TRABAJADORXS SIN CORONITA PERO CON CORONA

TRABAJADORXS SIN CORONITA PERO CON CORONA

Por Beatriz Chisleanschi

No hay duda ninguna de que la pandemia del Covid-19 será un punto de inflexión en la historia de la humanidad y, más aún, de este siglo XXI que ha puesto entre paréntesis al mundo entero.

El siglo que se presentaba signado por el avance de la inteligencia artificial, por la irrupción tecnológica en todos y cada uno de los aspectos de nuestras vidas y por el nacimiento de un nuevo contrato social, a partir de la modificación del trabajo, fue infectado por un virus que nos hizo volver a lo más primitivo, al agua y al jabón.

Los seres humanos, que por imposición de las políticas de mercado fueron hasta hace apenas dos meses atrás medidos en términos de producción y consumo, hoy quedan sumidos entre el cuidado o el contagio, el barbijo  o la muerte. Y con ellos, el trabajo, en tanto actividad esencial y organizadora de nuestras vidas, se vio también obligado a encerrarse en sus casas, poner pausa y esperar a mejores condiciones para recuperarse.

Es por ello que el pasado 1° de Mayo tuvo características diferentes.

Si hay una fecha casi universal, que trasciende fronteras y que unifica a una clase, es el 1° de Mayo. Esa fecha marcada a fuego con sangre se festeja con la alegría y el orgullo que da el sentirse integrante de la clase trabajadora y con actos de distintas características y emotivamente masivos, más aun en los países de raigambre socialista.

El 1° de mayo de este 2020 quedará inscripto en la historia como el día en que un virus planetario impidió los festejos y las celebraciones masivas, que se vieron empañadas por el aislamiento preventivo y obligatorio que llevan a cabo los habitantes de la mayoría de los países del mundo.

Como señalara oportunamente el presidente Alberto Fernández “la economía se levanta, una vida que se pierde no”. Sin embargo, poner eje en esta prioridad no significa que los gobiernos desconozcan que preservar la vida de los seres humanos también obligará a tomar medidas pos pandemia que tendrán como centro la recuperación de la actividad económica, el consumo y del empleo.

La palabra consumo -junto con el trabajo motores de la economía- es un término cuya raíz etimológica francesa e inglesa significaba destruir, arrasar, violentar. De hecho, a fines de los años veinte, era consumo la palabra que se utilizaba para nombrar a otra pandemia, la de la tuberculosis. Fue durante el siglo XX que, por obra y gracia del capitalismo, este término sufrió, cual un Samsa kafkiano, la transformación de lo malo a lo virtuoso y necesario.

Si el sistema capitalista hizo del consumo y la concentración de la riqueza su esencia, al punto de ser los propios seres humanos los consumidos por el sistema, la pandemia del llamado Coronavirus, (al fin y al cabo parece que la palabra consumo nunca perdió su acepción original), mientras consume las células y los cuerpos, obligará a rever también las creaciones artificiales de insuficiencia e insatisfacción permanente. Sin trabajo no hay consumo, sin consumo no hay trabajo.

Según el último informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), 195 millones de puestos de trabajo se verán afectados en todo el mundo. Para Latinoamérica y el Caribe se espera una pérdida de 14 millones y 3 millones en Centroamérica.  Argentina vería afectado un 41,8 por ciento de su fuerza de trabajo.

Los  sectores de la economía que la organización internacional señala como los de mayor concentración de riesgo y como los que más empleos podrían perder son el sector hotelero y de la alimentación; inmobiliario y actividades administrativa; fábricas y servicios de reparación, comercios y tiendas; área de negocios y sector artístico. Estamos hablando de unos 1.250 millones de trabajadorxs en todo el mundo.

Al respecto, el Director General de la OIT, Guy Ryder, declaró: “los trabajadores y las empresas se enfrentan a una catástrofe tanto en las economías desarrolladas como en las que están en desarrollo”.
Será la crisis más severa que vivirá el planeta desde que finalizó, en 1945, la Segunda Guerra Mundial.

La clase trabajadora nunca tuvo coronita, al contrario, siempre estuvo muy lejos de ello. Sin embargo, hoy un virus le ha colocado “un Corona”, a ella y  al trabajo, pero, una vez más, como tantas veces, serán lxs trabajadorxs con su fuerza redentora quienes llevarán adelante la recuperación social y económica de los países. Y quizás, permítaseme la utopía, llegue el momento en el que, finalmente, se les coloque “la Corona” de vencedores.