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EL PAPA EN IRAK: EL HECHO GEOPOLÍTICO DE 2021

EL PAPA EN IRAK: EL HECHO GEOPOLÍTICO DE 2021

 Por Miguela Varela

La visita del Papa Francisco a Irak es uno de los acontecimientos del año 2021. Esto, por varios motivos: en plena pandemia y elegido como el principal destino del retorno del Papa a sus actividades internacionales, Irak vuelve al centro de la escena. Pero esta vez no por bombardeos y ataques terroristas, sino porque es el espejo que eligió Francisco para mostrarle al mundo qué pasa en la periferia.

¿Por qué Irak?

Irak es una de las arenas más convulsionadas del siglo XXI. El desarrollo del Estado Islámico (EI) con centro en la ciudad de Mosul, generó terror y una cacería religiosa, entre los que se encontraban los cristianos. De los casi un millón y medio de fieles, sólo quedan apenas menos de 500.000. Además, desde la invasión de Estados Unidos a Irak en 2003 y hasta la actualidad, la comunidad cristiana iraquí se redujo en un 83%.

Si bien hace tres años que el EI se replegó, aún la violencia no cesa. En un país que perdió casi la mitad de su población entre muertos y refugiados, el EI no sólo se cargó vidas, sino también las principales representaciones religiosas como iglesias cristianas, mezquitas y mausoleos.

Pero el conflicto en Irak no sólo involucra a los grupos terroristas, sino también a los Estados Unidos. Instalados en el marco de una coalición internacional que combate al EI, Estados Unidas está lejos de generar estabilidad debido a sus constantes tensiones con el vecino Irán. Los iraníes, a través de sus milicias chiítas, pretenden seguir ejerciendo influencia en Irak y hacer de la presencia norteamericana un motivo de conflicto a través de bombardeos a sus bases militares.

En este contexto casi indescifrable, la visita del Papa dejó algunos mensajes a la reciente administración de Joe Biden, quien retomó la ofensiva en Medio Oriente. Francisco condenó el accionar de las grandes potencias que intentan “imponer intereses ideológicos y políticos”, pidiendo “que cesen los intereses particulares, esos intereses externos que son indiferentes a la población local”. En una región que parece estar lejos de la estabilidad, el Papa manifestó que “la fraternidad es más fuerte que el fraticidio, la esperanza es más fuerte que la muerte, la paz es más fuerte que la guerra”

Un Papa de la periferia

Este no es el primer viaje no convencional del Papa, sino que se inscribe en una serie de visitas que intenta visibilizar otros territorios, territorios azotados por las guerras, por la pobreza, por las desigualdades. Corea del Sur, Japón, Turquía, Sri Lanka, Filipinas, Tailandia, Bolivia, Cuba, Kenia, Uganda, Georgia, Azerbaiyán, Myanmar, Emiratos Árabes Unidos fueron algunos de sus destinos como, según se autodenomina, “peregrino de la paz”. Un Papa que se centra en la periferia, no sólo geográfica sino también social.

Con un discurso que condena la injerencia extranjera y los conflictos militares que, disfrazados de diferencias políticas no hacen otra cosa que sentar las bases de un capitalismo cada vez más excluyente, Francisco intenta cuestionarlo todo. Pero este discurso, con muchos condimentos antisistema, no resulta agradable a los poderes concentrados. En este sentido, podemos preguntarnos por qué la cobertura mediática fue tan superficial, si este viaje supone un hecho geopolítico fundamental. El New York Times le dedicó una nota pura y exclusivamente a la “seguridad del viaje”, haciendo eje en la pandemia, el peligro de contagio ante las aglomeraciones y el riesgo de un atentado terrorista. Sin duda, la profundidad del discurso de Francisco es lo que se pretende ocultar. Para ilustrar esta idea, podemos citar un hecho que casi no tuvo repercusión: el encuentro entre el Papa y Abdullah Kurdi, padre de Aylan, el niño que naufragó en las costas turcas luego de que el bote con refugiados en 2015 tratara de llegar sin éxito a Europa. Un símbolo de estos tiempos deshumanizados que Francisco intenta mostrar a cada paso.

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