MAXIMILIANO GERSCOVICH: “EL CINE INDEPENDIENTE EXISTE EN TÉRMINOS RELATIVOS: LO QUE SE DICE INDEPENDIENTE DE ALGO, NO EN LO ABSOLUTO.”
Por Darío Ferrazzano
En estos últimos años nos acostumbramos a ver películas, ya sean estrenos o no, en cualquier dispositivo hogareño: un celular, computadora o tablet es suficiente junto con una conexión a internet para poder disfrutar del séptimo arte desde la comodidad de casa. Ya sea de forma paga o gratuita hay diversas plataformas que nos ofrecen un amplio abanico de posibilidades para ver películas o series. Pero esto que hoy lo tenemos asimilado como algo natural y que parece que es de toda la vida, hace apenas diez años no era tan fácil de acceder o encontrar.
En el 2011 Netflix, por ejemplo, comenzaba a ofrecer sus servicios de transmisión por internet (comúnmente conocido como streaming) en Latinoamérica, luego de haberlo hecho unos años antes en Estados Unidos y Canadá, aunque sus comienzos se remontan a 1997 como una empresa que alquilaba DVD’s por correo. En aquel año YouTube no era la plataforma que conocemos hoy y no tenía las opciones de ver películas en buena calidad. Y si nos remontamos a unos años más atrás, en 2004 el formato de alta definición (o HD por sus siglas en inglés) era apenas utilizado en grandes producciones con grandes presupuestos.
En ese contexto, en Argentina hubo un grupo de gente que se atrevió a patear el tablero y fue por algo impensado: grabar una de las primeras películas latinoamericanas en formato HD. Así en 2004 y en sólo ocho días de grabación nació Stephanie de una forma totalmente independiente y sin contar con ningún tipo de financiamiento privado o estatal. Ese primer intento en dar el gran paso a una nueva tecnología audiovisual estuvo en postproducción casi 7 años, hasta que en 2011 llega al público de una manera muy poco usual para el cine de esa época: su estreno fue a través de internet, convirtiéndose así en la primer película de habla hispana en estrenarse por streaming y en alta calidad.
Desde Revista PPV nos contactamos con su director Maximiliano Gerscovich para hablar no sólo de la película, sino del cine en general:
-Se cumplen diez años del estreno de Stephanie, ¿cómo fue esa experiencia?
-Sí, una década ni más ni menos. El tiempo pasa de una manera que a veces uno no lo puede creer. Cuando yo me veo en las notas de aquel entonces (porque la película tuvo mucha repercusión) me veo tan distinto… Pero muy contento porque vos pensá que en 2011 YouTube ni siquiera tenía HD en su plataforma, los videos eran standard, por ahí encontrabas alguna película conocida que alguien había pirateado pero en calidad horrible y además eran películas que ya tenían su recorrido comercial, no estaban siendo estrenadas en YouTube. Y Netflix lo mismo, que empezó como un delivery de DVD´s y luego se transformó en una plataforma digital donde sí podías ver en streaming alguna película, pero para ese entonces eran películas de producción grande y habían hecho todo el recorrido completo, habían salido hasta en la tele y Netflix era como el último orejón del tarro. Recién en 2013 (si mal no recuerdo) ellos mismos producen House Of Cards, que es la primera serie que sí se estrena por streaming.
-¿Cómo planificaron salir por streaming?
-Para nosotros que estamos tratando siempre que la cultura independiente tenga sus canales de difusión y logre llegar aunque sea a un público chico (no sólo para el cine, sino para todas las formas artísticas) es muy importante que todo ese tiempo, esfuerzo y dinero que ponen en su trabajo autogestionado encuentre canales de llegada por lo menos a gente que va a apreciar lo que hizo, alguna quizás la va a criticar también, pero que no quede el trabajo en la nada porque es muy frustrante. Y nadie se merece, haga lo que haga, que sus productos no encuentren aunque sea un nichito.
Nosotros hicimos la película en 2004, que fue una de las primeras películas de habla hispana hechas en HD, cuando el HD era muy experimental todavía y en Argentina había sólo dos empresas que tenían ese tipo de equipos profesionales. Ahí Fernando Baserga (el productor) se puso la película al hombro y la hicimos igual, la grabamos en ocho días con un elenco realmente de lujo para nosotros, un equipo técnico muy bueno, pero super acotado: imagínate que yo no tenía asistente de producción y además hacía la fotografía de la película también.
Volviendo al estreno, pasó el tiempo y las versiones de la película. Yo fui haciendo montaje, tras montaje, tras montaje y llegó ese año (2011) en el que ya los músicos venían de hace tiempo haciendo esto en plataformas como MySpace: RadioHead por ejemplo estrenó In Rainbows en su propia web en 2007 y a la gorra, donde los fans ponían desde cero dólares hasta mil o más. En ese momento el Instituto del Cine, casi como una especie de caridad, nos daba una sala en Constitución que si la estrenábamos ahí la iban a ver alrededor de doscientas personas con mucha suerte y en su primer fin de semana en streaming la película tuvo ochenta mil visualizaciones y ahora ya está en más de cinco millones.
No es que yo esté en contra del cine visto en una sala, incluso hay películas que están pensadas antes de realizarse para la pantalla grande, por ejemplo 2001 de Kubrick es un espectáculo que hay que disfrutarlo en una pantalla grande, no en un celular o en una pantallita chiquita. Pero después hay otra clase de cine como es Stephanie, que es un thriller psicológico muy basado en los personajes y en los diálogos (aunque también en la imagen, porque no es sólo una película puramente dialogada) pero es una película intimista, entonces verla en un monitor de los que hay ahora que son HD, es una experiencia muy buena. Decidimos emular en aquel entonces lo que la música independiente venía haciendo desde hace un tiempo bastante largo y lo hicimos con el cine.
-¿Y cómo fue que se decidieron a estrenarla por Cuevana? Porque es una página que no estaba bien vista en el medio.
-Estás siendo leve diciendo que no estaba bien vista, era el enemigo directamente. El tema de Cuevana fue así: mandamos a diseñar la página web de la película, que la hizo Gastón Infantino con un diseño bárbaro, le pusimos el afiche, entrevista a los actores, fotos del rodaje… Era una web muy completa porque el espectador además de ver la película podía ver todo el material que la rodea. Y a él se le ocurrió linkear el video con Cuevana por una cuestión técnica, y en ese momento Tomás Escobar (NdR: creador de Cuevana) se copó mucho en hacer un estreno porque hasta ese momento él venía poniendo las películas de Batman… Y acá hago un paréntesis porque para mí lo que él hizo con Cuevana es histórico, para mí es un prócer Tomás Escobar porque es un chico que hizo la primera plataforma de streaming de habla hispana. Hoy hasta el Instituto de Cine tiene su propia cuevana, que es Cine.Ar (antes Odeón). En ese entonces nos tiraron con todo: desde colegas, hasta periodistas y gente de la industria diciendo que esto era el fin del cine profesional ¿y qué terminaron haciendo? Todos publicando sus películas en la cuevana del Instituto. Entonces han sido 10 años donde al final del camino este pequeño grupo tuvo razón.
-Me imagino también que para Cuevana tener un estreno exclusivo era un espaldarazo, un apoyo al camino que estaba emprendiendo.
-Sí, de alguna manera hubo gente, o cierta parte de ese mundo, que le devolvió a Tomás todo lo que había hecho, como un reconocimiento de la otra parte diciéndole vos me das un lugar que la industria no. Yo no sé si Stephanie, que es una película muy experimental en algún sentido y que puede llegar a resultar un poco tediosa o poco comprensible para algunas personas, era la película ideal para que Cuevana hiciera su primer estreno. Así y todo, Tomás nos aceptó, entonces yo le estoy muy agradecido a él, al igual que a Fernando Baserga y Gastón Infantino que de algún modo fueron las tres personas hacedoras de ese milagro que fue que esa película existiera en ese momento y pueda ser vista.
-¿Qué concepto tenés sobre el cine independiente?
-Mirá, te voy a contar algo que no sé si va a gustar mucho que lo haga público pero me parece que las cosas no son trapitos que tiene que quedar adentro del vestuario y todos esos códigos futboleros que aplicamos a todo. Yo tuve una polémica hace tiempo con Ángel Faretta, a quién yo no sólo apreciaba sino admiraba mucho. Y lo digo en pasado no sólo por la polémica que tuve sino porque yo leía sus notas en la Revista Fierro y la verdad que me volaban la cabeza, porque escribía de un cine que yo no conocía y de una manera que no era habitual. Pero se encaprichó en que el cine independiente no existe. Entonces yo le respondí que sí existe y existe en términos relativos: lo que se dice independiente de algo, no en lo absoluto. Independiente en términos maximalista de todo, no existe. Es como la originalidad, considero que hay obras que son muy originales pero no salieron de un repollo, tienen una tradición artística en donde podes rastrear alguna influencia, en donde el artista le dio una vuelta y creó algo nuevo.
Nosotros no tuvimos co-producción con el exterior, que eso el cine argentino prácticamente lo necesita. Después lees en los diarios que tal película estuvo en tal festival ¿y cómo no va a estar en el festival si prácticamente el co-productor es un mecenas del festival? Hay directores argentinos que están casados con fundaciones que repartieron cientos de millones a todo el cine supuestamente independiente. ¿Entonces cómo vas a decirte a vos mismo que sos un cineasta independiente si te financia el Ministerio de Cultura de Francia? Entonces, sos independiente si no dependés de esas estructuras que son el mainstream. En todas las artes tenés el mainstream y el under, eso fue siempre así. A mí por ejemplo Los Redondos no me gustan musicalmente, pero reconozco que por lo menos en sus comienzos (después no sé cómo siguieron) los tipos eran bastante under, estaban en una postura que era muy distinta a la del mainstream, y hay una diferencia que hay que marcarla. Eso no significa que un producto mainstream sea peor estéticamente que uno independiente o viceversa. No estamos hablando de la calidad del arte, sino de la forma en que se produce. No sólo son los medios de producción o las formas en las que vos producís tu trabajo, hay una cosa que es mucho peor y de la que no sea habla nunca y es que quienes financian todo este sistema de cine independiente, por ejemplo el Festival de Cannes desde hace unos años empezó a tener una escuelita y fundación ¿y eso qué significa? Bajada de línea estética e ideológica. Entonces para poder acceder a esa plata no podés producir lo que se te cante, es así. Terminas siendo un autómata que hace lo que te dicen: el exotismo de la pobreza les encanta, las cuestiones políticas (sobre todo la de la dictadura), ya sabemos cuáles son los tópicos que tienen que tocar, que temas y formas de abordarlos. Hay reglas, una especie de código penal que tenés que cumplir a rajatabla para que te den esa guita, entonces terminás siendo no sólo dependiente en lo económico sino en lo artístico y estético. Hay gente que se la banca y le gusta, que lo hace con gusto porque coincide con eso o que lo hacen porque si no de otra manera no va a conseguir filmar. Y los que no coinciden con eso tienen que buscarse algún género como la comedia, que en Argentina tiene una tradición muy grande y no está tan influida por todo esto que estamos hablando en donde también tenés que aceptar ciertos códigos. La comedia argentina es muy costumbrista, es muy raro encontrar una comedia surrealista. Hasta Esperando la Carroza, que es el clásico de los clásicos, es un grotesco con algunas cosas de irrealidad es costumbrista: es el barrio, la familia, todos los clichés encarados desde el punto de vista grotesco. Lo que hace Suar es costumbrista: el abogado, el sodero… Comedias como la de los Hermanos Marx, los Jerry Louis acá no se hace porque la regla es que tenés que ser costumbrista
-Quizás Capusotto con Pájaros Volando se acerca un poco a eso que decís, pero saliendo de ahí hasta las películas de los bañeros eran costumbristas.
-¡Claro, desde el título ya es costumbrista! Aunque eso era bizarro porque les salía mal, no porque lo buscaran…
-¿Stephanie es en ese sentido una película independiente?
-Nuestra película es realmente independiente. ¿Independiente de qué? Bueno, principalmente del Estado, el Instituto de Cine no nos dio nada. Nada de nada. Y cuando digo nada no es sólo que no nos dio subsidios, sino nada. Lo único que nos dio fue la espalda.
-En tu página la definís a Stephanie como tu mayor mérito como cineasta ¿por qué?
-Por empezar es mi único largometraje. Creo que en la película logré hacer algo que quizás suene jactancioso que lo diga yo, y es que tiene un recurso narrativo original, que es lo que hice con la voz en off: la voz en off como recurso narrativo en el cine ha sido siempre desde el punto de vista del personaje que está contando lo que le pasó, incluso en películas que están fragmentadas en distintos puntos de vista como Citizen Kane, cada personaje te cuenta lo que él vivió y lo que vos ves como espectador son las imágenes que ese personaje está describiendo desde su punto de vista. Lo que yo hice fue poner a un personaje a contar algo que le sucedió, pero en vez de mostrarlo desde ese punto de vista único lo fragmenté en cuatro puntos de vista, que son los de los personajes que oyen esa historia. Entonces en un momento cuando el personaje principal cuenta “me encontré con una rubia infernal”, cada uno de los otros imagina una mujer distinta: el vestuario varía, las locaciones varían, lo único que se mantiene igual es el personaje que lo cuenta porque ellos lo conocen y le pasó ese mismo día que lo está contando. Además, tiene una segunda vuelta de tuerca que es que hay una de las Stepanhie que se repite, que es la misma actriz (Soledad Fandiño), imaginada tanto por el narrador como por uno de los oyentes que escucha la historia, y eso te da la pauta que ese oyente conoce a la Stephanie real, sino no podría imaginar a la misma chica, en el mismo bar, en el mismo departamento… entonces ese personaje evidentemente esconde algo y sabe algo que los demás no.
Hice cosas en distintas áreas del arte como la música y la plástica y no siento que nada de lo que hice en todas esas disciplinas pueda tener ese toque de originalidad que encontré en ese fragmento de Stephanie, por eso lo considero mi mayor mérito.
-¿Cuáles son tu próximos proyectos, no sólo en cine sino a nivel artístico en general
-Este año publiqué mi primer libro con una editorial española que se llama Asfixia y algunos cuentos, que es una novela corta y cuatro cuentos más, además ya tengo otro libro escrito y terminado que no sé cuándo voy a publicar. Por el lado de la música tengo un par de discos compuesto con el grupo que se llama Indecible y voy a tratar de grabar algo de todo lo que tenemos armado para tratar de editar un LP. Y en lo audiovisual estoy en una ardua tarea de rescatar una red social en formato de aplicación móvil que desarrollamos con un grupo de gente en el año 2014 y 2018 que tuvo bastante repercusión en los medios, pero no llegó al público grande, así que vamos a tratar de relanzar con nuevo nombre, es una aplicación que grabas un video y otra persona te responde con un nuevo video y se va armando una cadena en la que no tenés que editar nada. Es como un Twitter pero con videos. Pero que tenga un sesgo de libertad, que es lo que le está faltando a las redes sociales, donde hoy cuando decís “a” ya te bajan la cuenta, obviamente que hay ciertos límites como infringir la ley o como hay gente que arruina las cosas de otros porque sí. Pero después si dicen algo que no es políticamente correcto, que venga alguien y lo refute si no le parece.
Podés ver Stephanie desde el canal de YouTube de Maximiliano ingresando en este enlace
Ficha técnica Año de rodaje: 2004
Duración: 83’
Formato: HD (1920×1080, 24p)
Dirección: Maximiliano Gerscovich
Guión: Sebastián Vigo y Maximiliano Gerscovich
Producción: Fernando Baserga
Edición: Ariel Frajnd / Alejandro Parysow
Elenco: Antonio Birabent, Soledad Fandiño, Carlos Echevarría, Juan Minujín, Javier Lorenzo, Gustavo Monje, Jimena Carati, Gaia Rosviar, Ana Federik
Dirección de fotografía: Maximiliano Gerscovich
Cámara: Rodrigo Pulpeiro
Directora de producción: Claudia Armani
Edición: Ariel Frajnd
Música: Laura Gerscovich