“QUÉ HAY DETRÁS DE ESOS CERROS. LAS HUELLAS DE MARINA VILTE”
Por Ana Belén Marrello
Este sábado 28 de junio, a las 20:15, se estrena en el Cine Gaumont, avenida Rivadavia 1635, Ciudad de Buenos Aires, el documental “Qué hay detrás de esos cerros. Las huellas de Marina Vilte”, con dirección y producción de Héctor Rivero; basado en el libro de Sofía D’ Andrea, Marina Vilte. Blanco en los ‘70 (Edición De la Campana, La Plata, 2008).
El documental, con guión y producción ejecutiva de Ernesto Gut, tiene entrevistas a la docente y periodista Sofía D’Andrea, quien lamentablemente falleció el año pasado; a Selva y a Laura Beatriz Vilte, hermanas de Marina; al docente e investigador Donato Cachambi, y al periodista, investigador y profesor de la Universidad Nacional de Jujuy (UNJu), Reynaldo Castro; al licenciado y profesor en Historia (UBA), Juan Balduzzi, y a la especialista en Ciencias Sociales del Trabajo y Licenciada en Sociología, María Abal Medina.
Nacida en Purmamarca, Jujuy, el 5 de noviembre de 1938, Marina Leticia Vilte fue una maestra rural jujeña y coplera. Su padre era agricultor y su madre docente. Se desempeñó como delegada sindical, Secretaria General de la Asociación de Educadores Provinciales (ADEP), desde 1971 hasta 1976, año en que fue detenida desaparecida por el Terrorismo de Estado. Fue a su vez cofundadora de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA), el 11 de septiembre de 1973 en Huerta Grande, Córdoba, el mismo día en que derrocaban a Salvador Allende en Chile.
Militante del Frente Revolucionario “17 de Octubre” (FR-17) después de un paso anterior por la izquierda independiente. Luego del último golpe cívico militar fue detenida y alojada en el Penal de Villa Gorriti de esa provincia norteña (entró a la cárcel silbando la Marcha Peronista). Hay testimonios que recuerdan que cantaba coplas folclóricas, que se escuchaban en todo el pabellón, para animar a lxs compañerxs.
Le concedieron la libertad por poco tiempo. Ella continuó con su militancia y ayudando a sus compañerxs. Fue secuestrada desaparecida el 31 de diciembre de 1976, en su ciudad natal y de su propia casa. Luchaba en defensa de la educación popular, por mejorar las condiciones de trabajo de las y los maestros y por tratar de liberar a “lxs changuitxs” del hambre y la miseria a que estaban condenadxs. La escuela primaria de Alto Comedero, una biblioteca y la Escuela de Formación Sindical de CTERA, llevan orgullosamente su nombre: Marina Vilte.
“Es importante rescatar la lucha que llevó adelante Marina Vilte. Resaltar su condición de mujer, sobre todo en aquellos años donde todos los cuerpos jerárquicos estaban integrados por varones, imponer su posición frente a todos. Imagino que debe de haber tenido una personalidad muy fuerte”, describió el cineasta Héctor Rivero, director del documental, quien no conoció su historia sino años más tarde cuando vino a vivir a Buenos Aires.
Héctor “Changuito” Rivero nació en Fraile Pintado, en el departamento de Ledesma, Jujuy, en 1969. Descubrió la carrera de cine luego de haber estudiado Periodismo de Investigación en la por entonces Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, hoy Universidad Nacional. Es parte de la primera camada de egresadxs, dado que la institución surgió el 6 de abril de 2000 (en 1999 se inauguró la Librería de las Madres y Café Literario, que funcionaba como un espacio de formación y discusión) y cursó hasta 2003. En el último año, para la tesina, lxs alumnxs tenían que hacer un video documental. Los profesores les habían enseñado a llevar a cabo una producción independiente: cómo manejarse como fotógrafo, camarógrafo, entrevistador.
Su primer cortometraje se llama “Guernica: lo que no se ve”, que narra la historia de militantes sociales, trabajadores desocupados “que al verse en una situación precaria de trabajo y falta de oportunidades para sus hijos/as crean un comedor para paliar la grave situación económica”. Fue filmado a los seis meses del asesinato de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, ocurrida el 26 de junio de 2002. Maxi era de Guernica. El corto tiene una duración de poco más de 21 minutos y se puede ver en su cuenta de YouTube “Changuito Cañero Cine”.
Fue tan fuerte la influencia de los profesores que tuvo en Madres, integrantes del Grupo de Cine Insurgente, que después pasó a ser parte del colectivo, a formarse como documentalista y a integrar DOCA (Documentalistas de Argentina). Antes había pasado también por el Profesorado de Letras y por el CBC para cursar Ciencias Políticas, que por cuestiones de tiempo y de trabajo no pudo terminar. “En Madres descubrí este camino de lucha que uno lleva adelante. Hago cine militante, territorial, de base, social y político”, define. Y nombra a quienes lo marcaron en su paso por la Universidad de Madres: Vicente Zito Lema, Osvaldo Bayer, Liliana Daunes, Carlos Polimeni, Horacio González.
Laura, hermana de Marina Vilte
– ¿Cómo llegaste a la historia de Marina Vilte?
– En el 2011, cuando con la mamá de mi nene, ahora estamos separados, habíamos ido a Mataderos, siempre solíamos ir. A mí me encanta la música, y después de tomar unos mates fuimos a la plaza para ver quién estaba tocando. Era el grupo Che Mandinga y comenzaron a repartir volantitos. En esa época no había muchos celulares. Decía avenida Belgrano 1580, 22 horas, y listo, mandate allá. Estuvieron tocando ahí, se quedaron una semana, fui a proponerles hacer un videoclip en Purmamarca y ellos re encantados. Eso fue en septiembre, octubre, y al año siguiente en las vacaciones viajé para allá e hice el videoclip. El tema se llama “Welcome to Jujuy” y es una canción para Marina Vilte. Cuando edito el material, me dice Alejandro Vilte (voz y guitarra), el sobrino de Marina, que no la conoció porque nació en el 78, 79, hijo de Bety Vilte, hermana de Marina, ‘esta es la canción para mi tía, ella está desaparecida, después te voy a pasar la foto’. Demoraba en pasarme la foto. Ya quería terminar el videoclip, porque no era mi isla de edición sino de un amigo. En el medio de eso, que serían como seis meses, empiezo a buscar quién era Marina Vilte. Había poca información en internet, pero me saltó que había un libro sobre ella que lo había escrito Sofía D’ Andrea, “Marina Vilte. Blanco en los ‘70”. Fui a una librería en avenida Corrientes, El Aleph, ahí encontré el libro y adentro tenía el correo de la escritora. Mi cabeza ya estaba volando. El videoclip ya había pasado a ser historia y yo ya estaba metido en este personaje. Sofía me responde. Ella vivía en Mendoza y me dice que al año siguiente iba a ir a La Plata donde vivía su hija, creo que a un Encuentro de Mujeres, y combinamos para vernos. Hablamos bastante de Marina. En ese momento yo ya había ido con la idea clara de hacer un documental sobre Marina. Ella me dijo que me daba todo el apoyo y así fue, me facilitó varios contactos, muchos, para la etapa de preinvestigación, que cuesta un montón llegar a los personajes. Ahora quizá los viejos están un poco más flexibles, porque los está consumiendo el TikTok, pero hace cosa de 10, 15 años no te compartían información. La tenían ellos y era reservada.
Donato Cachambí, investigador
– Qué loco que siendo vos de Jujuy no te hubieras enterado de la historia de Marina Vilte allí mismo.
– Mirá, no está estaba en los planes de estudios. No sé si ahora habrán avanzado algo.
– El documental ya tuvo su preestreno en Jujuy. ¿En qué lugares y con qué apoyos contaste?
– El Festival de Cine de las Alturas me dio mucho apoyo para circular el documental allá, a través del Cine Móvil y de la prensa de Jujuy. Tuvo un preestreno en 2022, en el Cine Teatro El Pasillo, en San Salvador de Jujuy. Todavía no estaba terminado, pero ya había un offline (primera fase de la edición). Fue Selva Vilte, vio el documental y después se generó una charla muy rica. Y de ahí lo presentamos en 2023 en la biblioteca de Purmamarca. El Cine Móvil conjuntamente con el Cine de las Alturas fueron con toda la infraestructura de pantallas, sonido. Siempre estuvieron dispuestos a darme todos los elementos para que la película se distribuyera y además también gestionando para la prensa, para que el documental sea visible. También se proyectó en Tilcara y en la escuela que lleva el nombre de Marina Vilte, que cumplió 30 años. El 24 de Marzo hicieron dos proyecciones, para turno mañana y turno tarde, e invitaron a Selva. Los chicos se hicieron una remera que decía Marina Vilte. Por las fotos y audios que me mandaron fue una presentación muy emotiva. Y en el 2024 se hizo el estreno oficial, a través del INCAA, con cortada de boleto, en el Cine Auditorium “Julio Lencina”, en San Salvador de Jujuy.
– ¿Es posible que te ofrezcan más fechas para su proyección en el Gaumont?
– Depende de la cantidad de público, si es muy convocante la peli, o si la gente empieza a llamar, a preguntar, y evaluarán el termómetro para dar otra fecha.
Reynaldo Castro, docente
– Durante los preestrenos y estreno en Jujuy, ¿qué respuesta tuviste por parte del público?
– En Jujuy tuvo excelentes críticas. Fueron muy buenas, positivas. En el auditorio “Julio Lencina” se presentó una alumna de Marina. Tomó la palabra, contó anécdotas y eso cada uno se lo lleva.
– ¿Estás dispuesto a prestar el documental en caso de que alguna escuela u organización lo quiera pasar?
– Sí, obvio. Esa es la finalidad. Allá la pasamos dos veces en la Escuela “Marina Vilte”, en el sindicato de ADEP. Se la pasó en Humahuaca. Fue el escritor que aparece en la peli, Reynaldo Castro, quien la llevó y organizó todo. Porque imaginate que yo no puedo. Claro, está abierta la posibilidad para que circule.
– Es bellísima la música del documental. ¿Quién la compuso?
– La música la hicieron dos personas. Darío Cazón, quien aparece en el documental, vive en Purmamarca y él tocaba en Che Mandinga. La música de guitarra y huaynitos la hizo un pibe de acá, de Buenos Aires, que se llama Facundo Barrios, y es multinstrumentista, estudiante de la UNA (Universidad Nacional de las Artes) e integrante del grupo Pacha Runa. Y aparece un trío que toca caja, siku y bailan. La coplera se llama Daniela Cazón.
– ¿Tuvo el documental subsidios por parte del INCAA?
– Presentamos un proyecto a través de DOCA, que integro desde el 2006, donde no había que pasar por productoras como Campanella, Trapero, ni por Netflix. Porque los estudiantes de cine se reciben y, ¿a dónde van a laburar? Caen en productoras que los explotan, que se hacen dueñas de los proyectos y les dan dos mangos. Conociendo todo eso, vinimos a derribarlo. Con un trabajo experimental o documental de cinco minutos, eso era el currículum, más el título, vos podías ser Realizador Integral. Desde DOCA, impusimos esa figura. Podías ser productor, director, guionista, camarógrafo, fotógrafo, editor, sonidista. Realizada la investigación con Sofía (D’Andrea) y los compañeros de Jujuy, hice una carpetita chiquita, la presenté al INCAA y fue para atrás, porque me decían que no había investigación, que el proyecto no era sostenible. Me compro una panadería y dejé el cine, toda la actividad artística. Me dediqué al negocio. Eso era 2013. En 2016, el impuestazo de Macri me reventó, más una clausura, me cansé, vendí todo y con una compañera que teníamos en sociedad, nos quedamos en la calle. No queríamos pagarles a estos zánganos esa multa que nos habían puesto, porque no querían que laburáramos. Esa era la idea. Porque nosotros laburábamos con los pibes de las fábricas. A la factura que no se vendía, a la tarde la poníamos al 50%, y eso a la gente cheta de La Paternal les molestaba. Lo que vemos ahora. Tu condición figura por lo que portás y no por lo que llevás adentro. Empecé a laburar devuelta de changarín, y ahí dije ya está la panadería, me dedico a laburar así, a mantener a mi nene y a mí. Y ahí agarré la carpetita, la reescribí, me asocié con un amigo, Ernesto Gut, guionista del documental, le comenté el proyecto y me dijo que lo que le faltaba era texto. Le pregunto cuánto me cobraba, tanto, bueno dale, vamos. Lo presentamos y ganamos el primer proyecto para desarrollo. Lo que era, ahora ya no hay nada, que te bancaban para que fueras a hacer la investigación. Nos dieron 20 mil pesos, que en realidad fueron 18. Nos pagamos los pasajes, fuimos a Jujuy, hicimos la investigación y volvimos. Yo estaba pensando en otro proyecto, sobre una chica que estaba en la cárcel, y tenía los cables medio cruzados. No quería dejar pasar el tiempo, que era acotado, entonces le dije a Ernesto que escribiera el guión y yo lo iba asesorando en lo que necesitara. Teníamos las entrevistas, el 50% del trabajo hecho, pero yo no tenía la cabeza preparada para unir todo, para tener un eje hacia dónde ir, cómo llevarlo a papel. Ernesto lo escribió, lo presentó y ganamos. Lo conocí a través de DOCA, de reuniones, de asambleas, de jornadas que se hicieron con el Partido Obrero en el Centro Cultural, movidas los sábados de cine debate.
– ¿Te fue fácil encontrar material de archivo?
– No, muy complicado. De hecho, casi no hay material de archivo en la peli. De ahí mi decisión de que tenga música y cerros, además de las entrevistas. Tenía que ver con el título. Entonces, dije, vamos a contar la historia de una mujer desaparecida, luchadora, pero que no quede en el llanto, sino mostrando el paisaje, la naturaleza, por donde ella transitaba. Por donde se mueve la gente a diario allá.
– ¿Cómo fue el trabajo en equipo?
– Son varios años que vengo haciendo cine documental. Generalmente la cabeza y el que habla con los personajes soy yo. El que va a tomar mate, y a romper los huevos, y a tocar el timbre un sábado a la tarde, un domingo a la mañana, quedarme a comer en sus casas. Con personas del primer documental me sigo mandando mensajes, para el día del amigo, del padre, hacemos amistades. Más allá del color y de la idea política que puedan tener, es tema de cada uno. Ellos me abrieron la puerta de sus casas y yo soy respetuoso. Me abrieron porque soy buena persona.
– ¿Encontrás alguna conexión entre la historia de vida y de lucha de Marina Vilte y el presente?
– Fijate que a Marina Vilte, debido a la actuación del Servicio de Inteligencia, la detienen el primer día del golpe de Estado. El 24 de Marzo de 1976. Y existía un decreto de Cámpora que era por incitación a la violencia, y la dictadura se amparó en eso para detenerla. Por un decreto de un gobierno democrático. Y mirá que Marina venía de las filas de la izquierda peronista. O sea, que entre compañeros se traicionaron.
– Estuvo un mes detenida, la sueltan, y en diciembre la vuelven a secuestrar y ahí ya no aparece.
– Sí, en el documental cuentan las hermanas, que ella les contó, que le dijeron que no siguiera más con la militancia porque la iban a desaparecer. Y ella les dijo que ‘no, si yo no estoy haciendo nada malo. Estoy luchando por mis docentes’. Bety estaba en Córdoba y le dijo ‘Marina, venite a Buenos Aires, no te quedes en Jujuy, van por vos’. Y Marina le volvió a decir ‘yo estoy luchando por mis docentes. No estoy haciendo nada malo. ¿Por qué me tengo que ir?’.
“QUÉ HAY DETRÁS DE ESOS CERROS. LAS HUELLAS DE MARINA VILTE”
Dirección y producción: Héctor Rivero.
Guión y producción ejecutiva: Ernesto Gut.
Cámara y fotografía: Paula Udine, Ernesto Gut y Héctor Rivero.
Post digital: Dionisio Cardozo.
Post de sonido: Lucho Corti.
TRÁILER: https://www.youtube.com/watch?
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YouTube: “Changuito Cañero Cine”