“SE OCULTA A PRÓCERES QUE HAN CUIDADO DE LA DIGNIDAD DEL PUEBLO Y LA NACIÓN”

Entrevista al historiador y escritor Javier Garín

“SE OCULTA A PRÓCERES QUE HAN CUIDADO
DE LA DIGNIDAD 
DEL PUEBLO Y LA NACIÓN”

Por Darío Ferrazzano
Fotografía Victoria Garín
 

Javier Garín es uno de los historiadores argentinos que se corre de la historia oficial para profundizar sobre temas y personas silenciadas.  Es abogado de derechos humanos, escritor y ambientalista.  Además es autor del Manual Popular de Derechos Humanos, el cual se encuentra publicado para su descarga gratuita en la web de Abuelas de Plaza de Mayo (https://www.abuelas.org.ar/noticia-difusion/manual-popular-de-derechos-humanos-26).  Su obra rescata a las personas y los hechos trascendentes sin los cuales nuestra historia (y presente) no sería lo que es hoy.  El mes pasado editó su último libro, el cual presentó en la última edición de la Feria del Libro de Buenos Aires, allí charló con Revista PPV sobre el libro y ahondó en el porqué de la necesidad de silenciar a ciertos personajes de nuestra historia.

Tus libros se centran particularmente en dos próceres concretos: Manuel Belgrano y Bernardo de Monteagudo ¿por qué?

Por Belgrano tuve una admiración desde chico, él es el prócer más grande que tiene Argentina. Sin restarle mérito a San Martín, creo que Belgrano es el hombre que preparó la Revolución, que la fue gestando, que fue su ideólogo y que después la defendió en el campo de batalla en los dos más grandes triunfos que tuvieron las armas patrias en territorio del Río de La Plata: la Batalla de Tucumán y la Batalla de Salta.

En el caso de Monteagudo es una reivindicación de un hombre que fue muy negado y oscurecido en la historia oficial, al cual se le atribuyeron toda clase de crímenes y de ignominias, pero que en realidad fue un gran patriota y un hombre de una profunda convicción y un ideólogo también.  Murió muy joven, pero tuvo una carrera muy rica e intensa aunque corta.  Comenzó en el Alto Perú en la Revolución de Chuquisaca en 1809, después continuó en el Río de La Plata donde publicó periódicos (NdR: Martir o Libre) y llegó a ser Secretario de Castelli cuando se proclamó la emancipación de los indios, y después lo acompañó a San Martín en Chile y fue el redactor del acta de la Independencia de ese país.  También lo acompañó a Perú y ocupó dos ministerios siendo prácticamente el hombre fuerte del protectorado de San Martín en Perú.  Luego se unió a Simón Bolivar proponiéndole el proyecto de federación de los pueblos hispanoamericanos.  Realmente fue un hombre extraordinario que murió asesinado por enemigos políticos en Perú y luego lo asesinó la historia negándole todo papel positivo en los sucesos que le tocó participar.  Por eso el libro que escribí sobre él se trata una reivindicación (NdR: El Discípulo del Diablo), al igual que sobre Manuel Belgrano a quien mucho tiempo se lo planteó solamente como el creador de la bandera, restándole la importancia que tuvo en la Independencia.

Otro de tus libros fue El último Perón, 40 años después, que también fue una reivindicación sobre su figura.

Es una reivindicación hacia la figura del último Perón, porque sobre el de los años ’50 hay un consenso de que fue un gobierno de los más importantes y de mayor bienestar que tuvo la Argentina.  En cambio, sobre el último Perón siempre hubo fuertes impugnaciones, hubo muchos ataques y en el libro buscaba reivindicar ese último Perón: un gran estadista y estratega, para mí el más sabio y más importante.  El anticipó en sus últimos discursos muchos de los problemas que estamos viviendo en el mundo del presente con la destrucción del medio ambiente. Él, en el año 1972, escribió en la carta ambiental a los gobiernos y pueblos del mundo planteando la necesidad de frenar el desastre ambiental, algo que recoge el Papa Francisco en la Encíclica de Laudato si.

¿Por qué crees que estos personajes intentaron ser silenciados o corridos de la historia?

Es una necesidad del sistema de dominación que hay en Argentina, se trata de ocultar a aquellos próceres que han tenido un papel relevante en determinado sentido, en el sentido de la emancipación, del cuidado de la dignidad del pueblo y la Nación, por eso tratan de taparlos.  Tenemos que señalar que también Manuel Lacunza fue permanentemente oscurecido y tapado.  Y curiosamente la reivindicación la comienza a hacer Manuel Belgrano quien decía “no puede ser que no se conozca lo que ha dicho este hombre”.  Por eso llevó su devoción y admiración a repartir la obra de Lacunza en forma gratuita por todo el Río de La Plata, aunque después la ignorancia de otra gente hizo destruir esos ejemplares de los cuales quedan muy pocos.

¿Qué nos vamos a encontrar en el libro Anticristo Historia de una profecía jesuítica sudamericana: de Manuel Lacunza y Manuel Belgrano al Papa Francisco?

Manuel Lacunza fue un jesuita y teólogo chileno que debió exiliarse en Italia, donde durante 30 años escribió el libro La venida del Mesias en gloria y majestad, un libro que habla sobre la segunda venida de Cristo que se conoce por el término griego de parusía y, según la cual, antes de que se produzca el juicio universal va a regresar el mesías por segunda vez, y en este segundo regreso (pensaba Lacunza basado en los textos del Apocalipsis) que se iba a instaurar un reino, una nueva Jerusalem en la tierra.  Esta idea de la nueva Jerusalem, de un mundo sin injusticias y sin opresión es lo que hizo que Lacunza tuviera mucho peso en los independentistas y revolucionarios y que fuera muy considerado por algunos próceres católicos, entre ellos Manuel Belgrano.  A tal punto que Belgrano decidió (ya que no había una buena edición de esta obra) hacerle una impresión de 1.500 ejemplares (4 tomos) en Londres que la pagó de su bolsillo y de los cuales se conservan muy pocos.  La influencia de Lacunza es muy interesante no sólo en cuanto a la revolución, sino en cuanto a la gestación de varias iglesias protestantes que se inspiraron en su doctrina e incluso para la Iglesia Católica aunque después prohibió su obra.

La historia está plagada de hechos y personas que la gestaron, olvidarse o taparlos es sin dudas un intento de negarnos como sociedad, imponiéndonos culturas y hechos ajenos como propios.  Nada es más rico y llena tanto como nuestras raíces, de allí es de donde vinimos y lo que somos hoy.  Desde esta columna rechazamos ese intento de amnesia histórica y reivindicamos lo que realmente somos.  Personas como Monteagudo fueron difamados a lo largo de la historia por darle al pueblo la dignidad que deben tener, sin él y sin tantxs otrxs hoy seríamos más colonia de lo que aún somos.

“Yo empiezo a dejar de ser libre si veo con indiferencia que un perverso oprime o se dispone a tiranizar al más infeliz de mis conciudadanos: su opresión reclama mis esfuerzos; e insensiblemente abro una brecha a mi LIBERTAD si permito que quede impune la violencia que padece” – Bernardo de Monteagudo.