Ecos de una marcha con una multitud de amor
HOLA, ¿CÓMO ESTÁN? ¿ME ESCUCHAN AHÍ EN PLAZA DE MAYO? SOY YO, CRISTINA
Por Beatriz Chisleanschi
¿Quedará el 18 de junio inscripto en la historia cómo un emblema más del peronismo? La misma historia se encargará de resolver la pregunta. Una pregunta que surge de un presente de proscripción y condena política. De un pueblo movilizado en apoyo de su lidereza y de un amor imposible de calcular.
Comodoro Py fue el primer destino, la domiciliaria adelantada y una nueva proscripción, impedirle a Cristina salir al balcón, llevó a cambiar el destino, pero no las ganas de movilizar.
Y así fue que desde distintos puntos del país salieron micros, autos y hasta pasajes en avión en busca de un destino común, la mítica y tradicional Plaza de Mayo.
En esa Plaza, que lleva tanta historia entre sus baldosas y césped confluyeron columnas de partidos y movimientos políticos y sociales, gremios, centrales sindicales y gente suelta, gran cantidad de gente suelta que no paraba de llegar. A la par, en muchas ciudades del país se repetía este acto embanderado en una consigna #ArgentinaConCristina.
El recorrido era casi obligado, un rato por San José 1111 y luego, a caminar hacia la Plaza.
Desde muy temprano empezaron a acerarse simpatizantes hasta que alrededor de las 13.30 todo desbordaba: Avenida de Mayo, las calles aledañas, las Diagonales Sur y Norte, la Plaza. Manifestantes y más manifestantes. Generaciones variopintas. Carteles realizados a mano, banderas, pañuelos, remeras, pinks, pero, especialmente, emoción que brotaba en los abrazos y en varios ojos enrojecidos o con algunas lagrimitas que caían por las mejillas. Y alegría porque no hay lucha posible si no es con alegría.
Pretender retirarse antes de la desconcentración implicaba atravesar terribles embudos de personas y sufrir empujones y aplastamiento. Y hasta esa situación era vivida con el placer de saberse colectivo, de saberse fuerza, de saberse lucha. No cabía un alfiler y se notaba.
Cantos, bombos y bailes marcaron la jornada hasta que minutos después de las 15.00 y luego de entonar las estrofas del himno, desde el escenario principal apareció el mensaje de Cristina Fernández de Kirchner, impensado, sorprendente.
“Hola, qué tal. ¿Cómo están queridos compatriotas, en esa maravillosa histórica Plaza de Mayo? Bueno, espero que muy bien. Yo aquí, en San José 1111, firme y tranquila. Eso sí, con prohibición de salir al balcón. Dios mío, qué cachivaches que son”, arrancó la ex presidenta su discurso grabado y un silencio jamás escuchado en una concentración, inundó la Plaza.
Luego de agradecer las muestras de amor reivindicó esa canción, casi himno que sonó muy fuerte en otra Plaza de Mayo desbordante, la del 9 de diciembre del 2015 cuando dejó la presidencia de la Nación “Los he escuchado cantar consignas, cantar la marcha, cantar el himno nacional con mucha pasión. Pero quiero contarles que lo que más me gustó fue escucharlos cantar otra vez “vamos a volver”. No lo hacíamos desde hacía muchísimo tiempo, demasiado tal vez. Y me gusta ese “vamos a volver” porque revela una voluntad, la de volver a tener un país donde los pibes puedan comer cuatro veces al día y en el colegio les den libros y computadoras, que los laburantes lleguen a fin de mes y puedan ahorrar para comprarse un autito, una casita, un terrenito, algo que sea de ellos, conseguido con el esfuerzo de su trabajo, bien peronista.»
Más adelante destacó la importancia de volver a organizarse “El verdadero poder económico sabe que este modelo no tiene futuro. Por eso estoy presa. Pero pueden encerrarme a mí, no van a poder encerrar a todo el pueblo argentino. Los que están asustados no somos nosotros, son ellos. Ya respondieron. Y la respuesta es esta: yo aquí, presa, sin poder salir al balcón. ¿Y saben por qué no me dejan competir? Porque saben que pierden. Es necesario organizarse para clarificar cuál es el verdadero problema del país: un modelo económico en el que se enriquecen unos pocos, y el resto con la ñata contra el vidrio, sostenido por un andamiaje judicial.”
Y culminó “Vamos a volver, argentinos y argentinas, vamos a volver a ser una y mil veces como se ha hecho desde el fondo de la historia. Los pueblos, los pueblos finalmente siempre vuelven..”
Más, cuando con la emoción a flor de piel, lxs manifestantes creían que allí terminaba el acto, apareció nuevamente Cristina, esta vez en “vivo” “Hola, ¿cómo están? ¿Me escuchan ahí en Plaza de Mayo? Soy yo, Cristina, estoy acá en San José 1111, ¿se escucha? ¿se escucha?”
La sorpresa era infinita y la pasión crecía en ese pueblo que la ama, y que ayer salió a las calles a demostrárselo. “Bueno, nada, tenemos que darnos maña para poder comunicarnos y para estar cerca, así que bueno, vamos con la tecnología por ahora, así que un abrazo a esa plaza, a esa plaza maravillosa, desbordada, que me hace acordar a la plaza del 9 de diciembre del 2015”, continuó.
“Están todos juntos y la verdad que quiero agradecerles tanto cariño y tanto afecto y que junten codo con codo, fuerza con fuerza, brazo con brazo, porque tenemos razón, la razón nuestra es que somos todos los pueblos que se niegan a ser arrasados y también una patria que se niega a ser colonia, así que compatriotas, como siempre, con firmeza y con mucho trabajo, siempre tirando para adelante, siempre, gracias, los quiero mucho, mucho, mucho, los abrazo con mi corazón, fuerza compañeros, fuerza argentinos, fuerza compatriotas”, cerró.
Al finalizar, sonó “Todo preso es político” de Patricio Rey y los Redonditos de Ricota y comenzó la desconcentración mientras en el aire flotaban sus palabras, su fuerza y entereza.
Apenas finalizado el acto una profesional de las letras comentó “El formato es muy semiológico, solo su voz, ella ausente, ella no está pero está”. La quisieron esconder y callar y no está, pero está. Está más presente que nunca.