MONGO Y EL ÁNGEL, UNA OBRA LLENA DE REFLEXIÓN

MONGO Y EL ÁNGEL, UNA OBRA LLENA DE REFLEXIÓN

Por Darío Ferrazzano

Dentro de la cotidianeidad de la vida, de la rutina, del hastío y de la gris existencia, todos, indefectiblemente todos, tenemos al lado una persona que actúa como ángel.  Aunque no la conozcamos, aunque no se lo proponga.

Mongo y el Ángel es una de esas obras que invitan al replanteo permanente y a la introspección personal profunda.  Cuando pensamos que todo está oscuro y sin salida, aparecen esas palabras, quizás desde una persona que apenas si la vimos, pero que te pegan en el cerebro una trompada tan fuerte que te mueven todas las ideas sin que te des cuenta.

Quizás, a veces, hasta nos puede resultar insoportable o molesta esa compañía que nadie llamó.  Quizás hasta suene soberbia y burlona su presencia, pero es precisamente en ese bochinche que se piensa con más claridad y se encuentra a la verdadera compañía que se necesitaba sin buscarla.

La ya famosa y repetitiva frase salir de la zona de confort está presente en toda la obra.  Desde que Pino (el Ángel) se hace presente en escena por primera vez hasta que su sólo y última presencia se funde a negro para finalizar la obra, atravesamos esa lucha permanente por no querer salir de la rutina que nos da seguridad y que, sin saberlo, nos atrapa cada vez más en la oscuridad.

Recorremos con Mongo (Bautista Duarte) todos sus miedos, sus pesares.  Descubrimos de a poco su pasado y los fundamentos de su enojo.  Va abriendo su ser a medida que empieza a entender a Pino (Martín Urbaneja) y termina de sacar toda su humanidad con la presencia de Liliana (Silvina Katz).

Las tres actuaciones son soberbias, sólidas y comprometidas.  Se nota que no son un personaje más para sus intérpretes, sino que hay un trabajo extenso y pensado para poner en escena lo más profundo de cada uno.  Y es en la extraordinaria labor de Martín Urbaneja que nos quedamos pensando al final ¿qué pasa realmente con esas personas que actúan de ángel?  Tienen también sus vidas, sus preocupaciones y miedos.  Tienen su soledad.  Quizás el miedo de afrontarlas genere una coraza de hilaridad que explota en la ayuda a los demás.  Per ¿y después?.  Eso es en lo que más me dejó pensando Mongo y el Ángel.

Quizás estemos condenados a una vida de planillas de cálculo, de intereses y de números tan abrumadores que no nos dejen lugar para el pensamiento sobre el otro, pero mientras allá un Ángel ahí dando vueltas, la humanidad tendrá la esperanza de salir a flote en este mar de mediocridad y angustia.

Ficha técnico-artística
Dramaturgia: Héctor Oliboni
Mongo: Bautista Duarte
Liliana: Silvina Katz
Pino: Martín Urbaneja
Diseño y realización de escenografía: Ariel Vaccaro
Diseño de iluminación: Alejandro Le Roux
Diseño de vestuario y caracterización: Paula Molina
Música original y ambientación sonora: Fernando Laub
Fotografía: Lucas Suryano
Diseño : Ana Willimburgh
Prensa y comunicación: Kasspress
Redes: Carolina Krivoruk
Producción ejecutiva: Cristina Sisca
Asistencia de dirección: Lucas Suryano
Dirección: Marcelo Velázquez