HAGAMOS GRANDE LA ABYA YALA
Por Beatriz Chisleanschi
Soy la Cacica Taina Anacoana. Mi nombre significa «flor de oro». Fui una princesa taína bella y poderosa. Pero, también, fui culta y talentosa. Creí en la paz y la convivencia y pagué por ello con mi vida. El 5 diciembre de 1492, cuando Cristóbal Colón y su tripulación arribaron a la isla que los nativos llamaban Quisqueya («madre de todas las tierras»), Bohio («casa para los taínos»), Babeque («tierras con oro») y Ayti, y que los españoles bautizaron La Española yo tenía 18 años. Me casé con el cacique, Caonabo. Cuando asesinan a mi marido heredé el cacicazgo Maguana y luego el de Jaraguá, los cuales ejercí hasta que Ovando inicia una cacería contra mi pueblo y allí fui capturada, torturada, vejada y colgada exponiendo mi cuerpo ante los indígenas. Esta masacre, conocida como la masacre de Jaraguá, marca el ocaso de mi comunidad taíana. Mi muerte hizo que naciera mi leyenda la de la mujer bella y culta que creyó en la paz y la convivencia.
Pero, también soy Bartolina Sisa. Mujer indígena de etnia aymara, comerciante y guerrillera que líderé luchas del levantamiento contra el colonialismo español junto a Tupac Katari, mi compañero y líder insurgente, Inca Rey de los Aymara y Virrey del Inca. Junto a las agrupaciones indígenas luche contra el dominio de los españoles que oprimían a mi pueblo. La invasión española en el continente americano fue responsable de introducir prácticas de violencia y explotación marcadas por el patriarcado, el racismo, el desarrollo del capitalismo y la esclavitud. Como mujer batallé contra todo ello. Tomé el mando de los rebeldes en la región, peleé con fusil y liderazgo y junto a otras mujeres como Gregoria Apaza organicé batallones populares contra el Imperio español. Fui responsable por tareas de reclutamiento, de organización logística de provisiones y circulación en territorio rebelde. Por la traición de mi primo, Tomás Inca Lipe, mi marido Tupac Katari fue apresado y fui obligada a presenciar su descuartizamiento público. Un año después de haber sido encerrada, en el amanecer del 5 de septiembre de 1782 me condenaron a ser sacada a la plaza mayor atada a la cola de un caballo y arrastrada hasta morir cruelmente.
Soy ellas y soy muchas más. Somos herederas y herederos de los pueblos que habitaron la Abya Yala denominación indígena con que se conoce al continente que hoy se nombra América y que significa “tierra en plena madurez, tierra floreciente o tierra de sangre vital”. Dicho nombre le fue dado por el Pueblo Guna, que habita la actual Panamá y Colombia, desde antes del mal llamado descubrimiento y es aceptado, ampliamente, por varias de las actuales naciones indígenas como el oficial del continente ancestral en oposición al nombre extranjero América.
Ayer 11 de octubre se reconoce como el Último día de Libertad y Soberanía de los Pueblos Originarios. Últimas horas previas a la llegada de “el hombre blanco y español” a nuestro continente. Hoy celebramos el Día al Respeto a la Diversidad Cultural.
El relato histórico sobre la llegada de Cristóbal Colón fue construido desde una mirada eurocentrista y machista. El continente americano fue invadido, expoliado, saqueado y colonizado.
Con la llegada de los españoles a Abya Yala, un nuevo patrón de poder mundial se instalaba. El sociólogo peruano, Aníbal Quijano, señala que ese nuevo patrón de poder se erigió sobre dos ejes fundamentales: la idea de raza, que no tiene antecedente previo a América, y la articulación del control del trabajo, del producto y sus recursos. Dos formas de dominación.
El nombre América o la expresión “Nuevo Mundo” pertenecen a la colonización europea, como lo es Latinoamérica. El prefijo Latino evoca la idea de un origen latino-romano que muy dista mucho de nuestros orígenes indígenas, así como América se debe al navegante genovés Américo Vespuccio.
Mencionar a la Abya Yala implica también hablar de la lucha por el cumplimiento de los derechos de los pueblos originarios de todo el continente, la puesta en valor de su identidad ancestral actual y el respeto a nuestras raíces milenarias.
El filósofo argentino Enrique Dussel, en una conferencia dada en la ciudad de México señalaba que Colón no fue quien descubrió América, sino quien comenzó la invasión de nuestra cultura, que el 12 de octubre no hay nada para festejar y hacía un llamamiento a revisar cómo estudiamos la historia. Cuando estudiamos Edad Media, Feudalismo o Edad Moderna lo hacemos como si sólo hubiese sucedido en Europa. ¿Qué pasó con la Antigüedad de América Latina? se pregunta el filósofo ¿de dónde vienen los indígenas? Continúa preguntándose y responde ¿“de la luna”? porque cuando estudiamos la historia, la población indígena recién aparece a partir del 12 de octubre de 1492 con la llegada de Colón a estas tierras.
Estas palabras, cambiar el Día de la Raza por el Día del respeto a la Diversidad Cultural, tal como lo estableció el Decreto Nacional 1584/2010 son formas de comenzar a descolonizar nuestras cabezas, nuestra cultura.
En los últimos años hubo un avance importante respecto a revalorizar la identidad. Los 500 años de ese mal llamado descubrimiento de América marcaron un hito histórico pues, justamente, a partir del año 1992, en Latinoamérica se comienzan a reconocer muchos derechos y reivindicaciones de los pueblos originarios. En nuestro país, dos de los más importantes fueron la Reforma de la Constitución Nacional en 1994 que incorpora los derechos de estos pueblos indígenas y la Ley Nacional de Educación 26.206 del año 2006 que incorpora la obligatoriedad de la educación intercultural bilingüe y el respeto a las lenguas y culturas originarias. Otro hecho importante fue que, por primera vez, en el Censo poblacional del 2022 se incluyó la pregunta sobre el origen de las personas, muchas de las cuales se encuentran en algunos de los 36 pueblos indígenas reconocidos.
En la actualidad hay 71 comunidades indígenas dentro del Área Metropolitana de Buenos Aires conocida como AMBA, 109 en la provincia de Buenos Aires y que, en esta provincia existe evidencia de ocupación humana de hasta 130 mil años de antigüedad.
Ayer, 11 de octubre y hoy 12 de octubre son jornadas que deben invitarnos a reivindicar el diálogo, el intercambio y el respeto entre las distintas culturas que conviven en nuestro país y en América toda. Más aún en tiempos donde los derechos son avasallados, la otredad tiranizada y la inclusión oprimida. Hagamos que la riqueza de nuestras raíces siga haciendo grande a nuestra Abya Yala.