Un libro para mirarse en el espejo
«ARCHIVO FILOCTETES»
Por Marina Sepulveda
“Este es un libro, pero también un archivo, un artefacto que propone un recorrido abierto para la imaginación artística y política”, define la actriz y curadora Maricel Álvarez sobre el texto publicado este año en el que trabajó a partir de 2020: un libro que desplaza la experiencia del Proyecto Filoctetes de Emilio García Webhi, de muñecos dispuestos en la vía pública gestado tras la crisis político social del 2001, a ensayos e imágenes bajo el título “Archivo Filoctetes”.
Publicado por la cordobesa Editorial Documenta en abril, el libro «Archivo Filoctetes. Artes vivas, espacio público y documentación», bajo la curaduría atenta de Álvarez, ensaya un abordaje sobre las cuatro experiencias realizadas en distintas ciudades dirigidas por el dramaturgo y escritor García Webhi desde el anclaje en la noción del archivo como algo vivo.
Descripto como un «libro de los gestos» y de «recorrido libre en su lectura», el texto es una respuesta a todo ese cúmulo de material reunido y atesorado por Álvarez acerca de una acción, que bien podría tener lugar en cualquier ciudad de un Occidente que retrocede para tomar impulso hacia una colectivización forzada de pobreza e indigencia, como perspectiva. Además, en tanto acto de memoria, la performer y curadora de la Bienal de Performance redirigió en 2020, en tiempo de pandemia y detención de la vida, su mirada a los sucesos que marcaron la sociedad argentina 20 años atrás.
Así, entre sus páginas, se provoca un diálogo entre materiales que incluyen ensayos, entrevistas, imágenes, y aquellas fotos de notas periodísticas sobre un hecho aparecidas, llamativamente, en la sección policiales de los medios gráficos.
La obra tiene los aportes necesarios del sociólogo Horacio González, y las reflexiones de Jesu Antuña, Shaday Larios, Rodrigo Parrini, Marcelo Percia, Victoria Pérez Royo y Graciela Speranza además de Álvarez y García Wehbi, autores de textos que en tanto conjunto encaran la problemática del fenómeno artístico social a partir desde sus particularidades.
Por otro lado, el libro es “una respuesta a la fugacidad de las artes vivas” aclaró Álvarez durante la presentación realizada en la sede de la Fundación Medifé, y que, en tanto archivo, nos recuerda los «modos posibles de tomar la calle, y la importancia de ocuparse de los testimonios de la producción artística en contextos de permanente borramiento».
Porque, «la potencia política del arte radica entonces, no en un mensaje, sino en reorganizar el campo de lo sensible, (en) modificar lo visible, las formas de percibirlo y expresarlo», según recordaron desde la editorial las palabras de Horacio González (1944-2021), testigo y observador de este particular ensayo social.
Pero también, «el propósito de este archivo es en verdad tener una conversación que nos haga a nosotros también pensar nuestra propia producción y a pensar cómo se preserva la memoria siendo actores de una práctica efímera», explicitaba Álvarez.
El proyecto
El Proyecto Filoctetes nació cuando García Wehbi ideó una intervención urbana sustituyendo personas por 25 cuerpos de muñecos antropomorfos distribuidos en otros tantos puntos estratégicos de la ciudad. Fue una acción “teatral” pensada para Buenos Aires, pero concretada primero, ante la necesidad de financiación -además de los correspondientes permisos- en Viena, Buenos Aires, Berlín y Cracovia entre 2002 y 2007.
Un Proyecto nacido como “respuesta estética al experimento neoliberal devastador” iniciado durante el menemismo de los años 1990 «que culminó con la gran crisis política, económica, social e institucional que dio lugar al estallido del 2001», según la editorial.
«Maricel Álvarez fue parte del proyecto y asumió la labor de recolectar, conservar, organizar y poner en valor las huellas, los registros y los documentos», resumió García Wehbi durante la presentación; y además, a esa idea primigenia de instalar muñecos que simulaban personas en «situaciones demasiado humanas», indigentes y en situación de calle que desde hace menos de un año de gobierno neoliberal vuelven a habitar asiduamente el paisaje urbano.
El proyecto tuvo como guía al ex director de la Biblioteca Nacional, al cual el proyecto «le debe mucho», y quien reflexionó desde la inmediatez del proceso en el breve ensayo «Arte moral» de 2002, incluido en el libro.
Una deuda «por su memoria» saldada por Álvarez y García Wehbi con la muestra sobre el Proyecto, dedicada a su figura, en el CCK.
Más allá de éstas referencias, existe una dimensión que desmarca este proyecto de la figura de artivismo o arte político al que García Webhi rechaza como tal. En cambio, las acciones basados en muñecos o «lo humano sustituído» -en el decir de González- desde su disposición en la vía pública como una instalación de sitio específico es entendido como puro acontecimiento y algo que «interpeló y conmocionó al tejido social desde una perspectiva artística», visibilizando esa naturalización que se hace con «los cuerpos de los caídos que el sistema había dejado esparcidos por el paisaje urbano».
«En este caso, la idea es que nunca se diluya la ficción porque defiendo el dispositivo, no del arte por el arte, pero sí, del arte como hecho artístico para producir una reflexión política pero sin salirse de la producción artística». Y agregaba el García Wehbi: «Lo mio no es el artivismo» sino que «defiendo el arte por el arte porque considero que el arte por el arte es político en sí mismo y tiene más potencia que la producción artística».
Metatestimonio
En una reunión de trabajo previa a la acción en Viena se contó una interacción producida en un subte de otra ciudad europea una señora mayor se puso a llorar al ver al muñeco «bambolearse». Al aclararle el artificio a modo de consuelo, sin embargo su respuesta fue: «sé que es un muñeco, pero mi hija el año pasado estuvo muerta en el subte yendo y viniendo durante horas y nadie hizo nada».
Más allá de esta anécdota, la experiencia de registro de las reacciones de los transeúntes fueron muy amplias: desde la violencia desplegada contra muñecos o las personas a cargo de la acción al descubrirse el «artificio» o no, así como la intervención policial, el arresto de algún muñeco, presencia de ambulancias, o bien el desinterés y en contraposición, la empatía por el caído. Todo esto dió cuenta del tejido social y la solidaridad definida en cada gesto y acción expresadas por organizadores o circunstancial público de una suerte de «teatro invisible» o disruptor social. Aunque también dió cuenta del «riesgo simbólico» que no se tiene en los teatros como espacio definido para estás prácticas, según dijo García Wehbi.
Entonces, el libro es un interesante ejercicio que abre sentidos sobre un proyecto de intervención urbana performática, ese que «tomó por asalto» el espacio público y funcionó como laboratorio social sobre «la pobreza y la exclusión social manifestada en los habitantes de calle». Un texto en donde se entrecruzan archivo, memoria, reeditando lo experiencial plasmado en papel hilvanando imágenes y palabras; y como contraparte, la realidad de la vida, en su revancha hacia el arte, volvió inertes otros y esos cuerpos descartados en las calles, este año.
“Archivo Filoctetes” fue presentado en abril en la sede porteña de la Fundación Medifé, en junio en la Feria del Libro de Madrid, España; y como antecedentes tiene la muestra “Archivo Filoctetes: documentos de una intervención” producida en el Centro Cultural Kirchner (2021-2022) con su correspondiente coloquio titulado “Practicar el desorden”, y en 2023 en el Museo Universitario del Chopo del DF de México.
Y si no bastara esto, otro espacio de intensidad es el sitio https://archivofiloctetes.com.