (y un poco más allá también) ese teatro emblemático de barrio es sin dudas El Refugio, nacido en 1998 de la cabeza de un pibe de 22 años que tal como cobraba el sueldo lo dejaba en la inmobiliaria para apostar a la creatividad y al sueño de tener un lugar propio, pero a la vez de todxs, para disfrutar de la cultura en su máxima expresión.  Hablar de cultura en Banfield es hablar del Teatro El Refugio.  Cita obligada de las escuelas del distrito, el teatro fue creciendo con los años y haciéndose emblema e identidad de uno de los barrios más importantes de zona sur.  Lxs vecinxs lo entienden así, les pertenece y lo quieren porque lo disfrutaron, porque lejos de cerrarse a un público chico abrió sus puertas a la comunidad y la hizo parte.

Es fundamental entender este sentido de pertenencia colectivo y barrial para que a quien lee le llegue la emoción con la que su fundador Nicolás Césare habló con Revista PPV sobre el (casi) posible cierre de este emblema de la cultura, que no fue tal gracias a la masiva movilización de la gente por redes sociales y el apoyo incondicional de artistas que pasaron por su escenario como El Tano Marciello, Carlos Gardelini así como decenas de bandas under que visibilizaron el conflicto en sus redes sociales e incluso llegaron a proponer festivales a beneficio del teatro.  Y, fundamentalmente, porque llegó la gente y lo salvó.

«Fue una locura hermosa haber parido el Refugio”

-Empecemos por el final y después vayamos a la historia.  ¿Qué pasó a mediados de agosto con El Refugio? De golpe vimos que el lugar tenía el cartel de se alquila…

-La pandemia y la cuarentena dictada obviamente hizo que a partir del 14 de marzo en adelante toda la programación (teatral y musical) que había hasta junio confirmada se cayera.  Lo que generó que el ahorro que teníamos por los subsidios del Instituto Nacional del Teatro lo deriváramos a pagar el alquiler por adelantado hasta junio, sin contar los servicios (internet, luz, etc) ni los empleados.  Hace 15 días, Daniel Bastías (que es el actual responsable del Teatro) se puso a hablar con el dueño del local para ver el tema del alquiler y nos dijo “ustedes me deben esta plata, les hago un descuento, me pagan la mitad pero me deben tanta plata”.  El dueño nos llegó a decir “si no me podés pagar ponemos el cartel de alquiler y no me debes nada” o sea nos sacaba de encima la deuda.  De la noche a la mañana, puso el cartel, y Daniel que vive arriba se entera porque un amigo le manda una foto por whatsapp del cartel.  Lo pusimos en las redes y se viralizó de forma inusitada.  Más de 2.000 reacciones, más de 900 veces compartidos, 600 o más comentarios, se empezó a viralizar y la gente comentaba lo que había vivido ahí, comentarios como “El Refugio no puede cerrar”.  Ya veníamos pensado en mudarlo a un lugar más chico sólo para hacer teatro (para 40 personas) sin meter música ni nada, totalmente distinto a lo que es.  Toda esta movida en las redes hace que la noticia le llegue al Subsecretario de Cultura, al Secretario de Gobierno del Municipio y por ende le llega al Intendente Martín Insaurralde.  A los dos días, literalmente, se comunica con nosotros porque querían hablar con el dueño para agilizar el subsidio correspondiente a los teatros independientes.

-¿Por qué recalcás tanto esa parte?

Porque no es que fue una ayuda del Municipio, sino que aceleró los trámites del subsidio que nos corresponde por ordenanza municipal.  Por eso es importante, para que no se tergiversen las cosas.  Nosotros estamos habilitados legalmente por el Municipio y como todos los espacios culturales nos corresponde eso al cumplir con las normativas vigentes y tener la habilitación definitiva.  Es como dice Daniel Bastías en todas las notas: “Al Refugio lo salvó la gente”.  Porque cuando se sube a las redes que el dueño nos dice “bajen ya el cartel”, en un solo día se multiplicaron las alegrías, porque en un día hubo 4.000 reacciones.  Se dio un apoyo de artistas de renombre que han colaborado haciendo videos para pedir que el Refugio no se cierre.  Y eso te genera una motivación y exigencia que habiendo cumplido 22 años nos impulsa a seguir mínimo hasta llegar a los 30 años.

¿Cuál fue tu sensación al ver el cartel colgado?

A mi me pega en lo profundo, porque yo lo fundé a mis 22 años, hoy tengo 44 y el teatro tiene mi edad cuando lo fundé.  Que fue en el culo del mundo en las 5 esquinas de Banfield, era una situación en la cual me tiré solo a eso.  Mi hermano me sacó un crédito en ese momento, mi viejo trabajó de carpintero y sigue haciendo cosas.  El teatro lo hicimos mi viejo y yo: el escenario, los bancos donde se sentaba la gente (30 bancos tipo iglesia), el mostrador, las puertas, la boletería… Era todo de madera, bien artesanal, más artesanal no se consigue.  Aparte de laburo individual: porque en ese momento que estábamos con un problema familiar mi viejo venía, me daba indicaciones para hacer cosas, se iba y venía al otro día y así estábamos.  Yo llegaba de noche y me iba de noche.  Por eso digo que por momentos es mi hijo, por momentos es mi hermano porque nos criamos juntos y por momentos es mi viejo porque me ha enseñado cosas.

¿Qué papel tiene Daniel en la historia del teatro?

Se sumó hace siete años y para mí fue importantísimo que Daniel haya venido a poner orden en el Refugio.  Se puso al hombro las cosas administrativas que había que ordenar.  Para mí, en lo personal, el Refugio es como dijo Kusturika cuando dirigió Underground: un caos organizado.  Para mí el Refugio siempre fue eso, era todo un quilombo.  También fue lo artesanal y la base de lo que enamoró a alumnos, a público y a grandes artistas.

Llegó a significar tanto para algunos artistas que, por ejemplo, La Mississippi cuando toca en el sur lo hace sólo en el Refugio, ¿no?

Exactamente.  Desde 2012 toca La Mississippi, Vox Dei toca desde 2009, nuestro camarín se llama Rubén Basoalto en homenaje a su baterista porque el último show que hizo lo hizo acá.  Por eso para Vox Dei venir al Refugio es una emoción.  Ellos dos o tres veces por año vienen siempre, tuvimos el placer que vengan a tocar Pedro y Pablo después de estar 5 años separados, y la verdad el listado de artistas es muy muy grande.    Yo siempre digo que con plata hasta traigo a Rogger Waters a tocar en el baño de mi casa: si yo le pago el pasaje, el caché y la estadía, me canta the wall sentado en el inodoro.  Pero lo interesante es la gestión y cuando generas confianza en el artista para que se enamore del proyecto y sea participativo: que venga aunque no lo conozca porque se lo recomendaron o le hablaron del lugar.  Ese es El Refugio.

Genera esa cercanía de decir “quiero venir” y esa vinculación de decir “si no toco acá no toco”

Se han dado casos como la Mississippi que fueron a tocar a dos lugares en Lomas y les fue mal.  Pero en ese momento me dijeron “nosotros somos laburantes, nosotros laburamos de esto”.  Pero después se dio de parte de ellos que los llamaron desde otros lugares y que digan “en el sur tocamos en el Refugio porque nos va bien, la gente se siente identificada y nos tratan de primera”.  Yo siempre hago una analogía con el Indio Solari, más allá de los kilómetros de diferencia que hay, pero cuando él se fue de Los Redondos dijo: “A nivel artístico no creo que supere el proyecto de los Redondos”.  Yo en lo personal digo no creo superar lo que hice en el Refugio (ojalá lo pueda lograr con otros proyectos que tengo), fue mi obra maestra de creación metiéndome en un lugar que no conocía, era muy joven.

Fue toda una apuesta, sobre todo a la vocación a laburar y a generar desde lo que uno quiere, no te metiste en una oficina: apostaste a lo tuyo.

Exactamente, no me metí en una oficina y eso no es poco.  Sí me metí después, porque hace 8 años estoy dentro de la Subsecretaría de Cultura de Lomas donde soy el director del Teatro El Municipio.  Pero digo: me metí en una oficina medianamente igual a hacer lo que me gusta.

Volviendo a lo que fue el posible cierre: lograron acelerar los trámites, arreglaron con el dueño y ahora igual hay que seguir pensando para seguir subsistiendo.  ¿Cómo sigue la generación de contenidos, de talleres…?, ¿lo pasaron a forma virtual?

No lo pasamos a forma virtual, estamos en tratativas cuando se pueda lograr la parte de espectáculos (que sea con poca gente en el escenario) pasarlo por streaming.  Pero los talleres que dábamos con Daniel quizás haya alguien que quiera hacerlos virtual, pero para nosotros el teatro es presencial: una cosa es que pueda organizar un ensayo por zoom y tiremos texto: ahí sí, pero también hay cosas que no se pueden hacer virtual.  Desde un ejercicio de relajación, el teatro necesita del otro, de la otra…  Necesitas de un idea y vuelta que quizás para un ensayo puntual sí, pero en algo en lo que se necesita mucho la química y comunicación entre 3 o 5 personas arriba de un escenario o un trabajo de expresión corporal que no vas a lograrlo en la cocina de tu casa como en una sala del Refugio.

Es como decíamos antes, el teatro no es una oficina que la podes poner en otro lugar con una computadora.  Tiene otro contacto con la gente, con el compañero o compañera que tenés al lado y está en la misma que vos.

Hay tiempos, hay silencios y miradas que no son lo mismo.  Si yo tengo que decirle algo a alguien tocándole el hombro no es lo mismo que sienta esa presión a que no la sienta, ese contacto a que lo haga por una cámara, no puedo tocar la cámara o el celular.  No reniego de quien hoy para subsistir lo haga y que quizás salgan cosas interesantes.  Pero nuestro formato de trabajar no es para este momento.  Por eso necesitamos la presencia del Estado como este subsidio que aparece como un derecho adquirido, como con los subsidios del Instituto Nacional del Teatro que son para funcionamiento.  Imaginate que en condiciones normales este subsidio nos alcanzaba para cubrir el 30% de los gastos, ahora no llega a eso porque esa misma guita no teniendo ingresos es peor, también están los tiempos burocráticos del Estado que tiene sus cosas.

¿Y ahora cómo se encara para seguir?

Los gastos por lo pronto cuando lleguen los subsidios hasta entrados dos o tres meses del año que viene están cubiertos.  Eso nos da tranquilidad para pensar en este futuro inmediato.  Yo siempre digo que el Refugio tiene gastos de pyme e ingresos de centro cultural.  No es fácil, teníamos preparadas obras de teatro como El Principito que ya en abril teníamos vendidas funciones para escuelas, era para hacerla en vacaciones de invierno, para llevarlo a festivales y ese ingreso obviamente no está y no sabemos cuándo va a volver, porque el nivel de incertidumbre que genera el Covid-19 hasta que aparezca la vacuna, hasta que se la dé todo el mundo, hasta que salga el miedo de la gente… quizás sea mayo/junio del año que viene. Porque el cagazo va a quedar por un tiempo.

Lo principal es que la gente lo salvó por movilizarse en redes sociales.  Y lo importante de saber que la gente reaccionó como reaccionó porque ustedes algo dejaron a la gente.

Exactamente, una de las ideas que trajo Daniel fue El Refugio sale a la calle que en fechas patrias cortábamos la calle (aunque algunos vecinos nos puteaban je), los comercios de la zona salían a vender sus cosas en la calle, se acercaba gente de Lomas, Banfield y otros lugares y compartir esos momentos es único, no es poca cosa.  También lo hicimos en el festejo del aniversario de Banfield.  El Refugio está tomado como algo que supera una Institución, es parte de la vida de mucha gente y no es poco.

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