RAJOY O DEMOCRACIA
Por Miguela Varela
Después de meses de un tire y afloje con el gobierno de Cataluña, Mariano Rajoy decidió ayer reprimir el referendum catalán, en el cual más del 90% de los votantes se manifestaron a favor de la independencia. Si bien es cierto que el gobierno español viene tomando medidas que atentan sobre las competencias políticas catalanas, como la impugnación de su estatuto de autonomía en el año 2010, nadie suponía que el Partido Popular (PP) llegaría tan lejos. Y no sólo por su inusual apego a las instituciones, sino porque su impopularidad no resiste un simbronazo más.
Sumado a la persecución judicial a más de 700 alcaldes que se manifestaron a favor del referéndum, a las amenazas a periodistas, al bloqueo de casi 150 sitios web con información sobre la consulta y a los registros ilegales en las sedes de diferentes partidos políticos; el gobierno central dejó un saldo de más de 450 heridos.
Pero ¿qué representa Mariano Rajoy? O mejor dicho, ¿a quiénes representa? El líder del PP es parte del establishment europeo y, como tal, es un mero representante de las elites políticas y económicas españolas que tienen como objetivo la aplicación de políticas económicas de austeridad y el mantenimiento del orden político imperante. Es decir, el PP intenta disciplinar a cualquier fuerza política o movimiento social que pueda desequilibrar un status quo sostenido a base de un bipartidismo falso. A Mariano Rajoy poco le interesa el deseo independentista de una parte de la población española o el respeto de las instituciones democráticas: sólo pretende disciplinar la rebelión democrática catalana y sostener a capa y espada el régimen del 78, esto es, la llamada “Transición del franquismo a la democracia”. La misma se trató de un pacto intraoligárquico que consagró a la elite dirigente en el poder bajo un aparente bipartidismo, y es esto lo que Rajoy piensa defender.
Como miembro del establishment, el gobierno del PP reprimirá cualquier política emancipatoria porque no sólo está en contra de la independencia de Cataluña, sino también del derecho a decidir de sus ciudadanxs. Y ya lo ha demostrado en reiteradas ocasiones: con las políticas de ajuste y el sometimiento a las exigencias económicas de la Troika en contra de lxs trabajadorxs, con el impulso de la “ley mordaza” para reprimir cualquier manifestación opositora, o con la impunidad que defiende sus casos de corrupción.
El resultado: el anuncio de una huelga general en los próximos días, un escándalo internacional con imágenes que muestran la brutal represión al pueblo catalán, una ciudadanía manifestandose en las calles, un aumento del apoyo popular al referéndum y a la causa independentista y, nuevamente, un descrédito del PP y de Rajoy que llega a niveles que lo deslegitiman para continuar al frente del gobierno. Como lo expresaba hace pocos días Xavier Muñoz Sorian, desde la Asociación Catalana para la Defensa de los Derechos Humanos: “se está trascendiendo el debate fundamental sobre el derecho de autodeterminación del pueblo de Cataluña hacia el debate de los derechos políticos, sociales y humanos”.