SANDRA Y LAS REBELDES

SANDRA Y LAS REBELDES

Por Tania Rodriguez

Lo que ellos llaman amor, nosotras lo llamamos trabajo no remunerado.
Silvia Federici, 1975.

La mujer casada, la madre que es obrera, suda sangre para cumplir con tres tareas que pesan al mismo tiempo
sobre ella: disponer de las horas necesarias para el trabajo, lo mismo que hace su marido, en alguna industria o
establecimiento comercial; consagrarse después, lo mejor posible, a los quehaceres domésticos, y, por último,
cuidar de sus hijos.
Alexandra Kollontai, 1921.

Hace una semana se conoció un audio en el que el Ministro de Trabajo de la Nación y patrón de Sandra, la empleada doméstica, la insultaba y le ordenaba no volver a su trabajo. El apoyo a esta mujer y el repudio al funcionario inundaron los noticieros y, en particular, las redes sociales. Allí se instaló la campaña #ChauTriaca que solicita su renuncia, desafiando tácticas comunicacionales y slogans de autosuperación del gobierno. Porque todo No-Se-Puede.
El conflicto personal – definido así por el propio Triaca- terminó por exhibir aspectos poco transparentes en la intervención del gobierno al Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU) que lleva adelante desde hace dos años. En 2016, a Sandra Heredia la designó Carlos Triaca, hermano del ministro de trabajo, como delegada interventora en el SOMU (bajo la gestión de Gladys González, actual senadora por la provincia de Buenos Aires) a fin de compensar el salario de la casera por el trabajo que realizaba desde 2012 en la casa del ministro. A partir de su despido el 6 de enero de 2018 en el que le comentan que todo tiene un ciclo, Heredia hizo público el mencionado audio de whatsapp y realizó declaraciones acerca del tiempo que trabajó en negro para la familia Triaca (su empleador no la registró en AFIP sino hasta fines de 2015), la compensación salarial que le ofrecieron vía SOMU y su despido sin causa.

Más allá de la visibilidad del caso, por tratarse del responsable del ministerio cuyas metas son reducir la tasa de trabajo no registrado, el caso Sandra Heredia ilustra la precarización laboral a la que miles y miles de trabajadoras domésticas se enfrentan. En Argentina hay 1,2 millones de trabajadoras domésticas, el 97% son mujeres y alrededor de un 9% son mujeres migrantes [1]. Las empleadas domésticas representan alrededor de un 20% de las asalariadas (cerca del 8% de la PEA) y el 80% de las trabajadoras del sector no están registradas [2]. La campaña de regularización, que lanzó la Afip en 2006 contribuyó era de 95% la tasa de empleo no registrado.
En 2014 se reglamentó la Ley de Trabajadoras de Casas Particulares (26.9844) que definió para las trabajadoras registradas derecho a la ART, a vacaciones, indemnización por despido injustificado, retención de cuota sindical a través de AFIP y la garantía de derechos sociales (vacaciones, aguinaldo, aportes jubilatorios, etc.). Pero la estructura de inequidades es dura de roer.

El cambio empieza por casa

Foto: Feminista ilustrada

A pesar de los avances en materia legal que reconocen el empleo doméstico remunerado como actividad laboral, las tareas realizadas en el hogar no remuneradas y en general por las mujeres de las familias- aún tiene pendiente el reconocimiento social como actividad que aporta al efectivo desempeño de la economía y funcionamiento del mercado. En Argentina, las mujeres dedicamos alrededor de 3 hs más al trabajo doméstico (en promedio). Según la Encuesta de uso del tiempo de INDEC (2013), la tasa de participación de los varones en las actividades del trabajo doméstico no remunerado es del 57,9% con una dedicación de tiempo promedio de 3,4 horas mientras que 9 de cada 10 mujeres realizan estas tareas en el hogar y con una dedicación promedio de 6,4 horas.
La división sexual del trabajo consiste en la concentración de las mujeres en las tareas y necesarias para garantizar la reproducción de la fuerza de trabajo, esto incluye el funcionamiento de la unidad doméstica y también actividades y puestos de trabajo remunerado. Sobre esta división, se definen los modos de inserción diferenciada de varones y mujeres en los espacios de reproducción y en los de producción social y sobre esta división se sostienen las diferencias salariales brechas salariales- en detrimento de las mujeres.

La naturalización de la doble y triple jornada de trabajo para las mujeres (trabajo productivo y trabajo reproductivo) vela las inequidades estructurales sobre las que se sostienen los sistemas de acumulación desde hace unos cuantos siglos y sobre todo invisbiliza a las mujeres que lo hace. Sandra hacía de todo, como la mayoría de las empleadas domésticas y de las mujeres que realizan trabajo doméstico remunerado y no remunerado.

El audio de su patrón fue definido como “personal” porque es casi de la familia entonces los horarios de descanso, las vacaciones, el aguinaldo pasan a segundo plano. Come con nosotros. Le damos la ropa de los chicos para los de ella. No le molesta quedarse un ratito más, no? Suele ser común que la frontera entre lo laboral y lo personal se vuelva difusa en ciertas relaciones entre patrón/a empleada, sobre todo por el carácter privado de la actividad y por la particularidad de la sede laboral. ¿Cómo y quién fiscaliza una unidad doméstica? La falaz familia ampliada dura hasta que el ciclo termina y a la muchacha se le da por reclamar lo que le corresponde (indemnización, por ejemplo). Entonces ahí, donde lo personal es laboral también y sobre todo político, lo que busca es rédito dijo el Ministro de lo Personal. No es el rédito ni la fama. Son los derechos que las muchachas reclaman cuando logran alzar la voz.


[1] El 42% de las migrantes en Argentina se dedican a esta actividad (EPH, 2010). En el caso de la comunidad paraguaya, el 60% de las mujeres que deciden migrar a la Argentina se inserta en el sector de trabajo doméstico. La decisión de migrar suele estar ligada a la posibilidad de acceder a un trabajo y las redes de migrantes constituyen un factor fundamental de contención y de inserción al mercado de trabajo.

[2] Datos de la Encuesta Permanente de Hogares (3er trimestre de 2017).

Foto portada:  Cama Adentro – Escrita y dirigida por Jorge Gaggero

Otras fuentes consultadas:

https://feministailustrada.com/

http://economiafeminita.com/