“HAY QUE HACER UN TRABAJO FUERTE PARA QUE EL PÚBLICO SE ACERQUE MÁS AL TEATRO”

Entrevista a Eduardo Calvo


“HAY QUE HACER UN TRABAJO FUERTE PARA QUE EL PÚBLICO SE ACERQUE MÁS AL TEATRO”

Por Darío Ferrazzano
Caricatura Ivana Chiarelli

Hay un sinfín de artistas independientes que provienen del under y que hacen un laburo a pulmón increíble.  En la mayoría de los casos no toman la notoriedad mediática que sí poseen otrxs artistas, y su público (fiel e incondicional) se va multiplicando por el boca a boca y por el laburo hormiga que el o la artista en cuestión haga.  Eduardo Calvo es uno de esos artistas, él prefiere no definirse: “las cosas muy definidas tienden a estructura y yo trato de desencasillarme: disfruto la escritura, la docencia… disfruto todo”.
Hace más de 30 años está vigente en el circuito teatral, aunque su pasión por los escenarios comenzó a los 18 años. Amigo de Néstor Montalvano (con quien hizo varias películas y obras), considera que “el éxito es hacer lo que a uno le gusta y si tiene continuidad, muchísimo mejor”.  Hoy está al frente del Elenco Municipal de San Fernando y entre el viaje de vuelta y las clases en su espacio La Máquina de escribir se tomó un café con Revista PPV para charlar un poco.

Fuiste uno de los fundadores (junto con Claude Bazán, Pablo Cano y Mosquito Sancinetto) de la Liga Argentina de improvisación, ¿cómo fue?

Fue un impulso.  Claude Bazán, de manera clandestina, dio un curso de impro en el Centro Cultural San Martín sin estar autorizado a hacerlo.  A otros actores y a mí nos llamó mucho la atención y empezamos a laburar.  Cuando los canadienses (quienes tienen los derechos del match de improvisación, y los cuales se realizaban sólo en los países de habla francesa) se enteran, vienen a Argentina y, en lugar de prohibirle que difunda la impro, le tomaron una especie de examen; y a partir de ese momento, el francés pasó a ser parte de la difusión.  Desde ahí empezamos a trabajar juntos haciendo los matchs de improvisación: Claude era el árbitro y los canadienses actuaron con nosotros, aunque no hablaban en español.  Fue una experiencia maravillosa.  La impro a mí me cambió el eje y me sacó de la estructura que venía trabajando en la Escuela de Arte Dramático, realmente me rompió la cabeza.

¿Cómo ves que evolucionó tu carrera?

Toda experiencia nueva es para crecer.  Hago teatro desde los 18 años y tuve la suerte de trabajar con grandes directores en el San Martín, que en un momento no tenía elenco estable y muchos artistas del under fuimos a trabajar en obras clásicas del teatro.  Trabajé junto con Luis Pascual (director catalán impresionante) y Alfredo Alcón en La Tempestad y tuve la suerte de trabajar con Jorge Lavelli haciendo El Rey Lear.  La primera vez que fui convocado para trabajar en el San Martín fue por el director Roberto Villanueva para hacer Las personas no razonables en vías de extinción.  Experimenté otro tipo de teatro, además de las creaciones propias.  Siempre me llamó la atención el teatro de por sí, a veces por trabajo uno no puede ver la cantidad de cosas que quisiera.

¿Te acordás de la primera obra que fuiste a ver?

De chico con mis viejos fuimos a ver Lorenzaccio con Alcón y Bebán.  Me acuerdo que mi viejo se durmió en la obra pero yo estaba muy atento (risas).  Después iba a ver muchas obras infantiles en teatros que ya no existen, como el teatro Planeta.  De adolescente fui a ver El efecto gama sobre las violetas, una obra preciosa en la que trabajaba Mercedes Morán.  También La Nona en su primera versión con Ulises Dumont.

¿Cómo se llevan adelante 30 años de improvisación?

Con una pasión inexplicable.  Es parecido a lo que pasa con el fútbol: es la pasión y la vocación que hacen que uno pueda seguir haciendo las cosas contra los molinos de viento.  Yo creo que esa pasión es la que lleva a estar vigente y a trabajar.  Es una hermosa adicción.

“Muchas pelucas para un solo calvo” se estrenó en el ’88, ¿cómo evolucionaron los personajes desde el estreno a ahora?

Hay muchos personajes que ya no están más y otros que fueron entraron.  Por ejemplo, el personaje que más recuerda la gente es el Heavy Rejodido que hice en la televisión y en realidad nació en “las pelucas”.  Todos los personajes son diferentes y hay algunos que no hago más: por ejemplo en la primera versión de “las pelucas” hacía varios personajes de cuentos infantiles, entre ellos Caperucita Roja y Annie la huerfanita, que ya no las hago más y los fui reemplazando por otros.  La que sigue estando es la Bella Durmiente del Bosque.  Otros fueron entrando con el tiempo, como el taxista, el psicólogo y el paciente, Hortencio…  Hay un personaje que se llama Manucho y ya no lo hago más, pero le estoy escribiendo un cortometraje.

¿Con qué se va a encontrar la gente cuando vaya a ver el espectáculo?

Se van a encontrar con un espectáculo que tiene muchos colores, con variedad de personajes y con distintos tipos de humor: desde lo corporal hasta el humor negro, pasando por el chiste corto.

La semana pasada se estrenó “No llores por mí Inglaterra”, un nuevo laburo que hiciste junto a Néstor Montalvano.  Contanos un poco de la peli…

Es un delirio hermoso, están: Diego Capusotto, José Chatruc, Fernando Cavenaghi, Mike Amigorena, Gonzalo Heredia, Mirtha Busnelli, Roberto Carnaghi, Evelina Cabrera (Presidenta de la Asociación de Fútbol Femenino), Esteban Menis, Fernando Luppi, Matias Martin… Hay un elenco que está bueno nombrarlos a todxs porque en los principales medios nombran a dos o tres, todos los actores que estamos ahí tenemos mucha participación en la película y además cuenta con mil extras.  Fue una experiencia hermosa trabajar con Néstor (Montalvano) que es un apasionado total, se hizo en Uruguay (Colonia y Montevideo) y en Bs. As., para recrear 1806 con un vestuario impresionante que trajeron de Europa para la película.  Es una Súper-Producción que hay que verla porque es una hermosa mezcla de humor y fútbol.

¿Cómo ves la situación del teatro?

Yo creo que el teatro se genera, en épocas de crisis como la que estamos viviendo así como en épocas aparentemente mejores, el teatro siempre sale a flote y no hay con qué darle.  Estamos desde los griegos (o quizás mucho antes) y siempre resistió.  Lo veo muy pujante y con mucha fuerza; hay lugares donde la gente nunca vio una obra, lugares donde no se pudo imponer o la gente no está acostumbrada a ver espectáculos o cree que el teatro es sólo lo de la tele.  En algunos lugares falta que llegue el teatro: falta cultura del teatro o se perdió.  Creo que hay que hacer un trabajo fuerte para que el público pueda acercarse en todos lados al teatro.

La charla con Eduardo se prolonga más allá del café y del grabador mientras repasamos la actualidad y la forma de ver la vida.  Nos levantamos de la mesa y, mientras agarra el café que Anahí (con quien lleva adelante su espacio de teatro) le pidió como soborno para regresar, me comenta que está haciendo una obra en San Fernando junto con (el dibujante) Quattordio llamada “Evito, el musical” y que Muchas Pelucas para un solo Calvo está girando por el país, como hace 30 años, cuando empezó todo.