Profesorado Dora Acosta, Villa 31
EDUCACIÓN POPULAR,
PEDAGOGÍA TRANSFORMADORA EN EL BARRIO
Por Amadora Pajolchek
El profesorado Dora Acosta abrió sus puertas en 2014 dentro de la Villa 31 y, un año después, el Ministerio de Educación de CABA le otorgó el reconocimiento oficial. Impulsado por la organización El Hormiguero, es el primer establecimiento dentro del barrio que permite continuar estudiando después de haber terminado el colegio secundario. Este año tendrá la primera camada de egresadas, todas de la Villa 31, formadas por primera vez dentro del barrio.
Revista PPV se comunicó con María Bielli, Rectora de la Institución, para conocer más sobre esta iniciativa educativa que busca ampliar las posibilidades en materia de educación.
¿Cómo surge la iniciativa de crear una Institución de educación superior en el barrio?
Nace como una iniciativa de la organización social y política El Hormiguero, que trabaja en conjunto con les vecines de la Villa 31 desde la educación popular. Con el tiempo, nos dimos cuenta de que uno de los mayores problemas era el acceso a la educación formal. Si bien se habían dado varias iniciativas que garantizaban que tanto adolescente como adultos terminaran el secundario, no existía en el barrio un espacio que brindara educación superior. Por esto, en el seno de una asamblea en el barrio surgió la idea de crear e institucionalizar un espacio de formación terciaria.
Ahí comenzó el arduo camino de generar institucionalidad en el barrio, bajo la premisa de ampliar el sistema educativo. No como una alternativa, sino ampliando la educación pública, entendiendo que a la educación pública la construimos entre todes, y que es un derecho que tiene la totalidad de los habitantes de nuestra Nación.
Entonces, empezamos a pensar que si hay un proyecto de ciudad que no incluye a una porción de la población de la Ciudad de Buenos Aires al sistema de educación formal, debemos dar esa disputa otrxs actores, para que la educación se amplíe y para que llegue a donde el gobierno de turno no quiere hacer que llegue. Fue muy difícil porque no existían experiencias anteriores, estaban los compañeros del IMPA, que habían hecho unos pasos anteriores. Era la primera experiencia en educación superior.
¿Por qué decidieron que sea un profesorado?
En un primer momento no teníamos en claro que queríamos que fuera un profesorado de educación primaria, entonces realizamos una serie de encuestas en el barrio para ver qué querrían estudiar si tuvieran la oportunidad de hacerlo en el barrio. Y de ahí salieron dos cosas muy fuertes. Por un lado, enfermería, que está directamente relacionado con otro de los grandes déficits del barrio, que es el derecho a la salud pública. Muchas veces las vecinas hacen de ambulancias, médicas, enfermeras, de todo. Y, por otro lado, querían ser maestras; esto nos parecía que tenía una potencia fuertísima: pensar en cómo construir, formar y formarnos como nuevos docentes, a les docentes del futuro para las escuelas de la CABA. Más aún, teniendo en cuenta que la Ciudad de Buenos Aires tiene emergencia de docentes, hoy hay aproximadamente 600 cargos docentes sin cubrir. Entonces, también vimos la gran posibilidad de que la carrera pudiera tener una salida laboral concreta. También para sacar a muchas vecinas del barrio de situaciones de laburo muy precarizada; la gran mayoría, el 80% de las alumnas del profesorado, estudian y trabajan. Y muchas de ellas son madres, entonces entendíamos que el profesorado tenía que contener todo eso.
¿Cómo fue la tramitación para obtener del reconocimiento oficial por parte del Gobierno de la Ciudad?
A nivel burocrático, nos presentamos en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que nos puso en la ventanilla de gestión privada. Y, desde ahí, tuvimos que presentar los papeles necesarios para crea la Institución. Fue un camino muy arduo y duro, y a la vez un aprendizaje enorme respecto de cómo interactuar con la burocracia, que es parte de la tarea para construir institucionalidad. Fue todo un primer año de esa tarea, de trámites y aprendizajes. A su vez, comenzábamos a dar clases mientras peleábamos el reconocimiento. Nos parecía muy importante no esperar a tener el título para tener docentes enseñando y alumnos participando. Así, al año tuvimos el reconocimiento oficial.
Ya desde la legalidad, somos de las pocas Instituciones Privadas en la Ciudad que tiene cuota cero. El Gobierno de la Ciudad hace el aporte de pagar los salarios docentes, que es lo único que financia. Recién a los dos años, se hizo cargo del reconocimiento salarial, y ahí comenzamos a percibir salarios de manera escalonada, empezamos cobrando algunos cargos y, de a poco, fueron aumentando. Hoy en día estamos al 100%. Con la salvedad de que, nosotres trabajamos con parejas pedagógicas y en ese caso se reconoce como un cargo.
¿Cómo fue la construcción dentro del barrio?
Comenzamos a dar clases en un cuarto, que es el local que tiene la organización en el barrio. En el transcurso de la conformación del espacio y de la búsqueda de los títulos oficiales, fuimos construyendo materialmente un espacio propio del profesorado. Juntos con les estudiantes, docentes y vecines del barrio.
En el marco de la asamblea del espacio, buscamos el nombre para ponerle al Profesorado, porque si bien la Institución tiene sus autoridades, hay muchas decisiones que se toman en la asamblea, colectivamente. Desde un principio sabíamos que queríamos que tuviera nombre de mujer, porque los profesorados están repletos de mujeres, las aulas están repletas de mujeres dando clase, pero la mayoría de los profesorados llevan nombre de varón. Entonces, entendíamos que ahí teníamos una disputa que dar. Se nos ocurrieron mil nombres, Juana Azurduy, Estela de Carlotto – que en este caso no se podía porque tiene que ser nombres de personas fallecidas-. Entonces, una de las vecinas, Gisela, que es una de las que esta haciendo la residencia actualmente, nos dijo que en la cuadra de su casa había una de las Baldosas por La Memoria con el nombre de Dora Acosta, una maestra que había dado clases en la 31. Entonces, buscamos la historia de Dorita, que había sido militante peronista de base y maestra en la Villa 31, en una de las escuelas del barrio que funcionaba antes de la última dictadura cívico-militar. Ahí nos dimos cuenta de que Dorita tenía todo lo que queríamos que tuviera alguien para llevar el nombre de nuestra Institución.
Este año egresa la primera camada de docentes, ¿cómo transitaron ese camino y cómo lo viven hoy?
Al principio fueron años difíciles, porque les vecines desconfiaban de la legalidad que pudiera tener la Institución. Entonces construir esa legalidad y legitimidad fue un trabajo muy arduo dentro del barrio. También trabajamos mucho con los sindicatos docentes que, por suerte, enseguida entendieron la necesidad y acompañaron. Tejimos redes con el resto de las Instituciones Educativas, eso fue fundamental para que la nuestra no esté aislada del conjunto de disputas que tiene la educación pública en la CABA.
En esta línea tenemos convenio con el Mariano Acosta, donde algunas alumnas toman clases con estudiantes volantes para poder conocer otras aulas, también tenemos un convenio con la facultad de filosofía y letras, donde docentes de la carrera de Ciencias De La Educación vienen a dar clases al “Dorita”.
Felizmente, este año, 8 alumnas están realizando sus residencias en escuelas públicas y privadas de la ciudad. Van a ser las primeras docentes recibidas en la 31.
Mientras que desde el gobierno recortan la educación pública, desde el Hormiguero nos plantamos como educación pública y popular. En ese sentido, lo que viene a hacer el Profesorado Dora Acosta es ampliar los márgenes de lo público. Lo que no hace el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires lo hacemos desde las organizaciones, traccionando para que el Estado reconozca que aquí se están formando docentes.