LA CRISIS COMO ESTRATEGIA POLÍTICA

 
LA CRISIS COMO ESTRATEGIA POLÍTICA

Por Ignacio Vila y Miguela Varela

Las últimas semanas han tenido a la crisis financiera como punto central de la economía local: devaluación, caída de reservas, intervencionismo récord, aumento de la tasa de interés y pedido de intervención al FMI han sido los principales puntos en cuestión. ¿Qué pasó? En el Mercado Único Libre de Cambios (MULC), la salida de divisas fue permanentemente mayor que el ingreso, la demanda superó a la oferta y, en ese contexto, el Banco Central vendió parte de sus reservas para emparejar la ecuación.

Tanto el macrismo como la oposición explicó esta novedosa situación desde el punto de vista técnico: la suba de la tasa de interés en Estados Unidos, el impuesto a la compra de LEBACs y la no liquidación de la cosecha gruesa del agro habrían sido las principales causales. Tras tomar algunas medidas técnicas -devaluación y suba de tasa de interés- los resultados no habrían sido los esperados y el gobierno no tuvo mejor idea que “iniciar conversaciones con el FMI” para contar con una inyección de dólares que tranquilice al mercado.

El grueso de los economistas del campo popular asegura que el gobierno está siendo víctima de una furiosa corrida cambiaria, traicionada por el mercado y que las medidas que tomó para intentar frenarla han sido incorrectas. Y, como último error, el gobierno habría acudido al FMI como señal inequívoca de que estamos ante una crisis cuasi terminal. Como frutilla del postre, el ex Ministro de Economía, Domingo Cavallo, visitó al actual Presidente del BCRA Federico Sturzzenegger para, según algunas versiones, aconsejarlo sobre cómo salir de la situación.

Crisis del dólar, FMI y Cavallo. Quien no asocie esta trilogía con el año 2001 sería considerado un desquiciado en cualquier rincón de la patria. La idea de que una serie de errores técnicos del macrismo haría alejar a los grandes capitales es, al menos, apresurada. Estamos enfrentando un escenario de profundos cambios estructurales en la economía local y estos no pueden ser llevados adelante en el marco de una tranquilidad institucional. Se necesita una crisis y se necesita conducirla. La crisis no es una suma de errores técnicos sino parte de la estrategia política de Cambiemos.

Finanzas políticas

El MULC, por donde ingresan y salen las divisas del país, no funciona de ninguna manera a partir de la libre oferta y demanda. No se trata de tomar medidas que den buenas señales ante los mercados para que estos actúen de manera racional. Hay actores económicos de gran tamaño que pueden modificar de manera trascendental el comportamiento de la oferta y la demanda y, por tanto, del tipo de cambio de nuestro país. Estos actores con capacidad financiera para alterar el mercado son parte de la alianza del gobierno. Son actores políticos. No rompen su alianza política por razones de ganancia de corto plazo.

En busca del shock

El gobierno de la Alianza Cambiemos se enmarca dentro de un proyecto global encabezado por Estados Unidos e influenciado por un conjunto de empresas multinacionales que buscan imponer las reglas de juego sociales, políticas y económicas a nivel mundial. En este marco necesitan que Argentina vuelva a ser un país absolutamente dependiente de los capitales trasnacionales y descapitalizado económica, social y políticamente. Sin embargo, es difícil creer que la sociedad argentina aceptaría por las buenas el reingreso del FMI y las consecuencias que conlleva: privatizaciones, baja del salario, la flexibilización laboral, entre otras medidas antipopulares.

¿Cómo han cambiado esa situación en otros lugares del mundo? Con medidas de shock: sociales y económicas. Por último, los medios masivos de comunicación continuarán construyendo el “que se vayan todos” como herramienta de desprestigio de la clase política. Así mismo, los capitales multinacionales continuarán aumentando su peso relativo en los sectores estratégicos de la economía teniendo cada vez un peso mayor en el funcionamiento de la misma. Ante una situación como la que se describe, la crisis social sería inevitable. Ahora, pensar que, ante tamaña situación, los trabajadores podrían salir fortalecidos con un nuevo gobierno que represente sus intereses no sería más que una utopía. Con sindicatos debilitados, con la clase dirigente desprestigiada y con el capital trasnacional ocupando cada vez más lugares en la economía local, sería de esperar que el futuro gobierno represente más a sus intereses que a los del pueblo.

Esta semana será clave para que podamos entender lo que verdaderamente sucede en nuestro país.  Si la alianza política del gobierno con los grandes actores económicos sigue firme, la situación del dólar tenderá a calmarse en el corto plazo y el discurso sobre la necesidad de acelerar el ajuste estructural de la economía ganará espacio en los medios de comunicación. De lo contrario, las consecuencias serán impredecibles. Si estamos ante un programa de saqueo, se acabaron los tiempos de las explicaciones técnicas y estamos ante la necesidad de denunciar con firmeza y valentía cada una de las medidas que llevarán el país a la ruina.