NUEVO VERDURAZO COMO EXPRESIÓN DE UNA CRISIS QUE NADIE QUIERE VER

NUEVO VERDURAZO COMO EXPRESIÓN DE UNA CRISIS QUE NADIE QUIERE VER

Por Ignacio Vila 

Ser pequeño productor de alimentos o agricultor familiar en el campo argentino ha sido históricamente una tarea muy compleja, aunque en la actualidad se está convirtiendo -o más bien, la están convirtiendo- en una actividad casi inviable. Y esto se debe a varios factores: la inexistencia de políticas públicas específicas hacia el sector, la imposibilidad de acceder a la tierra, la debilidad de los agricultores frente a la intermediación comercial, el desafío de incorporar tecnología y las reglas del juego elaboradas a favor de la mega industria alimenticia trasnacional. Se trata de un combo que nos va permitiendo comprender por qué en Argentina, un país con una tierra privilegiada para producir alimentos, llevar adelante la actividad desde la pequeña o mediana escala es casi imposible.

INTERMEDIACIÓN COMERCIAL PARASITARIA

De acuerdo al índice IPOD que elabora la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) hay una brecha de 4,3 veces entre lo que cobra un productor y lo que paga el consumidor. Más allá de que el índice viene a la baja en los últimos meses, hay casos que continúan siendo escandalosos. Un productor recibe $3,5 por cada kilo de

limón, mien tras que el consumidor paga unos $22,9 por el mismo kilo. Además, es importante resaltar que la brecha viene bajando, a costa de que el productor recibe menos por su producción, es decir, no se trata de una mejora en la distribución de la riqueza de la cadena. De los 25 productos que integran el índice, entre septiembre de 2016 y agosto de 2017, sólo en 2 productos los productores reciben precios que aumentaron por encima de los niveles de inflación.

ACCESO A LA TIERRA

El grueso de los productores encargados de producir más del 65% de los alimentos que comemos día a día en nuestras casas, como aseguran desde la Unión de Trabajadores de la Tierra, no son dueños de las tierras donde viven y trabajan. No se trata sólo de un problema de dominio, sino que deben además pagar un alquiler por el uso de las tierras que les consume una parte importante de la (poca) ganancia que obtienen de su actividad.

TECNOLOGÍA

Sólo hace falta visitar producciones de verduras y hortalizas en algún Cordón Verde que rodea a la zona del AMBA para poder ver que en Argentina hay compatriotas que producen en las peores condiciones. En primer lugar, el desarrollo tecnológico en el rubro de la producción de alimentos no está pensado para la pequeña y mediana escala.

En segundo lugar, no existe un banco en el país que otorgue créditos a los pequeños productores. Sin política pública que desarrolle tecnología específica y que permita a los agricultores acceder a créditos para incorporarla, la situación se mantendrá en los niveles actuales. Para empeorar el cuadro, desde la asunción del nuevo gobierno, se han ido limitando o eliminando las políticas públicas que había en este sentido.

MULTINACIONALES ALIMENTICIAS

El sistema agroalimentario nacional tiene dos grandes perdedores. Por un lado, como venimos describiendo, los pequeños y medianos productores. Por otro lado, los consumidores. Estos últimos pagan precios cada vez más altos por productos que cada día tienen una peor calidad e incluso son generadores de enfermedades. No es menor el dato de que en nuestro país el 23,1% de los adultos y el 6,3% de lxs chicxs son obesxs.

El promedio mundial, en cambio, es del 12% y el 5%, respectivamente. En fin, doblamos el promedio mundial.
Pero no sólo hay perdedores en el sistema agroalimentario nacional. Las grandes industrializadoras de alimentos y las grandes comercializadoras son los que se llevan los mayores beneficios en la cadena, generando oligopolios en casi todos los rubros alimenticios.

“Somos quienes producimos más del 65 por ciento de los alimentos que comemos día a día en nuestras casas. Producimos verduras, yerba, carne, leche, frutas, quesos, huevos. A pesar de la dignidad de nuestro trabajo, las condiciones en las que vivimos, producimos y comercializamos son muy precarias. No somos el campo rico que produce commodities para la exportación. No especulamos con nuestra producción, ni guardamos alimento en silos para vender cuando mejor se pague”, manifestaron los desde la UTT en un comunicado oficial.

Es un mensaje claro, y comprobar esta dura realidad no toma más que unos días de recorrida. Es necesario reconocer a este actor económico, que tiene características absolutamente diferentes a los grandes productores de granos, que tiene otras necesidades, otra realidad y que fundamentalmente, se encarga de alimentarnos a los argentinos.

((ÁLBUM))

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