LA MARCHA DEL 24 CON OJOS DE UNA NIÑA DE 12 AÑOS
Por Beatriz Chisleanschi
La de ayer, 24 de marzo de 2023, fue su primera participación en la movilización por Memoria, Verdad y Justicia. Su abuela y su abuelo son ex detenidxs desaparecidxs del campo clandestino de concentración El Vesubio. Ambxs declararon en varias oportunidades, su abuela lo hizo por última vez frente a sus represores a quienes acusó uno por uno en los Tribunales de Comodoro Py. Corría el año 2010, Iara presenció todo el juicio desde la prominente panza de su mamá. Su abuela se descompuso apenas terminó de declarar y la tuvieron que internar. A los 4 meses de nacida su nieta, falleció. Había logrado su objetivo, enfrentarse a quienes la habían torturado y privado de ver a su, hasta ese momento, único hijo durante 73 días.
Pero, como canta León Gieco, todo está grabado en la Memoria y la memoria, que atraviesa generaciones, sigue viva con el transcurrir de los años y despierta sensibilidades y curiosidades. Y así fue como, junto a sus abuelxs, Iara se sumó a esa enorme marcha que ayer reunió a miles y miles de personas a lo largo de toda la Avenida de Mayo y calles adyacentes.
Sus ojos castaños se mostraron ávidos por captar todo lo que veía y, ante a ello, la pregunta permanente por saber más de esa historia de terror que vivimos lxs argentinxs y sus abuelxs. ¿Qué mejor aprendizaje que la vivencia en primera persona? ¿Qué mejor forma de aprehender la historia que preguntar y preguntarse?
Y allí marchó a la par de esa masiva columna de H.I.J.O.S y ese enorme cartel que exclamaba “Memoria, Verdad y Justicia para defender la Democracia. Corporación Judicial, Nunca Más”, la misma consigna que precedía el escenario principal desde el que se leyó el documento central. Como algo mágico, aunque en esas marchas lo mágico no existe, desde el otro lado de la Avenida de Mayo una amiga, de su misma edad, la llamó a los gritos. Feliz por el encuentro atravesó la columna y cruzó a abrazarla. Porque de eso también se tratan las marchas de los 24 de marzo, de abrazarse fuerte con otrxs, ya que así son, abrazos fuertes, sentidos, emocionados, alegres. Y ella tuvo el suyo y comenzó a comprender que en definitiva el abrazo es colectivo.
Desde esos ojazos bien abiertos observaba con admiración los formidables títeres que representaban a las Madres y a las Abuelas. Y se paró ante los carteles infaltables de la Garganta Poderosa que, entre otras, pide salario para las cocineras populares y como en 1810 también ella quiso saber de qué se trataba.
Y preguntó por Massera, Videla y Agosti, pero también por Hebe de Bonafini y por Nora Cortiñas y se sorpendió cuando, en medio de la Ciudad vio una mariposa sobrevolando: “están cada 24 de marzo en esta Plaza le contó su abuela”.
Y no paró hasta conseguir su bandana que con letras rojas tenga inscripto el Nunca Más, frase emblemática que es mucho más que ello, es un campo de lucha, es una sentencia que se reafirmó ayer en todo el país cuando el pueblo en las calles volvió a gritar, a 40 años de su recuperación y bajo fuerte amenaza de destrucción, que quiere vivir en Democracia y que está decido a defenderla en la calle. Porque cuando un pueblo dice Nunca Más, es Nunca Más.
Pero Iara fue por más, entonces se acercó al stand de H.I.J.O.S y mientras miraba las remeras que, con la inscripción Juicio y Castigo allí se vendían, consultaba si existía la agrupación Nietes, porque se siente parte de ella, aunque aún no la integre.
Este intenso 24 de marzo lo terminó viendo “1985”, la habían proyectado en su escuela, pero sólo para lxs alumnxs mayores de 16 años, y ella, pronto a cumplir los 13 se quedó afuera. Un día completo para un niña nacida en el año del bicentenario que se fue a dormir feliz sabiendo que la historia de sus abuelxs está a salvo, y que también ella ya siente ese grito interno de #NuncaMas.