UNA DERECHA LACANIANA
Por Nicolás Goscilo
«¿Qué es lo que crea y sostiene la identidad de un terreno ideológico determinado más allá de todas las variaciones posibles de su contenido explicito? (…) El cúmulo de significantes flotantes, de elementos proto-ideológicos se estructura en un campo unificado mediante la intervención de un determinado ‘punto nodal’ (el point de capiton lacaniano) que los ‘acolcha’, detiene su deslizamiento y fija su significado».
Slavoj Žižek
El partido gobernante autodenominado ¨Cambiemos¨ ha comprendido en forma más efectiva esta característica fundamental que constituye todo «terreno ideológico», término utilizado por el filósofo esloveno Slavoj Zizek para teorizar sobre el funcionamiento de la ideología. Y es justamente esta conceptualización aplicada por la marca ¨Cambiemos¨ la que está forjando su ventaja electoral por sobre el peronismo/kirchnerismo, su capacidad de generar «puntos nodales» que «acolchen» una serie de hechos, conjeturas, hipótesis, relaciones, modos de gestionar y medidas de gobierno que incluso perjudican directamente a gran parte de su electorado en términos económicos. El sesgo de la campaña de ¨Cambiemos¨ es sustancialmente superestructural, ya que no puede (ni pretende, y esto es lo novedoso) exhibir resultados en las condiciones materiales de la gran mayoría de la población. ¨Cambiemos¨ nace, vive, se desarrolla y se reproduce estrictamente en el ámbito de la promesa permanente, de la ausencia casi total del presente material y del aprovechamiento incansable de elementos superestructurales que maximicen su oferta electoral. Y logra cosechar una cantidad de votos impensada, aún a pesar de errores estratégicos como el elegir a un candidato torpe, fallido y poco atractivo como quien encabeza la lista de senadores en territorio bonaerense.
En qué se basa en gran medida ese éxito. Cómo podemos explicar desde las ciencias sociales un triunfo electoral que no se basa ni en el carisma de sus candidatos ni en la mejora en las condiciones de vida de la mayoría de sus votantes.
Aquí es cuando el concepto lacaniano de ¨point de capiton¨ mencionado anteriormente en la cita de Zizek adquiere mayor sentido. ¨Cambiemos¨ ha logrado generar y capitalizar con eficacia determinados «slogans», frases hechas, lugares comunes con una potencia inigualable y quizás subestimada por los representantes políticos del campo popular. La efectividad de estos enunciados vacíos, livianos y generales radica paradójicamente en la profundidad, potencia y fuerza que está supuesta liviandad esconde. ¿Por qué encaja tan bien en el votante de ¨Cambiemos¨ la consigna «se robaron todo»? ¿Cómo un postulado en apariencia tan vacuo desde el análisis simple, puede penetrar tan hondo en tan amplia porción del electorado? ¿Tendremos que hacer uso de valoraciones personales (o lo que es peor, colectivas) de aquellos ciudadanos que son interpelados por estas afirmaciones, o sería más productivo intentar entender por qué este sector se liga, se anuda, se detiene y se identifica en esas frases para pasar a formar parte de una determinada identidad política?
Porque este electorado que hoy apoya al Macrismo (y no nos estamos refiriendo a ese porcentaje menor reaccionario con que todo partido político «a la derecha» siempre cuenta) tiene una identidad política. Lo cual no significa eterna fidelidad partidaria a la coalición gobernante, pero sin dudas este sector contiene una caracterización política que lo define, que es pasible de ser captada electoralmente y que no debería ser despreciada por ninguna fuerza que seriamente declame la intención de acumular poder.
El principal elemento que ¨Cambiemos¨ viene comprendiendo mejor que los representantes políticos del campo popular es la necesidad casi universal de esgrimir discursivamente una mirada hacia el futuro. Y el futuro conecta mejor con el cambio que con la continuidad. Esto no es nada nuevo y ya se ha mencionado hasta el hartazgo, pero no por redundante debemos obviarlo. Gran parte de los doce años Kirchneristas e incluso de sus campañas políticas se ha basado precisamente en esta idea de cambio, desmarcándose explícita y discursivamente (más allá de la gestión en sí) de los años noventa menemistas como referencia de aquello de lo que había que diferenciarse. El postulado «los noventa» ha representado un punto nodal fundamental en la simbolización de la gestión anterior. Frase potente, fácil y fluida que explicaba todo sin explicar nada, que «acolchaba» una serie de concepciones acerca del pasado (pobreza, desempleo, privatizaciones, deuda externa, etc.: un X determinado) pero sobre todo hacia el futuro (disminución de pobreza, de desempleo, estatizaciones, desendeudamiento, lo opuesto a X).
El vilipendiado «relato» Kirchnerista funcionó de manera efectiva dando lugar al periodo democrático partidario más extenso de la historia argentina (inéditamente, resultando ganador en tres elecciones presidenciales consecutivas). Y ese triunfo se basó tanto en las mejoras materiales, innegables y fundamentales para comprender ese éxito (desde la perspectiva marxista no nos resultaría difícil enumerar conquistas sociales, derechos o bienes y servicios bien concretos a los que las mayorías pudieron acceder, que edificaron esas victorias) como en la articulación discursiva de «puntos nodales» que explicaron y facilitaron la apropiación del proceso histórico (es decir, que «acolcharon» la experiencia individual, la vivencia cotidiana, el análisis de la realidad, la interacción entre lo social y lo político, etc.).
La diferenciación con los años neoliberales (en la utilización nodal «los noventa»); la «presencia del estado» (tanto en su significado «real» como en su potencia significante) en contraposición al demonizado mercado empobrecedor; las fiestas y celebraciones populares que convocaron masivamente a sectores diversos y heterogéneos; todos fueron significantes ¨aglomeradores¨, que hacían fluir hacia afuera y atraían hacia dentro una serie de interpretaciones sobre la realidad, de formas de conectar la vida cotidiana con la vida política, de interpelar exitosamente un sentir individual y colectivo que podían verse reflejados y canalizados de manera fluida.
El ¨súmmum¨ de la eficiencia de los puntos nodales del Kirchnerismo ha acontecido en el año 2010, con las celebraciones del bicentenario y con la muerte de Néstor Kirchner (significante poderosísimo en sí mismo). Ambos amalgamaban un clima de época, explicaban sin mucho esfuerzo retórico la necesidad de fortalecer lo adquirido, sin que hiciera falta deshacerse en grandes declaraciones (en ese punto justamente radicaba su fuerza, su potencia, su energía vital). El triunfo cultural y discursivo del Kirchnerismo en sus doce años de hegemonía política se han debido mucho más a estos elementos aglutinantes, que a los grandes discursos de sus líderes (los que también tienen gran importancia, pero de otra índole).
En busca de nuevos puntos nodales
Si algo puede reprochársele a la discursividad posterior al cincuenta y cuatro por ciento, es la ausencia de nuevos puntos nodales capaces de interpretar a un electorado que nunca se mantiene estático, que de manera constante está buscando ser interpelado. Y es en ese punto donde el significante ¨Cambiemos¨ adquiere una fuerza abrumadora. A la incapacidad material de seguir creciendo de manera sostenida dadas las limitaciones estructurales y coyunturales del modelo económico, se ha sumado la incapacidad (y éste es el eje central de este ensayo) de poder generar un significante articulador, nodal, efectivo, que interpelase exitosamente el proceso histórico previo (tarea ardua y difícil de acometer, desde ya).
Pero no por eso deberíamos restarle mérito a la elección de la palabra ¨Cambiemos¨ por parte de la coalición que gobierna actualmente. Pareciera que ha resultado un ejercicio inocuo indagar acerca del tipo de cambio que se iba a producir indefectiblemente. Incluso actualmente, a veces daría la impresión de que resulta inconducente machacar con las consecuencias sociales (por ejemplo) que se han producido en estos veinte meses de gestión. Toda exposición posterior que intentemos no tendrá la potencia que este significante posee. ¨Cambiemos¨ no necesita ser interpretado en conceptos ulteriores. ¨Cambiemos¨ no precisa discursos grandilocuentes. ¨Cambiemos¨ es un resumen perfecto de la alianza gobernante, y la explicación radica justamente en que no necesita explicarse a sí mismo. Le alcanza con poseer la entidad de no ser lo que declama cambiar (lo anterior, lo previo). Entonces, la elaboración de frases hechas con aparente vacuidad, adquieren un sentido mucho más profundo, que tiene menos que ver con su significado ¨real¨ que con su conexión con un imaginario presente en amplios sectores sociales, y su posterior aplicabilidad axiomática. El enunciado «se robaron todo» ejemplifica el concepto previo. ¨Slogan¨ utilizable como respuesta a cualquier interrogante o cuestionamiento acerca de la gestión anterior. Intentemos preguntar a cualquier votante de ¨Cambiemos¨ acerca de algún tema que se relacione con la administración pasada. La respuesta se repetirá ¨ad eternum¨, lo cual prueba la efectividad de este ¨point de capiton¨.
«-¿Por qué no se ha podido continuar reduciendo la pobreza en modo sostenido a partir de 2011/12?» Podemos aducir varios motivos, desde la baja del precio de las commodities, la crisis brasileña, la falta de inversión, el aumento del déficit, el cepo cambiario o el agotamiento de la capacidad instalada. Todos conceptos (equivocados o no) teóricos, complejos, que requieren por parte de enunciadores y enunciatarios de cierto tiempo, esfuerzo y energía. Sin embargo, las limitaciones en cuanto al mejoramiento de la situación social se explican de forma mucho más rápida y eficiente si respondemos tajantemente: «-se robaron todo». Caso cerrado.
«-¿Por qué hay inestabilidad económica?»
«-Porque se robaron todo». Nada más que hablar.
«-¿Por qué aumenta el desempleo durante el actual gobierno?»
«-Porque durante la anterior gestión, se robaron todo». No más debate, no más discusión.
Lejos de enojarnos con quien esgrime estas afirmaciones, deberíamos tratar de comprender la potencia enorme y la penetración objetiva que conlleva este tipo de discurso y es en el concepto lacaniano de ¨point de capiton¨ donde podemos encontrar una clave.
Inútiles serán las respuestas complejas en estos casos, en contraposición a estos enunciado simples, así como inútil ha sido para los economistas ortodoxos explicar que el déficit fiscal o la emisión monetaria serían obstáculos para el desarrollo del modelo económico anterior (no estamos dando por valederos estos análisis, si no expresando la poca efectividad que han tenido en aquel contexto en términos de apropiación social por parte del electorado). Esto para nada quiere decir que los análisis profundos y exhaustivos no deban realizarse o que no sean necesarios y fundamentales (desde ya que los son), pero no menos necesario y fundamental es la comprensión de la efectividad ideológica y electoral que produce una determinada manera de simbolizar y no otra.
El problema esencial en este punto radica en encontrar la forma de debilitar estos puntos nodales que tan certeramente ha encontrado la derecha gobernante en el país. No pareciera una estrategia adecuada a estos fines el denostar sistemáticamente a los ciudadanos que utilizan estos términos. Por el contrario, quizás esta sea la manera más efectiva de solidificar aquello que se está intentando cuestionar.
Tampoco pareciera efectivo en esas circunstancias responder con discursos elegantes y complejos. Estas líneas, sin ir más lejos, son un ejemplo de ello. El presente texto tiene como enunciatario un sujeto sumamente politizado, integrado a una red discursiva que se familiariza con las ciencias sociales. Si tuviésemos que responder un «se robaron todo» con un texto de este tenor y largura, estaríamos incurriendo en el mismo error que estamos tratando de poner en discusión.
El que explica, pierde
O mejor dicho, el que explica sin puntos nodales que «acolchen» los conceptos vertidos, o está perdiendo el tiempo o está hablándose a sí mismo. El desafío consiste en tratar de encontrar puntos nodales, enunciados, oraciones, definiciones, proposiciones que no necesiten de mayores explicaciones postreras. Frases simples y con potencia ramificadora, que penetren social y culturalmente, que describan, que tengan presente las necesidades del campo popular pero que posean la posibilidad de ser capitalizadas electoralmente. Lo cual no significa anular el análisis social y político (para nada), relativizarlo o reducirlo sino más bien lo contrario: se trata de profundizarlo a través de un vector que conduzca más efectivamente estos discursos y análisis.
La utilización de la retórica del ¨retorno a los noventa¨ pareciera haber quedado obsoleta. El uso del discurso de «lo estatal», daría la impresión haber sido neutralizado por la alianza gobernante. Las celebraciones populares y la muerte del icono del proceso anterior parecen haber quedado en el tiempo.
Además de las elaboraciones generales y estructurales de la realidad, siempre necesarios, siempre fundamentales, la atención de los cientistas sociales que pretendan participar de la construcción política de una nueva hegemonía, también debería estar focalizada en la elaboración de puntos nodales que ofrezcan al electorado una conceptualización simple de la realidad, que genere la posibilidad de articular viejas conquistas y reivindicaciones históricas del campo popular con nuevas demandas sociales, capaces de contrarrestar el actual éxito de la derecha en el terreno ideológico, discursivo y electoral.