DE LOS PRIMEROS ESCLAVOS NEGROS EN AMÉRICA A KURT COBAIN *
Por Javier Tucci
Si nos detuviéramos a pensar sólo un instante en la historia del Rock, ¿Cómo podríamos graficarla en nuestras mentes y volcarla entre caminos deformados de la misma? A forma de resumen diremos que existieron varios acontecimientos indispensables para llegar a lo que conocemos como… ROCK
Para rastrear las bases originarias de nuestro entrañable amigo musical, estético, cultural y bla bla bla, diremos que algunos aspectos y atrocidades de la historia posibilitaron manifestar, trasformar y trasgredir el mundo y sus postulados, que se redefinen constantemente.
Todo empezó en 1618, cuando un navío inglés con los primeros esclavos negros provenientes del continente africano llegó a la por entonces colonia británica de los Estados Unidos. Sin ese lamentable sometimiento y violación de identidad y cultural, no hubiéramos escuchado jamás a Robert Johnson y el supuesto pacto con satán en el cruce de caminos. Tampoco a Muddy Waters saliendo del campo de algodón para insinuarles amor a las chicuelas con sus seis cuerdas; no conoceríamos la historia del termino Rocking (secuestro que vivían los spirituals entre la música y baile de las iglesias negras), menos atravesar cinco décadas de revoluciones conectadas por ese desconsuelo y lucha popular que, a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI, dijeron y dicen presente a través de una contracultura.
¿Qué sería del rock si la guitarra de la hermana Rosetta Tharpe no se electrificaba (https://bit.ly/1TbPNiu) o la lapicera de Roy Brown dejaba de funcionar en medio de la composición de letra y música de Good Rocking Tonight (https://bit.ly/2SfFS0Q) y el Rythm and Blues nunca se aceleraba para parir el rock and roll y luego el rock a secas. De esta manera, tampoco Chuck Berry y Little Richard hubieran incursionado en la frenética música diabólica. Por otra parte, Elvis hubiese trascendido por protagonizar una publicidad de salsa de tomate al compás de una tarantela y John Lennon viviría en medio de una familia del Liverpool actual con casi ochenta años, y sólo conocería el Dakota por Internet.
Impensable el rumor de que Bowie y Jagger aparecieran juntitos en posiciones incómodas o que Lou Reed y la Iguana fueran quienes son. Primero, porque Wharwol no hubiese sido el “factor” y motor de la Velvet Underground, sino un reconocido artista más de la alcurnia newyorkina, y segundo, porque quizá el Iggy Pop de los Stooges habría trabajado en la rama de la construcción en su gris cosmopolita Detroit. Sin estas bestias, los Ramones no hubiesen visto la ensordecedora luz del CBGB y, sin estos, The Clash y Sex Pistols y la escena de Manchester con Joy Division a la cabeza.
Asimismo, Bob Marley no hubiese conocido la pareja musical con qué fusionar sus melodías para darle forma al Reggae. Sid Barret no habría procreado Pink Floyd, menos vivir un viaje galáctico observando 24 años un picaporte después de haber tomado esos cuartitos en exceso en los ’60 y Curtney Love sería la moza de una estación de servicio de algún rincón inhóspito de Seatlle o alrededores, porque nunca hubiera conocido a un Cobain que quizá hoy, con cincuentipico de años, asistiría los domingos a misa.
Esta fue una elíptica caracterización histórica de vidas e ideas culturales mixturadas que posibilitaron crear un estilo de moverse, de peinarse, de pensar, de pelear, de no consternarse ante la opresión sino de buscar las energías creativas a través de la conjunción perfecta de lo conocemos como ROCK.
*Que el título llegue hasta Kurt Cobain, no quiere decir que el rock haya muerto con él, es sólo un recorte histórico. Porque desde 1994 hasta la fecha, la cultura rock, esta manera de expresar el mundo, ha encontrado muchísimas corrientes que no sólo lo sostienen en su grito fundacional sino que constantemente está aullando entre bríos renovados y vanguardistas-aunque muchos pequen de nostálgicos y negadores-.