ESTIGMATIZACIÓN Y AISLAMIENTO

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ESTIGMATIZACIÓN Y AISLAMIENTO

Por Daniel Bello
Fotografía Cecilia Markic
Infografía: PPV

La construcción del relato M

Cambiemos se construyó como un reflejo político de los sectores conservadores de la Argentina y desde que entró en la escena política, tuvo entre sus objetivos el de asociar al kirchnerismo con la corrupción y con lo peor de la política, o acaso, que con la idea de que el kirchnerismo es lo peor que la política podía generar. Debía presentarse como lo nuevo y novedoso,  y a la vez asociar lo verdaderamente  nuevo y novedoso como lo viejo.
Esa estrategia, clara en algunos aspectos, debía comunicarla a la sociedad, por lo que necesitaba un mensajero. El mensajero fue Clarín, el cual entendió que atender esa necesidad satisfacía una propia:

Derogar de la Ley 26522 que sancionó el Congreso por amplia mayoría en 2009 y que le impedía tener una posición dominante en el mercado para monopolizar la palabra.
Por eso no es menor que Julio Blanck -«degradado» tras su confesión- haya afirmado que Clarín hizo periodismo de guerra.

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Así lo entendió el monopolio y accionó en consecuencia. Antes y ahora.

Cambiemos pagó ese acuerdo político el 30 de diciembre de 2015 cuando anunció el decreto 267/15 por el cual se disolvió AFSCA y AFTIC para crear el Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM). Y tras lo cual, Marcos Peña afirmó  que se terminaba “la guerra contra el periodismo».

Desde la sanción de la LSCA una de las luchas más fuertes en la disputa por el sentido era la que comprendía informar que: la Ley regulaba licencias, evitaba la monopolización y entendía a la comunicación como un derecho humano y que no regulaba a periodistas ni al periodismo, contenidos o medios gráficos. La ley daba libertad, daba más democracia, pero propios y ajenos reafirmaron, por acción o por omisión, que había «una guerra» y que era contra Clarín.
Un Clarín que a su vez ya había trabajado la idea de que en nuestro país sucedía lo mismo que en la “tirana” Venezuela o en la “fascista” isla comunista de Cuba.

En este contexto y con estrategias políticas, económicas y sociales bien definidas, Cambiemos avanza en la eliminación de cualquier vestigio de la “Pesada Herencia” a través de los pasos más comunes y peligrosos de los “gobiernos” dictatoriales: Estigmatizar, Aislar  y Deshacerse de todo aquello que impida la implementación de su estrategia.

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Las Mil y Una Formas de Estigmatizar

En el presente nos encontramos con el kirchnerismo totalmente estigmatizado- por los medios y desde el gobierno- como vagos, ladrones y corruptos. Esto ha permitido que se echen 30 mil trabajadores y trabajadoras del Estado -y otros tantos o más en el sector privado- sin mayor argumentación que la de ser ñoquis o no tener tareas, que obviamente, se encargaron de vaciar previamente.

Uno puede tomar el ejemplo del Centro Cultural Kirchner (o CCK como les gusta nombrarlo ahora para diluir la identidad y poder avanzar en separar al kirchnerismo de la historia, en el que se siguen haciendo cenas de gala, atención a la prensa, anuncios presidenciales y hasta el reciente Davitos. Pesada herencia le dicen) donde hubo que echar a más de 700 trabajadores que sostenían una rica oferta cultural gratuita para el Pueblo, y que si bien se pudo saber que se convocó y se tomaron trabajadores para ocupar puestos, también se supo que los monotributistas contratados terminan hoy brindando tareas en Tecnopolis durante largos jornales que exceden lo pautado.

En este pedazo de la historia, la estigmatización que se traduce en los telegramas de despidos también marca. Que el motivo del despido sea por defraudación al Estado indica que pese a haber estado trabajando en el Estado durante años no pueda indicarse en el curriculum,  porque acaso, ¿alguien tomaría a un “ladrón” para trabajar?
Así se disciplina al trabajador que se comprometió con un proyecto político solidario e inclusivo como lo fueron los últimos 10 años.

De esta manera, Cambiemos en pos de su revanchismo se disfraza y afirma que lucha contra la corrupción.

En este sentido opera el condenable caso de José López, que se lo deja vigente entre los titulares de portadas, sin concretar sentencia alguna en la Justicia y se lo saca a pasear con casco y chaleco para recordarle a la sociedad que el kirchnerismo es sólo eso: un tipo que se enriqueció ilícitamente a costa del Estado, que somos todos, sin distinción de partido político.

Llegado este punto es menester poner en evidencia el caso de Milagro Sala, quien fue electa miembro del Parlasur en las mismas elecciones en las que Macri fue electo presidente.
Milagro fue detenida y encarcelada, pese a poseer fueros, por protestar en una plaza contra el gobierno de Morales y la oligarquía de Jujuy, así se habilitó que empezara un recorrido judicial de causas inventadas – se tenía hasta 60 causas en gateras según un escrito del propio Morales que dio a conocer el Comité que pide por la libertad de Milagro-.

A una parte de la sociedad este atropello le pareció normal o bien, y conforme al discurso instalado por los medios entendió que por ser una kirchnerista que seguramente “se robó todo», estaba bien que esté presa aún sin una sola causa comprobada. Esa parte de la sociedad no reaccionó como debe hacerlo una sociedad que entiende que en ello hay claramente un atropello a la democracia, a las instituciones y a la voluntad del voto popular.  En esto es innegable la complicidad que logró el gobierno con ciertos sectores.

Las balas de tintas y las balas de Plomo

El discurso estigmatizante del gobierno habilitó el ataque al kirchnerismo y todo lo que representa. Algunos ejemplos:

– La militancia: 12 locales de La Cámpora reventados. También los hubo de Nuevo Encuentro y de Peronismo Militante, entre otras organizaciones políticas.
Con balas. El más grave, fue el ataque que sufrió Nuevo Encuentro, en su local de Villa Crespo, a manos de Alejandro Sidero y en el que resultaron heridas dos personas, una tenía una criatura en brazos.

– Los símbolos: la destrucción del muñeco de Zamba en Tecnopolis; la cantidad de material del FINES arrojado a basurales o abandonados en las llanuras patagónicas. Estatuas y placas que recordaban a Néstor rotas en plazas y parques de municipios y provincias.
Las pintadas en Mar del Plata a los pilares de Verdad, Memoria y Justicia que señalan la Base Naval de Mar del Plata, la cual funcionócomo CCD, por parte de un grupo neonazi comandado por Carlos Gustavo Pampillón del Foro Nacional Patriótico.

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La participación de dos neonazis, integrantes de Bandera Vecinal, en la reunión para la juventud que se organizó en la Rosada por Pedro “Piter” Robledo – subsecretario nacional de Juventud-.

Un discurso que habla de eliminar la grasa militante  -o de que sobran trabajadores o de ñoquis, buscando una cosificación y despersonalización facilitando su despido- no hace más que dar un mensaje claro a la sociedad de qué hay que hacer contra el kircherismo o el kirchnerista.

El domingo 18 de septiembre en La Nación, Graciela Guadalupe terminó su opinión sobre el kirchnerismo y la renovación peronista diciendo: “¿Dónde poner a algunos políticos? ¿En el contenedor verde (para vidrios), en el amarillo (plásticos), en el azul (papel y cartón) o en el rojo (desechos peligrosos)? Hay tachos de basura que se usan en el microcentro que podrían ser insustituibles: los soterrados. Van bajo tierra”. ( http://www.lanacion.com.ar/1938943-politicos-al-tacho )

Lo único que pueden engendrar e incentivar estos sucesos es violencia, con el agravante de que parte del gobierno y los medios, más tarde o temprano, obligarán a la sociedad a tomar una posición en términos concretos: o repudia esa violencia o la avala y permite que avance hacia el siguiente paso aún más peligroso que la estigmatización y el aislamiento…

La Derecha También Busca La Unidad

La dictadura genocida de 1976 encontró en la estrategia de delegar ordenes – matar, desaparecer, secuestrar y robar- y en la articulación con distintos actores civiles una forma de diluir la responsabilidad, generar cómplices y en consecuencia lograr un pacto de silencio.

El caso emblemático de Blaquier muestra como el empresariado formó parte del genocidio. Y es ese mismo empresariado que colaboró y se benefició con la dictadura, al que el gobierno de Cambiemos- precisamente lleno de empresarios- le está devolviendo algunos favores.
No es menor que, en ese sentido, se esté otorgando prisión domiciliarias a casi más de 50 genocidas, siendo Miguel Etchecolatz un paradigma, ya que fue condenado por el Tribunal Oral Federal N° 1 de La Plata por  delitos de lesa humanidad cometidos en el marco de un genocidio.

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Hace unos días Macri dijo en la ONU que tenía como meta-  entre otros dos- el siguiente objetivo:

«(…) unir a los argentinos a través del diálogo, el respeto a la ley, y el fortalecimiento de la democracia.
(…)
Los argentinos elegimos ese camino, el de confiar unos en otros, el de dialogar y hablar con la verdad. Un paso importante en ese sentido fue trabajar sobre los problemas del pasado para poder mirar hacia el futuro.
(…)

En ese discurso muestra conceptos claros:

– Unir a los argentinos, uno de sus slogan de campaña, en nuestro país se ha traducido en liberar genocidas o acudir a sus homenajes e incluso hacerlos desfilar en el bicentenario de la Independencia. 

Organizar no es Amontonar

Durante la Segunda Guerra Mundial, Reinhard Heydrich, ordenó en septiembre de 1939, la concentración de la población judía polaca dentro de áreas separadas dentro de las ciudades. La creación de estos guetos favoreció el extermino durante el genocidio, ya que allí se concentraba todo aquel que era separado «por un motivo» del resto de la sociedad. Allí se alojaba al distinto, al sujeto-objeto, al origen del problema, y como ya estaba aislado y había roto el vínculo con el resto de la sociedad, terminó siendo para la misma sociedad “un problema ajeno”.
Aun en ese contexto se dieron formas de organización y resistencia, como por ejemplo el Gueto de Varsovia -una realidad que muestra una visión distinta del Pueblo judío que marcha dócil a los campos de exterminio y a la que nos acostumbró el cine imperialista-, el cual comenzó una resistencia del 19 de abril al 24 de mayo de 1943 en pleno genocidio nazi.

En el caso argentino, acaso el pase a la clandestinidad de las organizaciones fue lo que favoreció el aislamiento, generó la ruptura del vínculo social y posterior exterminio.

El fin último del Mercado a cualquier precio

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Trayendo estas dos situaciones al presente es necesario repasar las palabras de Norberto Galasso en el instituto Patria, que realizó el pasado 20 de septiembre:

«(…) Frente a eso, nos queda a los verdaderos argentinos dar la pelea, y dar la pelea organizadamente, es decir, con muchas ganas, con mucha bronca, pero con mucha organización porque esta gente es capaz de hacer un escarmiento terrible, mucho más de los 30 mil que hicieron en su oportunidad y de los 30 que mataron en diciembre de 2001.
Para esta gente solo existe únicamente el mercado, el dinero y están dispuestos a reprimir cualquier intento, si el intento es desorganizado o si los dirigentes no son los suficientemente jugados, audaces e inteligentes como para realizar una táctica como corresponde, como para derrotar inicialmente en las próximas elecciones legislativas al oficialismo.»

En estos tiempos, entonces, se refuerza aún más el concepto de Galasso de salir con rabia, pero organizados, pero sobre todo romper el aislamiento que quiere imponer el gobierno. Saltar esos guetos comunicacionales y políticos al que quieren confinar a todo aquello que sea resistencia y alternativa.
Entonces, cualquier intento de seguir fomentando lo endogámico seguirá fortaleciendo el discurso por goteo que ya existe para generar las condiciones para del aislamiento.

Al fin y al cabo, hay que tener presente que el plan sistemático de exterminio que se dio en nuestro país fue para desaparecer la resistencia a la implementación de un plan económico que en los siete años de la dictadura quintuplicó la deuda externa argentina: de 9.738 millones de pesos en 1976 a 45.069 millones de pesos en 1983.

Esa apertura se dio también en consonancia con el Nuevo Orden Mundial, que se dio en los ’80, y que tendría como etapa superior de ese imperialismo a los medios hegemónicos y los monopolios, actuando juntos en esa atractiva palabra que es la globalización que se vivió en los ’90.

Romper el Aislamiento

Ante esto y desde el fondo de la historia, hay que romper el aislamiento, recordar que el terror se basa en la incomunicación, que hay que tomar nuevas dimensiones que demanden nuevas acciones.

Finalmente, cabe recordar que mientras esto sucede cabalmente en nuestro país, nuestra sociedad entra en la discusión de la falsa dicotomía entre matar o no matar a una persona, cosificada y reducida bajo el título de «chorro», en «defensa propia».

Una cortina de humo para entretenernos mientras los elefantes pasan por detrás.