¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN BRASIL?

A dos semanas de las elecciones presidenciales:

¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN BRASIL?

Por Miguela Varela

Se acercan las elecciones del próximo 2 de octubre. Pero ¿cómo podemos caracterizar el escenario? Sintetizando: violencia política de la derecha, en el discurso de los candidatos y en la acción de los militantes, crisis económica y un nuevo Lula.
Lula Vuelve
Se trata de una elección fuertemente polarizada. Para darse una idea, dos datos grafican cómo está el ambiente: el 70% de los electores llega con el voto definido y el padrón se compone con casi el doble de electores que en las elecciones anteriores. En este marco, Lula Da Silva es el candidato favorito con un 45% de intención de votos, lo que le daría un triunfo en primera vuelta. Un poco más atrás se encuentra Jair Bolsonaro, con una diferencia de casi 10 puntos.

Ahora bien, el Lula del 2022 es otro. Porque es otro Brasil. Su candidato a Vicepresidente es Geraldo Alckmin. Médico de profesión y ex gobernador de San Pablo, Alckmin es un político clásico del establishment: hombre blanco con poco carisma, representante de una derecha moderada a través del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), con fuertes vínculos con los Estados Unidos. Fue el rival de Lula en las elecciones presidenciales de 2006 y hoy transita el debilitamiento general de los partidos del centro. Pero Lula ve en él la posibilidad de ampliar el horizonte y transformó su candidatura a Vice en una alianza estratégica. Por el lado de Alckmin, esta tal vez sea su oportunidad de no quedar opacado por una derecha extremista que propone un cuestionamiento permanente a los partidos tradicionales y que tampoco teme al uso de la fuerza. La estadía de Lula en la cárcel probablemente lo haya convencido de lleno.
Ahora bien, esta no es la única alianza que construyó el nuevo Lula. Por el ala izquierda, en abril se anunció la creación de la Federación Brasil de la Esperanza (Fe Brasil) que incluye al Partido Comunista de Brasil y al Partido Verde. El objetivo: contar con una plataforma de votos amplia en el Congreso y disminuir al mínimo la necesidad de negociar votos con el
“Centrao”. Un equilibrio necesario en tiempos difíciles.

Una crisis económica de largo plazo

Mientras tanto, Bolsonaro ensaya salvavidas de cara al 2 de octubre, una especie de política social para quienes están por debajo de la línea de la pobreza. “Auxilio Brasil” destina 600 reales a cada familia y viene a reemplazar al histórico plan “Bolsa Familia”. Sin embargo, el malestar por la crisis económica no desciende ya que el gobierno no ha logrado dar respuestas concretas ante una inflación de más de 10 puntos y un crecimiento menor al 2%. Pero eso no es todo, desde 2018 Brasil volvió al mapa del hambre de Naciones Unidas. Este no es un dato menor en un país donde el 60% de la población sufre inseguridad alimentaria. Es por esto que una de las propuestas del candidato del PT es abandonar nuevamente ese ranking, aunque en un escenario económico más complejo: una economía que coquetea con la recesión, inflación internacional de alimentos y problemas de oferta debido a la guerra en Ucrania y a las dificultades en las cadenas de suministros en tiempos de Covid 19. No la tiene nada fácil.

Un escenario violento

A dos semanas de las elecciones, siete de cada diez brasileños tienen miedo de sufrir violencia política. Estos números fueron publicados luego de una encuesta realizada por Datafolha. Y este miedo tiene sus fundamentos: tres simpatizantes de Lula fueron asesinados a manos de militantes de extrema derecha durante la campaña presidencial. Es decir, la consecuencia directa de los discursos de odio. El miedo de Bolsonaro a perder las elecciones ya empieza a derramar en las redes sociales y a calar en sectores extremistas. En Argentina experimentamos hace pocas semanas el sabor de la violencia política más perversa en el intento de asesinato a Cristina Kirchner. Entonces, a esta altura podemos preguntarnos ¿qué pasaría ante un triunfo de Lula? ¿Esta derecha violenta aceptaría el resultado con total resignación? Algunos analistas sugieren una salida “a lo Trump”. Esto es, desconocer los resultados y apostar por un toma del poder por medio de la violencia. Algo que tiene asidero, si consideramos el fortalecimiento de la alianza de Bolsonaro con los sectores militares, quienes han ganado mucho poder político incluso más allá del propio candidato. Otra opción es comenzar una fuerte campaña de violencia y desestabilización en las calles frente a un potencial gobierno de Lula. En cualquier caso, la figura de Bolsonaro estará en el centro de la escena y seguramente vinculado a momentos de tensión institucional.