FIDEL SE QUEDA
Por Demián Konfino
Foto Cubadebate.
Por ahí andan diciendo que no. Que no murió. Que se habría ido a tomar el cielo por asalto. Allí, arriba, estaría haciendo falta una revolución celestial, testimonian.
Sin embargo, los funerales inconmensurables que tienen cita en La Habana y toda la isla, por estos días, darían cuenta del fin de sus días terrenales. Escribámoslo, debemos saber que, con este tema de la vida y la muerte, hay muertos que gozan de muy buena salud y los hay los que pelean con más enjundia que cuando latían. Por ende, no tiene sentido inmiscuirse en las fuentes de aquéllos rumores.
Celebran en Miami y ahí puede hallarse alguna clave. Se me hace que nunca va a entender nada la gusanera. Se entusiasman pero ni siquiera llegarán a intentarlo. No les da el piné. Hay un ideario fidelista, guevarista y martiano que se ha hecho carne en el seno del glorioso pueblo cubano. Y sabrán continuarlo. Una lectura fiel de la historia reciente así lo indica. No es fé. Es interpretación cabal de la idiosincrasia de un pueblo que lleva tatuado el orgullo que le devolvió Fidel.
Es que hay que subrayarlo: la Historia no sólo lo absolvió. La Historia lo elevó a gigante. Batió al imperio, en sus fauces. Logró un piso mínimo de derechos para todos los habitantes de su patria Tendió su mano generosa a los pueblos del mundo. A no dudarlo: no muere quien siembra.
Mientras militemos en su misma senda, Fidel Castro Ruz estará vivo. Estará vivo mientras se intente la felicidad del pueblo. Mientras se sigue creando heroicamente el Socialismo. Porque el Socialismo fue lo indecible y lo necesario, no obstante. Debe quedar claro, Fidel hizo lo imposible: una nación culta, saludable y educada que construye todos los días su sociedad socialista. A su manera.
Sin imposiciones, ni recetas, Cuba va. Y seguirá yendo. Con defectos, claro. No vaya a creerse que la revolución perfecta que recitan algunas tribus redunda en algo más que un elixir para la supervivencia de esas patrullas perdidas que pelean por no convertirse en coleccionistas de juguetes japoneses.
Nos abriga la certeza de haber sido contemporáneos de un Libertador de América. Llorémoslo. Pero leámoslo. No lo extrañemos. Sigamos su ejemplo. Y vivirá en el mañana de todxs.