ABRIÓ TECNÓPOLIS
Por Darío Ferrazzano
Yendo por Constituyentes y apenas cruzando la General Paz, esa mega autopista que geográficamente divide la Capital Federal de la Provincia de Buenos, en el barrio Villa Martelli, nos encontramos con cuadras y cuadras de paredones alambrados. El barrio militar de ese localidad y el hoy Cuartel de Vigilancia predominan en las primeras cuadras, pero apenas unas cuadras adentro de ese predio gigante, en donde tuvo lugar el tercer levantamiento carapintada luego de la recuperación democrática, las paredes sobrias pintadas uniformemente cambian y la vista comienza a tomar otros colores.
Ese lugar marcado por los rezagos del Terrorismo de Estado donde un grupo de militares nefastos intentaron derrocar a Raúl Alfonsín fue recuperado hace diez años por la entonces Presidenta Cristina Fernández para dárselo al pueblo. Donde hubo muerte comenzó a crecer vida. Y cultura, cultura puesta a disposición del pueblo. Las cercas que determinan pertenencia o no a ciertos lugares no tienen cabida en este predio de 55 hectáreas a cielo abierto y las rejas que delimitan el complejo son sólo usadas para determinar el horario de cierre y apertura. Tecnópolis nació en víspera de nuestro bicentenario como un proyecto ambicioso de cultura, historia, ciencia y tecnología pensado para que cualquier persona de cualquier edad pueda acercarse a esas disciplinas. Y así fue durante 5 años, en los cuales desfilaron por la mega feria un sinfín de actividades culturales y recreativas, recitales y exposiciones con entrada libre y gratuita. Por fin, la cultura tenía un papel protagónico en un gobierno democrático.
Sin embargo, a partir de 2016 y con el cambio de gobierno, ese acceso incondicional a nuestra cultura e historia se vio notablemente disminuido. Lugares comunes para lxs chicxs se transformaron en espacios selectos para determinadas personas. Quizás lo más simbólico y que marcó lo que Hernán Lombardi (el por entonces Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos) pretendía hacer, fueron aquellas paredes con los dibujos de lxs chicxs y las marcas de sus estaturas que mandaron a pintar de blanco. El mensaje era claro: tapar. Tapar el paso de las nuevas generaciones por el camino de la cultura y la ciencia. A partir de ese año la oferta de Tecnópolis comenzó en un descenso constante y sin freno. Las actividades gratuitas dejaron su lugar a mega conciertos con entradas pagas y eventos privados.
El desprecio por la historia se reflejó de lleno en el abandono y destrucción de la figura de San Martín, una de las personas más importantes de nuestra independencia. La figura gigante del Libertador en su versión de Paka-Paka sufrió las consecuencias de la desidia, al igual que las figuras de Moreno, Zamba y otros personajes del dibujo que mostraba nuestra historia. Un claro mensaje de desprecio por nuestra historia, reforzado por el discurso de Mauricio Macri en el cual pedía disculpas a los Reyes de España por la independencia de nuestra Nación gestada hace 200 años. Sin embargo, la angustia que el por entonces primer mandatario dijo que habían sufrido nuestrxs próceres hace dos centenarios, era en realidad la angustia que el pueblo estaba sufriendo en ese momento, no sólo por las medidas socio-económicas que empobrecían a la gente, sino también por estas políticas culturales que pretendían borrar nuestra historia para imponernos una cultura importada, despojada de raíces.
Pero la historia volvió a recuperar su protagonismo. El 15 de febrero de 2020 no será recordado como un día más de verano, por lo menos no para mucha gente. Este sábado caluroso marcó un punto de partida. En la entrada del estacionamiento gratuito una larga fila de autos hacían sonar sus bocinas mientras la gente de sus interiores se asomaban por las ventanillas para juntarse con la gente de a pie en una complicidad mágica. En las puertas del predio se iba sumando de a poco, pero constantemente, más y más gente aguardando la apertura programada para las 6 de la tarde. Muchas familias con mates, agua, bizcochitos, chicos con skate, algunos ya sin remera para hacerle frente al sol que se mantenía impoluto iluminando esa tarde mágica. El personal de Tecnópolis se acercaba de vez en cuando a las rejas entornadas para informarle a la gente cómo iba a ser el trascurso de la jornada, mientras brindaban vasos de agua a quien lo necesitaba para calmar la sed. Llegada la hora señala comenzaron a abrirse las puertas. Bastó la indicación de 4 personas para que aguardáramos sin entrar, para que nos quedemos expectantes como en posición de largada de una carrera. Una vez que empezamos a entrar, el imponente Argentinosaurio se hacía cada vez más grande, el avión de Aerolíneas Argentinas brillaba una vez más con ese orgullo de ser nuestra línea de bandera. Y, del otro lado del arco de entrada, estaba San Martín con su pecho inflado y espada en mano recibiendo a lxs visitantes.
Dos camiones temáticos nos aguardaban (uno con música electrónica, el otro con música folklórica) para guiarnos por el parque hasta uno de los escenarios donde comenzaron los espectáculos musicales. A lo largo del recorrido varios payasos, acróbatas y malabaristas nos acompañaban sacándonos sonrisas, llegando al pabellón 5 una fuente de agua con forma de pasamanos nos refrescaba. Lxs pibes se metieron abajo (al igual que muchxs adultxs) para empaparse y refrescarse mientras el pasto y la tierra se transformaban en un pequeño barro que ensuciaba las zapatillas. Teníamos otra vez las patas en el barro compartiendo alegrías. A medida que seguíamos el recorrido, encabezado por Tristán Bauer, nos fuimos dispersando, cada quien se fue quedando en los puntos de interés que les llamaban la atención. No tardaron en formarse grupitos sentados en el pasto y tomando mate a lo largo de todo el parque. Tampoco podían faltar los puestos de comidas y obviamente el tan querido chori. Ya con la caída del sol, la fiesta fue llegando a su punto más alto para culminar con cine al aire libre y el gran cierre de Eruca Sativa y Los Pericos.
Estábamos de vuelta, como San Martín, que al igual que Tecnópolis son del Pueblo.
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