#Elecciones2023
VOLVER A PERÓN
Por Carlos Capasso
Las elecciones del domingo dejaron muchos sinsabores y mucha tela para cortar. Con estas líneas pretendo, en primer lugar, sumar aportes para pensar cómo evitar que la extrema derecha gobierne aplicando un brutal ajuste, implementado e incluso profundizando políticas económicas que padecimos durante los 90 y que nos llevaron al colapso del 2001. Y, en segundo lugar, efectuar aportes para transformar la desilusión en militancia.
El 18 de mayo, la Vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, aseguró que las PASO serían «una elección de tercios» en donde «lo importante, más que el techo, es el piso”, y pensando siempre en que “lo importante es entrar al ballotage». Así sucedió ¿Y ahora?
El mensaje de las urnas
Las elecciones del 13 de agosto dejaron varios mensajes claros. El candidato presidencial de extrema derecha, Javier Milei, sorprendió a todos y se erigió como el gran ganador, triunfando en provincias donde, habitualmente, el Peronismo suele ser muy fuerte. Incluso obtuvo victorias en provincias donde, recientemente, gobernadores de Unión por la Patria habían sido reelectos. Milei no alcanzó su techo: el 30,04% podría crecer, en parte, por su antagonismo con el Kirchnerismo, pero también por el efecto de “la ola de la victoria”, que podría sumarle votos en octubre.
El Peronismo, con Sergio Massa y Juan Grabois, hizo la peor elección de su historia, quedando sumamente lejos de aquellos números históricos de Cristina en 2011 o, incluso, los de Alberto Fernández en 2019. Esto es un importantísimo llamado de atención para la dirigencia de Unión por la Patria, la cual deberá atender, urgentemente, los resultados de las urnas; pero este punto lo abordaré luego.
El gran perdedor de estas elecciones PASO, sin dudas, es Juntos por el Cambio. No obstante, Macri logró imponer su candidata, Patricia Bullrich, sobre Horacio Rodríguez Larreta, que junto a un sector del radicalismo sufrió un durísimo golpe perdiendo la interna nacional, provincial y la de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Pero es una derrota de Juntos por el Cambio porque dejó de ser el principal opositor al Gobierno, que seguirá siendo oficialismo hasta el 10 de diciembre. Ese lugar ahora lo ocupa Milei. Esto no significa expedir un certificado de defunción a dicho espacio, pero Bullrich está obligada, antes que nada, a convencer a los votantes de Larreta luego de una feroz interna que dejó heridas que tardarán en cicatrizar y recelos que tardarán en apaciguarse. Así, parece difícil que el perdedor acompañe y apoye, fácilmente, a la ganadora de la interna.
Lo más grave y llamativo, además de la victoria libertaria, es el altísimo nivel de ausentismo. El pasado 13 de agosto votó solamente el 69,6% del padrón electoral, siendo la elección presidencial, desde el retorno de la democracia, con menor participación: en las PASO 2019 participó el 76,4%; en las del 2015, el 72,3% y, en las del 2011, participó el 81,4%. A 40 años del retorno democrático, la participación ciudadana mermó y esto se debe, en gran parte, a las deudas que la democracia acumula con la sociedad. Es importante replantearse esta situación, dado que la merma desfavorece a Unión por la Patria, como bien señaló su candidato a Presidente Sergio Massa.
Los desafíos del Peronismo
Señalamos que el Peronismo hizo su peor elección en la historia. Sin embargo, sigue siendo competitivo y no está derrotado. Una buena elección en octubre le garantiza un lugar en el balotaje y la opción de dirimir el futuro nacional en un escenario muy similar al de las elecciones brasileras del año pasado, donde Lula venció por una mínima diferencia a Bolsonaro.
Para que esto suceda el Peronismo deberá replantearse varias cosas y, sobre todo, encarar dos desafíos con carácter de urgencia:
- Volver a las bases.
- Volver a proyectar futuro.
Debemos recordar cómo surgió el Peronismo para entender que es necesario volver a interpelar a los trabajadores y trabajadoras para que puedan mejorar sus condiciones materiales de vida, ampliando sus derechos laborales y mejorando el salario. Pero, sobre todo, terminar con la inflación, uno de los problemas más graves que afectan al conjunto de los trabajadores, tanto formales como informales. Es necesario, además, interpelar a los sectores populares que están desencantados con estos años de Gobierno, volver a defender la soberanía y aprovechar los importantes recursos estratégicos para desarrollar un modelo de industrialización con inclusión y justicia social, que permita un crecimiento económico y, en base a ese crecimiento, poder sacarse la tutela del FMI y sus condicionamientos.
Por otro lado, debemos caracterizar y comprender a los votantes de Milei. Es un electorado joven descontento con la política que, en los últimos ocho años de su vida, no solo no obtuvo cambios positivos, sino que, más importante aún, no tiene perspectivas alentadoras para su futuro. Hoy, un joven quiere un trabajo que le permita independizarse costeándose un alquiler o crédito hipotecario, en el mejor de los casos. Quiere consumir llegando a fin de mes y ahorrar. Lo que pudimos hacer muchos, durante 2003-2015. A ese votante no lo podemos caracterizar como antiperonista, pero si es necesario que conozca y entienda de primera mano, los efectos y las consecuencias de cada una de las medidas que Milei ejecutaría siendo presidente.
A su vez, es necesario que el Peronismo vuelva a proponerles un futuro auspicioso, con crecimiento y desarrollo profesional y humano, a partir de entender qué interpela a estas nuevas generaciones que se han volcado masivamente a la extrema derecha. Por otro lado, Massa deberá convocar a aquellos que votaron a la fórmula que encabezó Alberto Fernández en 2019, mostrando una salida a la crisis que estamos viviendo y que un futuro mejor, es posible. Y esto se logra volviendo a dialogar con nuestras bases y con la mayoría del Pueblo. Hoy, aunque nos parezca horrible, Milei es el único que viene proponiendo un futuro.
Los votos que faltan
Luego de la derrota electoral, Massa sostuvo que terminó el primer tiempo y que aún “faltan el segundo tiempo, el alargue y los penales” para revertir la elección. Es menester, entonces, identificar donde están los votos que faltan para que el Peronismo llegue al balotaje.
En estas elecciones, como dije anteriormente, votó el 69,6% del padrón: un número bajísimo en comparación con otras PASO. el Peronismo tiene que salir a buscar y convencer a esas personas que no quisieron ir a votar, que mostraron su descontento a través del ausentismo o con el voto en blanco (4,8%, la cifra más alta en unas primarias), pero que no tiene cercanía con los intereses que defienden Milei y Bullrich. Estos votos se (re)conquistan escuchando las necesidades de la gente: los problemas que genera la inflación y su correlativa pérdida de poder adquisitivo; el flagelo cotidiano de la inseguridad, sobre todo en los barrios populares, y la escasa perspectiva de futuro, tanto personal como familiar. Y en base a esto tomar medidas, porque “la ventaja” que tiene el Peronismo es que cuenta con herramientas y políticas gubernamentales para cambiar, aunque sea un poco, la realidad de las mayorías populares.
Por otro lado, los Gobernadores insistieron mucho con la candidatura de Massa y se comprometieron a garantizar los votos que habían sacado en sus provincias. Esto no sucedió. Salvo en Formosa, Chaco, Santiago del Estero, Catamarca y Buenos Aires, done ganó Unión por la Patria. Es por eso que, de acá a octubre, los Gobernadores están obligados a poner toda su estructura territorial para sumar votos y revertir los resultados electorales.
En la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof hizo una gran elección y fue el candidato más votado. Massa debería agradecerle a la tercera sección electoral que hoy tenga chances de entrar a un balotaje. No debe quedar casa y calle bonaerense por recorrer. No debe quedar municipio en el cual no se hable con los vecinos y vecinas para que la fórmula presidencial pueda sumar más votos y para que Axel gane y sea reelecto Gobernador.
Todo esto se puede lograr si desde la campaña se define un discurso y se segmenta, ya que el electorado a interpelar es muy diverso. Se necesitan argumentos discursivos legibles para las grandes mayorías si pretendemos convencerlas. No será el miedo el que sume votos, ya que Bullrich y Milei no tuvieron, ni tendrán, pelos en la lengua para describir sus propuestas y decir lo que harán en caso de llegar a la Casa Rosada. Y es necesario desnudar sus argumentos, para que la gente de a pie entienda qué consecuencias traerían en caso de implementarse.
Pero hay un factor que, por ser el último, no es el menos importante. Massa es Ministro de Economía además de candidato y esto lo obliga a tener una buena gestión para seguir siendo competitivo; y para esto, como anunció recientemente, es necesario mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores y trabajadoras, ya sean formales o informales, de los jubilados y jubiladas y de las asignaciones familiares, para que, de esta manera, ese dinero retorne a los sectores productivos mediante del consumo.
Para Unión por la Patria el balotaje no es imposible. Debe ordenarse un discurso de manera urgente para salir a proponer sueños y esperanzas; para que un sector de la sociedad que no fue a votar, elija al oficialismo; proponer un futuro mejor que el que proponen Milei o Bullrich, para que aquel que optó por sus propuestas, ahora les dé la espalda y vote al Peronismo. Para nada todo está perdido; las elecciones se pueden ganar, pero para eso habrá que librar una ardua pelea, desde el discurso y en el territorio. Debemos tener con qué.