A 100 AÑOS DE LA SEMANA TRÁGICA

La República Aristócrata

A 100 AÑOS DE LA SEMANA TRÁGICA

Por Ana Belén Marello
Fotos: Junta de Estudios Históricos de San Cristóbal ‘Jorge Larroca’ (primeros planos) y Ana Belén Marrello.

La Comisión por el Centenario de la Semana Trágica realizó, la semana pasada, un homenaje en la plaza Martín Fierro a los obreros de los talleres metalúrgicos Vasena, reprimidos y asesinados por la Policía y el Ejército en lo que se conoció como ‘la Semana de Enero’ de 1919. La semana trágica tuvo lugar entre el 7 y 14 de enero.

El encuentro contó con la presencia de Eduardo Jozami, referente de Derechos Humanos, abogado, escritor y periodista; el presidente de la Junta de Estudios Históricos de San Cristóbal ‘Jorge Larroca’, Dr. Carlos Alberto Macagno, y Flora Wald, hija de Pinie Wald, víctima del primer pogrom (hostigamiento sistemático y matanza de judíos) por parte de la Liga Patriótica.

El Dr. Carlos Alberto Macagno hizo un racconto histórico de lo que significaron los sucesos de la Semana Trágica y, en diálogo con Revista PPV, opinó: «a 100 años de la masacre de los trabajadores, estamos en las mismas. Los canallas han vuelto, los esclavistas han vuelto y la gente se tiene que defender para no volver a esos tiempos”. Y agregó: “Va a ser difícil, porque quieren instalar una especie de esclavitud a través de modificar los reglamentos sobre el trabajo, las leyes obreras, exprimirlas al máximo y no van a tener ningún reparo en hacer cualquier cosa; entonces hay que defenderse”.

Mientras que, Flora Wald, con un cartel en sus manos donde se leía un fragmento del libro de su padre, expresó: “Me parece muy bien que hayan hecho este acto para recordar las muertes de los obreros tan injustas. Y no les digo la injusticia en el caso de mi padre, con un invento de que venía a instalar acá un soviet, donde él iba a ser el presidente”. A 100 años de la brutal represión a los obreros metalúrgicos, con una coyuntura donde las trabajadoras y los trabajadores vuelven a reclamar, entre otras cosas, por las condiciones de trabajo y por un incremento en los salarios, Flora manifestó: “Yo entiendo que los trabajadores tienen que luchar por sus derechos. Claro que sí”.

Pinie Wald fue un periodista nacido en Polonia y radicado en Argentina, miembro de la organización judía socialista ‘Avangar’, detenido por la policía y torturado, acusado de ser jefe de un soviet. Es además el autor del libro “Koshmar” (Pesadilla), que narra sobre los pogroms durante la Semana Trágica, y sobre su arbitraria detención. Fue escrito en idish en 1929 y traducido al castellano en 1987 por Simja Sneh. ‘Libros de Astier’, cuyo referente estuvo presente en el encuentro, reeditará en breve una versión crítica de la crónica novelada, con un estudio preliminar de Perla Sneh, la reproducción del artículo ‘El primer progrom’ de Herman Schiller y una introducción breve de Gabriel Lerman.

Los sucesos históricos

“La Semana Trágica, que se la ubica entre el 7 y el 14 de Enero de 1919 (primer gobierno de Hipólito Yrigoyen), fue un dramático proceso de rebeldía del mundo del trabajo, que se extendió a toda la Capital bajo la forma de una huelga general en protesta por la sanguinaria represión estatal. Había comenzado en San Cristóbal, con los primeros asesinados en Pepirí y Amancio Alcorta, cerca de donde Vasena tenía sus depósitos y donde concurrían las chatas para traer los materiales a los talleres, guiadas por los rompehuelgas armados y protegidos por las fuerzas armadas. Policías y bomberos, agazapados en las inmediaciones tirotearon sin piedad a obreros y vecinos”, describió Macagno, quien dio inicio al encuentro cerca de las 18:30, en una jornada de lunes calurosa.

Los Establecimientos Metalúrgicos de Pedro Vasena e hijos se encontraban precisamente donde en la actualidad está a la plaza Martín Fierro. En una pared antigua de ladrillos a la vista sobre el lado de la calle La Rioja, y a metros de la Autopista 25 de Mayo, se observa una placa que dice: “Estos muros pertenecen a la construcción original de los Talleres Vasena. Aquí se produjeron parte de los sucesos de la Semana Trágica”. En 1999, cuando Eduardo Jozami era Concejal de la Ciudad de Buenos Aires, las paredes excavadas por el arqueólogo Daniel Schávelzon fueron declaradas Patrimonio Histórico.

“Pedro Vasena fue un inmigrante que llegó a la Argentina en 1862, a sus 16 años, siendo un joven capaz, con iniciativa, trabajador y pobre. Debutó con un taller metalúrgico, en su domicilio de la calle Salta y Belgrano en 1870, con 10 operarios, donde estuvo hasta 1888, fecha en que se trasladó a la calle Rioja 1281/1299. Entre 1902 y 1907 se construyó el nuevo establecimiento, que llegó a ser el más importante de Sudamérica. En 1911 se retira de la empresa que queda a cargo de sus hijos”, relató el presidente de la Junta de Estudios Históricos y agregó: “En 1912 se asocian con capitales Ingleses de la Firma bancaria PFEFFEL, que aporta 1.350.000 libras esterlinas. Y la familia Vasena aporta 2.500.000 pesos oro, en instalaciones. Trabajaban aquí casi 2500 obreros, mayormente hombres, y también algunas mujeres y niños”.

“El régimen laboral era propio de esclavos. Las condiciones de trabajo severísimas, con disciplina carcelaria, como surge de la lectura del reglamento interno. Los obreros tenían solamente 3 francos al año. No había sábados ni domingos. Las jornadas eran de alrededor de 11 horas y a veces más. Las horas extras no eran recompensadas con ningún salario extra. No se toleraba la actividad de representantes de los obreros. El salario, mísero salario, apenas alcanzaba para pagar la pieza del conventillo y llevar algo de comida a la mesa familiar. No obstante, la Metalúrgica prosperaba económicamente, y su desarrollo tecnológico era fenomenal para la época. Sus productos iban desde alambres, clavos y tornillos, hasta enormes vigas de acero que se emplearon en la mayoría de las grandes edificaciones de la época. Maquinarias de todo tipo: Puentes, piezas para locomotora, etc. En la desesperación de la miseria sin perspectivas, delegados obreros presentaron petitorios pidiendo muy pocas reivindicaciones”.

Lo que pedían los obreros que fueron masacrados era: “Descansar el fin de semana; un incremento humilde de los jornales; la reincorporación de los compañeros que por atreverse a asumir una representación sindical habían sido dejado cesantes; que les pagaran las horas extras; no trabajar a destajo”, detalló Macagno.

Sin embargo, “no fueron contestados, y la clase dirigente, en lugar de responder a esas necesidades de sus obreros, armó una Sociedad llamada Asociación Nacional del Trabajo para contrarrestar la acción de las dos centrales obreras de aquella época que eran La Fora del V Congreso, anarquista, más combativa, y la Fora del IX Congreso, de sindicalistas y socialistas, más dialoguista. Pero no había diálogo. Cuando las organizaciones obreras, ante la falta de respuesta a sus pedidos, decidieron hacer paros, la Asociación Nacional del Trabajo contrató rompehuelgas, los llamados ‘crumiros’, y matones armados para reprimir en el momento indicado. La Asociación Nacional del Trabajo, estuvo organizada y compuesta por los explotadores de siempre: La Sociedad Rural, La Unión Industrial, los grandes Bancos, la Bolsa de Comercio, los exportadores de cereales, las compañías navieras de cabotaje, los representantes de todas las compañías ferroviarias y tranviarias, por esa época todas en manos extranjeras”.

“Los sucesos más sangrientos y con mayor cantidad de víctimas ocurrieron principalmente alrededor de la fábrica, es decir alrededor de esta plaza donde hoy nos reunimos a recordar. Sucedieron precisamente el 9 de enero, en momentos en que un impresionante cortejo fúnebre llevaba a pulso los ataúdes de las víctimas del día 7 al cementerio de la Chacarita. A lo largo de ese extenso recorrido popular hubo actos de enfrentamiento, represión y muerte especialmente dentro del cementerio, lugar donde se emboscaron los represores”, continuó.

Se estima que 700 personas murieron por la represión. Sin embargo, según consignó Macagno, la embajada de Estados Unidos informó que hubo 1356 víctimas mortales, a los que se suman 5000 heridos y 55000 detenidos y prontuariados en todo el país. También hubo desaparecidos, la mayoría de ellos extranjeros, incluso niñes.

Toda esa lucha era nuestra lucha”

El docente universitario Eduardo Jozami describió las distintas tendencias políticas que coexistían en ese momento en el movimiento sindical argentino, como el anarquismo revolucionario, el socialismo, y subrayó que aunque las diferencias eran importantes, la lucha en unidad posibilitaría “seguramente una mayor eficacia en la obtención de los objetivos de la lucha sindical, una mayor capacidad de respuesta frente a la brutal agresión de la fuerza de la represión”.

“Este acto tiene que ser, más allá de nuestra simpatía, de la lectura que hagamos de las diferentes políticas que se jugaban en ese momento, una evocación de todas las víctimas de la represión de la Semana Trágica y de todos los luchadores del movimiento obrero argentino. Porque más allá de las diferencias, quienes queremos tener derecho a decir que expresamos un proyecto político popular en la actualidad tenemos la obligación de sentirnos herederos de todos los que en este país lucharon por una sociedad más justa y un mundo mejor”, expresó Jozami.

También se refirió al primer pogrom (persecución de judíos) que encabezaron las Guardias Blancas, luego devenidos en la Liga Patriótica. “La oligarquía argentina lo único que ha hecho es cambiar el destinatario de sus odios y de su represión. En principio fueron los gauchos”. Entonces, contó la anécdota de que cuando comenzaron a llegar los primeros inmigrantes, los funcionarios advertían que había que tener cuidado de que no se juntaran en las pulperías con los gauchos para que no absorbieran sus vicios. “Pero venían de la Comuna de París, otros habían adquirido en el sufrimiento europeo, en la miseria, también una tradición de lucha y entonces el enemigo pasó a ser el extranjero. Y dentro del extranjero, el enemigo más claro era el judío. Pero antes habían sido los pueblos originarios y tuvimos el genocidio expresado en la ‘Campaña del Desierto’. Hoy no tenemos inmigrantes italianos, franceses de la Comuna de París, no tenemos tantos alemanes como en esos años pero tenemos paraguayos, bolivianos que sufren exactamente la misma discriminación, y llegado el caso la misma represión que sufrieron sus antecesores de otras procedencias a principios de siglo”.

Además, Jozami comentó que la Semana Trágica mostró dos o tres datos que se fueron repitiendo a lo largo de la historia. El primero fue la utilización del Ejército para reprimir los conflictos sociales. Por otro lado, aparecieron las Guardias Blancas, “los nenes de papá de la oligarquía que se creyeron con derecho a sustituir a las fuerzas de represión, a colaborar y en algunos casos ser más protagonistas. Y eso también se repitió a lo largo de la historia argentina, aunque el sector al que se enfrentara fuera otro. Porque en 1955, es imposible pensar en el derrocamiento de Perón solamente por las FF.AA. Hubo sectores civiles que fueron fundamentales para volcar la escisión de las FF.AA. y tuvieron gran protagonismo también en el alzamiento”, detalló el escritor.

En otro tramo, agregó: “La oligarquía argentina, lo que podríamos llamar la cultura de la oligarquía, no ha cambiado. Algunos personajes siguen siendo los mismos. Otros, ha habido también advenedizos, algunos que ya tienen cierta tradición a esta altura. La idea racista, discriminatoria, el afán de negar los derechos de los trabajadores, la idea de que la palabra igualdad es algo que debe ser rechazado porque no tiene nada que ver con la democracia que ellos entienden, con una república aristocrática, para las minorías, eso sigue vigente, desde los tiempos del general Roca hasta hoy”.

Por último, subrayó: “Tenemos la obligación y la responsabilidad de que esto no pueda continuar porque si tenemos que soportar en la Argentina cuatro años más de este gobierno; no le pedimos a nadie que deje de lado lo que piensa, no le pedimos a nadie que ceda las posiciones que naturalmente se defienden en todo el proceso de acuerdos del frente político, pero sí les pedimos que nos hagamos cargo de la responsabilidad que tenemos todos para terminar con este régimen de oprobio y para volver a darle a la Argentina el gobierno que se merece. Y para seguir discutiendo nuestras diferencias después de habernos ganado el respeto de todo el pueblo argentino y de haber terminado con esta pesadilla”.

La Rebelión de las Escobas

Las actividades en torno al centenario de la Semana Trágica continuaron en la plaza Martín Fierro. Un grupo de vecinxs de San Cristóbal realizó una obra de teatro donde representaron lo que se conoció como ‘la Rebelión de las Escobas’. A fines de 1907, lxs inquilinxs declararon una huelga. Exigían una rebaja en los costos de los alquileres porque resultaba imposible sobrellevar los aumentos que mes a mes imponían los dueños. Entonces, las mujeres de los inquilinatos comenzaron a sacar a escobazo limpio a los cobradores. La resistencia a los desalojos funcionó, con bloqueo de las puertas y la presencia solidaria de habitantes de otros conventillos. Según cuenta el sitio digital ‘nos-comunicamos.com.ar’, “no faltó oficial de justicia que recibiera algún baldazo de agua con jabón o con creolina, que resbalara al pisar un pan de jabón amarillo, que se diera un golpe en la testa al pisar un escobillón”.

El triunfo de los obreros

Finalmente, el presidente Hipólito Yrigoyen llamó a los dueños de la empresa y les ordenó negociar.  “Se otorgó la jornada de 8 horas, en lugar de las 11 horas de trabajo diario; un aumento escalonado de los jornales; la reincorporación de los dirigentes despedidos; un incremento del 50% en la remuneración de las horas extras. Pero la empresa ya no pertenecía a los Vasena. El 51% del paquete accionario lo habían comprado dos empresas británicas”, narró Macagno y añadió: “En la integración de capitales, la familia que le había negado a los obreros un mísero aumento para comprar un poco más de pan capitalizó 2.200.000 pesos oro, acumulados a costa del sudor y la sangre de los obreros y las lágrimas de sus viudas y huérfanos”.

En el encuentro estuvieron presentes la Madre de Plaza de Mayo ‘Línea Fundadora’ Nora Cortiñas, lxs Metrodelegadxs Beto Pianelli, Miguel ‘Pipi’ González, Karina Nicoletta y Quique Rositto; los referentes de la CTA de los Trabajadores Ariel Basteiro y Lito González; Matías Cerezo, coordinador de Proyectos Culturales en el Centro Cultural de la Memoria ‘Haroldo Conti’, entre otrxs compañeros y compañeras.