BOLIVIA EN LA RECTA FINAL
Las elecciones en Bolivia suscitan análisis desde diversas perspectivas: desde cómo se desarrolla la campaña del MAS, pasando por su influencia en el escenario electoral 2020-2021 en América Latina y hasta una pregunta que sigue en pie: ¿habrá elecciones en Bolivia? Aquí algunas reflexiones.
Por Miguela Varela
La campaña del MAS
La campaña está llegando a su recta final y es imposible dejar a un lado la imagen de Evo Morales. Un ex presidente asilado en Buenos Aires, que apuntala al candidato de la izquierda, Luis Arce.
Si bien parece naturalizado la ausencia de Morales en las candidaturas, es importante recordar dos mecanismos que se utilizaron para este objetivo. La primera fue la ratificación por parte del poder judicial de la inhabilitación de su candidatura a senador por la provincia de Cochabamba, por no residir en Bolivia, un requisito para ser candidato. Lo que ignora el Tribunal Supremo Electoral (o lo que pretende ignorar) es que la residencia del ex presidente en Argentina, no sólo es temporal, sino que además fue forzada por un golpe de Estado. Es decir, no es un traslado voluntario sino un exilio político. El segundo fue la presentación que realizó el Estado boliviano ante la Corte Penal Internacional contra Evo Morales por genocidio y otros delitos de lesa humanidad. El objetivo es que el ex presidente se presente ante estos tribunales internacionales y, en caso de no hacerlo, declararlo rebelde y prófugo de la ley. La causa se funda en la acusación hacia Morales por una supuesta instrucción hacia militantes del MAS para realizar protestas e interrumpir el tráfico en el mes de agosto, lo que desembocó en una falta de provisión de alimentos y suministros médicos a diferentes ciudades, causando la muerte de cuarenta enfermos de coronavirus por falta oportuna de oxígeno.
Volviendo a la campaña hay dos ejes interesantes para analizar. El primero tiene que ver con la figura de Evo Morales. Algo llamativo que se dio durante el lanzamiento virtual de la campaña de Lucho Arce, fue que muy pocos dirigentes del MAS lo nombraron: ni a Evo Morales ni a Álvaro García Linera. Es claro que se los vincula como parte de esa “grieta” y con los momentos de mayor tensión producto del golpe de Estado. Podemos enmarcar este hecho en una estrategia que apunta a ir más allá de esa tensión y reconfigurar al MAS como una fuerza vinculada al futuro y a nuevos dirigentes. Esto se relaciona con el segundo punto: el eje de la campaña del MAS se basa en la recuperación económica, en una especie de reedición del milagro boliviano de hace algunos años atrás. En ese sentido, se entiende la elección de un economista como candidato. Observamos una insistencia en la necesidad de una recuperación económica que, por momentos, deja en un segundo plano a la crisis sanitaria y a la inconstitucionalidad del gobierno de facto. Entonces, el MAS propone una estrategia orientada a la prosperidad y al porvenir. Además, con este juego deja hablando sola a Jeanine Añez en sus acusaciones sobre Evo Morales. Es claro que la derecha boliviana batalla la campaña con un discurso plagado de denuncias sobre corrupción y autoritarismo contra ex presidente, incluso lo mencionó en su discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas.
Impacto en América Latina
Estos comicios comparten escenario con las elecciones en Estados Unidos, las municipales en Brasil, la elección de gobernadores regionales en Chile y las parlamentarias en Venezuela. Es decir, comienza a delinear el perfil político frente al escenario electoral de 2021, cuando se elegirán presidentes en Ecuador, Honduras, Perú, Nicaragua, y Chile. Un dato más: las intermedias en Argentina. La restauración de la normalidad institucional en Bolivia sería una buena noticia para las democracias latinoamericanas, en un contexto de permanentes violaciones a las instituciones y a los derechos humanos. Pero esto nos lleva a otra pregunta.
¿Habrá elecciones en Bolivia?
Hay una realidad: el MAS o gana en primera vuelta o tendrá complicadas sus chances ante Carlos Mesa. Entonces, todas las fichas se juegan en este 18 de octubre. Si bien las encuestas indican que el MAS puede sorprender con un triunfo, esto comienza a preocupar dentro de las filas de la derecha. Y ahi estamos en condiciones de preguntarnos si ante la posibilidad cierta de una vuelta del MAS al poder, ¿la derecha golpista dejará que se realicen las elecciones normalmente?
Existen serias dudas sobre esto. En primer lugar, porque estamos ante una derecha antidemocrática que gobierna Bolivia después de un golpe de Estado violento y que incluyó la persecución de líderes políticos. Los encargados de organizar los comicios son quienes están ejerciendo el poder de manera ilegal, por lo que es posible pensar que no les conviene el retorno a la institucionalidad y menos con el MAS en el poder. En segundo lugar, vivimos un tiempo de excepcionalidades marcado por la pandemia, en el cual la política ha echado mano de diversos instrumentos de necesidad y urgencia, como decretos y ciertas limitaciones sobre la sociedad civil. Entonces, este contexto podría ser propicio para nuevas medidas antidemocráticas. En tercer lugar, las fuerzas políticas y sociales de la izquierda, si bien han podido rearmarse tras el golpe, no se presentan lo suficientemente consolidadas para enfrentar un nuevo marco de conflicto político. También es cierto que el anti masismo necesita legitimarse en las urnas y darse un marco de mayor institucionalidad.
Sin embargo, y ante los motivos anteriores, vemos tres escenarios pesimistas: el primero es que las elecciones no lleguen a concretarse, el segundo donde el gobierno de facto desconozca un resultado favorable al MAS y el tercero, el fraude. Esperemos que la historia no nos de la razón.