MESSI, EL HOMBRE SIN MITO
Una relación que aún no se define y un mito que no se termina de construir.
Por Daniel Bello
Roland Barthes en su libro Mitologías, dedica un capítulo al catch y en el cual define que no es un deporte sino un espectáculo inteligible en donde el público se pone de acuerdo en una premisa: lo que importa no es lo que cree, sino lo que ve.
También afirma que: «La función del luchador de catch no consiste en ganar, sino, en realizar exactamente los gestos que se espera de él» y que en Estados Unidos, el catch, representa «una suerte de combate mitológico entre el bien y el mal».
La foto que ilustró en los medios argentinos la goleada de Brasil ante Argentina por 3 a 0, fue un Messi mirando el suelo buscando en la gramilla la germinación de una respuesta. No la había. Como así tampoco había segundas lecturas de lo gestual: se palpaba la frustración en su rostro por una inminente derrota ante Brasil que, encima, se concretó bajo una superioridad notoria.
A esa foto, que muchas veces se ha mostrado como ilustración de finales perdidas, de desazón y de la búsqueda de un rumbo, le falta su secuencia: la de la redención y la de la reivindicación del héroe, hablando en términos mitológicos, que tuvieron otras eliminatorias y jugadores.
Palermo, El Titán
Cuando la Selección fue dirigida por Maradona fue más criticada por la presencia del 10 que por su juego, el cual dejaba las especulaciones fuera de la cancha. Siempre buscaba el resultado y quedaba expuesta a resultados como el 6 a 1 ante Bolivia en La Paz.
«El Diego», a quien muchos pretenden disociar jugador de persona en una suerte de aprendices de Víctor Frankestein, recibió todo tipo de estocadas. Legales e ilegales.
Hojas y tintas se gastaron en la especulación sobre la clasificación de la Selección a la vez que se aprovechaba el revuelo para lograr adhesiones de todo tipo con el fin de castigar a Maradona. Y en ese juego, entraban desde quienes pergeñaban estas artimañas hasta incautos que insultaban al pasar, tocando de oído, al tal o cual jugador.
Así llegó el anteúltimo partido de las eliminatorias para el Mundial Sudáfrica 2010, en el que Argentina recibió a Perú.
La celeste y blanca se puso 1 a 0 con gol de Gonzalo Higuaín, pero los peruanos empataron con el cabezazo de Hernán Rengifo. La igualdad puso las tribunas a hervir.
A los 46′ del segundo tiempo ingresa Martín Palermo. Más furia.
Palermo, tras una serie de rebotes, logró empujar la pelota con la izquierda e inflar la red, poner el 2 a 1 y a la Selección en lugar de clasificación al Mundial. Para ese momento, la lluvia ya era torrencial y las tribunas un fuego que ardía.
El festejo del 9 se hizo con los brazos extendido, como crucificado, y con el pecho descubierto desprovisto de cualquier protección – ¿se ofrece desprotegido porque sabe que lo que viene no es dolor ?- ; ojos cerrados y de cara al cielo, elevada, recibiendo la lluvia que parecía lavarle los pecados y lo purificaba de aquel mal recuerdo de los 3 penales errados ante Colombia en el ’99. Motivo por lo cual el público lo había marginado de sus preferidos.
Ese gesto inundó los medios locales y El Titán, con 36 años, logró ser de los elegidos para jugar un Mundial.
Párrafo aparte para lo que que acaso fue la consagración del héroe redimido: el gol ante Grecia en la fase de grupos de Sudáfrica, que selló un camino lleno de proezas, derrotas y fracasos, que lo muestran como un héroe que cayó en desgracia y por sacrificio logró su redención, con el extra de que fue perdonado por el público.
Palermo entró en el Olimpo de fútbol.
El mejor de nosotros
Barthes dice en su libro: «En el catch, al revés del judo, la derrota no es un signo convencional que se abandona apenas adquirido; no es un resultado, sino, por lo contrario, algo que permanece, que se expone; retoma los antiguos mitos del sufrimiento y de la humillación públicas: la cruz y la picota».
Y asegura que en el catch «lo que se libra al público es el gran espectáculo del dolor, de la derrota y de la justicia».
Lionel Messi, acaso recorre el camino del héroe que se debate entre ser y no ser finalmente quien su destino – como si no fuera algo que se construye – le demanda que sea, a la vez que el público se debate entre amarlo y condenarlo.
Hacia el final de las eliminatorias, en estos partidos que le restan a la Selección, hay que ver si surgen de entre las cenizas del fuego finalista, alcanzado en el Mundial como en la Copa América y la Copa América Centenario, esa redención del héroe y Messi logra ser bajado de la cruz y ser aceptado, lograr caminar entre los mortales y obtener ese estadío en el que el público finalmente lo acoja en su seno como a uno de ellos, porque en definitiva guste o no, Messi es el mejor de nosotros.