DE CARNE SOMOS
Por Ignacio Vila
Durante el 2020 y en lo que va del 2021, nuestro país ha tenido una mejora en los precios internacionales de los alimentos que exporta y ha aumentado el volumen de exportación de carnes. Por otro lado, la fuerte caída de las importaciones debido a la recesión económica iniciada durante el Macrismo y profundizada por la pandemia del Covid-19, ha fortalecido la balanza comercial. Este aumento de los precios y de la demanda de los bienes que más producimos como país, más allá de haber generado una mejora macroeconómica, no ha logrado mejorar la calidad de vida de la población.
Sino más bien, ha generado complicaciones: es cada día más difícil para las familias argentinas consumir carne, pan, aceites, polenta y otros tantos productos alimenticios. Finalmente, la buena noticia que significa que el mundo valore más y demande más nuestros alimentos, se transforma en una mala noticia al momento de evaluar el consumo nacional. El dato que mejor grafica esta situación tiene que ver con el consumo de carne vacuna: en 2020, el promedio de consumo de carne vacuna por habitante fue de 51 kilos, el más bajo de los últimos años, de acuerdo a datos del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina.
Precios locales
En el sitio especializado sobre producción y comercialización de carne vacuna Valor Carne podemos observar el aumento del precio del novillo en el Mercado de Liniers (el centro comercializador de haciendas vacunas en pie que abastece a la industria frigorífica de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires). Aquí se asegura que “el precio promedio del novillo de consumo en Liniers, durante diciembre de 2020, logró superar, por un pelito, al último récord reciente anotado en noviembre de 2010” y agrega que “el 2020 ofreció el precio más alto en los últimos 9 años”. El cierre de la nota grafica a la perfección la realidad sobre el precio de la carne en la última etapa del año, donde aseguran que el 2020 “ha tenido un fin de año con bombos y platillos”.
Exportaciones
De acuerdo a los datos del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina, luego de años de estancamiento, a partir del 2016, las exportaciones de carne vacuna tuvieron un fuerte ascenso, siendo el 2020 un año récord. En términos macroeconómicos se trata de una excelente noticia para un país como Argentina que permanentemente sufre por la falta de divisas.
Sin embargo, vemos como este aumento en las exportaciones tiene como contracara una reducción en el consumo local, así como un aumento de los precios locales que dejan afuera del consumo vacuno a una gran parte de lxs argentinxs. Al contrario de lo que planteó públicamente Cristina Fernández de Kirchner, este crecimiento parece haber quedado en pocas manos.
Finalmente, de lo que se trata es de la distribución de la riqueza nacional. En los alimentos en general y en la carne en particular, vemos cómo el “viento de cola” del aumento de los precios de los alimentos a nivel mundial producto de la pandemia, así como el aumento de la demanda de alimentos, lo recibe sólo un sector de la población, mientras que el resto recibe más bien un viento de frente. Esta asignación injusta de recursos que realiza el mercado requiere de la intervención de un Estado inteligente que, sin romper sectores productivos, sea capaz de intervenir para que los vaivenes de los mercados no dejen con el plato vacío a las mayorías nacionales. Distribuir entre todxs los efectos del viento de cola no es tarea fácil y encontrará la oposición de los sectores directamente favorecidos y sus aliados. A sabiendas de esta situación, y para culminar con una analogía sectorial, lxs argentinxs ya sabemos que para hacer tortillas, hace falta romper huevos.