

ALICIA EN EL PAÍS DE LAS CÁRCELES MARAVILLOSAS
El negocio de las cárceles privadas
Por Mariano QuirogaEl viernes 9 de septiembre se llevó a cabo una gran huelga de presos en cárceles de, al menos, 24 estados de los Estados Unidos. Se eligió este día en conmemoración del 45 aniversario del levantamiento de la prisión de Attica. De 1971 a este nuevo levantamiento, los reclamos son los mismos: protesta contra los aislamientos prolongados, asistencia médica inadecuada, ataques violentos, superpoblación y el trabajo forzado.
El periodista Juan González explicaba lo siguiente en el programa del viernes pasado en Democracy Now!: “Las acciones de hoy evocan protestas similares sucedidas a principios de este año. En marzo, miles de personas en las cárceles de Michigan iniciaron una huelga de hambre después de que el proveedor de comidas, Aramark Correctional Services, les sirviera carne sin refrigerar, y luego de que Trinity, el proveedor contratado para reemplazarlos, les sirviera diminutas porciones de comida liquida. La misma empresa provocó protestas en Georgia cuando la falta de alimentos llevó a los prisioneros a comer pasta de dientes”.
En el mismo programa – uno de los pocos canales de expresión que encuentran los reclusos en los Estados Unidos- , en mayo pasado, se comunicaron con Kinetik Justice, cofundador del Movimiento de Liberación de Alabama, quien había organizado una huelga en 2014 reclamando por las condiciones de trabajo infrahumanas: “Estas huelgas son nuestros métodos para cuestionar los encarcelamientos masivos, en tanto entendemos que el sistema penitenciario es una continuación del sistema esclavista, y que es, en esencia, un sistema económico. Por lo tanto, hemos estado luchando en Alabama para lograr cambios y reformas. Tratamos de presentar nuestros pedidos ante los tribunales. Tratamos de ponernos en contacto con nuestros legisladores. Y no obtuvimos ningún resultado. Por lo tanto, entendimos que nuestro encierro estaba relacionado con el trabajo y el dinero que generábamos desde el sistema penitenciario; y empezamos a organizarnos en torno a nuestro trabajo y lo usamos como medio y método de producir una reforma en el sistema penitenciario de Alabama”.
Kinetik explicaba en ese momento la situación de los miles de presos de Michigan que estaban en huelga de hambre o de los trabajadores reclusos que llevaban 10 días de huelga en Alabama y que recibían como castigo lo que los privados de libertad llaman “alimentos para pajaritos” por lo frugal de las comidas. Si bien Kinetik pudo comunicarse con la radio, en tanto representante de los presos, su situación era grave. Desde 2014 llevaba recluido en solitario y cumpliendo un castigo de 28 meses de aislamiento, por haber sido organizador de revueltas anteriores.
Algunos datos
Aunque el número de cárceles privadas es minoritario (alrededor del 10%), es el sector donde se han disparado los niveles de crecimiento de reclusos. Los encarcelados son obligados a trabajar, ya sea para su propia manutención y funcionamiento de las cárceles o para los estados municipales y provinciales. Pero también para empresas privadas, en ninguno de los casos se respetan los derechos laborales, ni se paga sueldos acordes al trabajo realizado, llegando incluso a pagarse 12 centavos de dólar la hora, extremadamente lejos del salario mínimo que está estipulado en 7,25 dólares la hora.
Se calcula que son obligados a trabajar 900 mil reclusos, que son poco menos de la mitad de la población carcelaria de todo el país (en 2013 superaba los 2 millones de personas). En el 70% de los casos se trata de gente de raza negra o de hispanos, su mayoría ligados a delitos de inmigración ilegal.
Otro dato escalofriante del sistema judicial estadounidense tiene que ver con los menores condenados. En 2015 eran 3000 los niños que habían sido condenados a prisión perpetua y, además, habían otros 2500 prisioneros que habían sido condenados de por vida, mientras eran menores. Un informe de Equal Justice Initiative demuestra que a estos, se deben sumar otros 10 mil menores que cumplen condena en cárceles para adultos.
En este sentido, la Corte Suprema ha intentado instalar la idea de que los menores de 14 años no podían ser condenados, ni enjuiciados como adultos. Lo que pone en revisión cientos de casos de crímenes de sangre por los cuales fueron condenados niños y niñas que tenían entre 10 y 13 años cuando cometieron los delitos.
La semana pasada se dio a conocer otro informe, en este caso elaborado por el Centro de Derechos de Menores que denuncia que en las cárceles de Estados Unidos de Norteamérica hay menores de edad retenidos porque sus familias no pueden pagar la multa o las cuotas del tribunal.
“¿Prisión para niños morosos? El alto coste de las multas y cargos en el sistema de justicia juvenil” está basado en una encuesta a 183 personas integradas en el sistema de justicia juvenil, incluyendo abogados, familiares y adultos, en 41 Estados. Se trata del primer examen en profundidad de esta práctica dentro del sistema de justicia juvenil estadounidense. El Centro de Derecho de Menores denuncia que esta práctica equivale a castigar a los niños por la pobreza de sus familias, algo que podría ser inconstitucional.
Ser pobre es suficiente mérito para estar detenido en Estados Unidos y estar en prisión no es suficiente castigo, sino que además debes trabajar como esclavo y ser obediente y aplicado. Ningún modelo carcelario funciona, ni hace mejores a las personas, pero el 25% de los presos del planeta, lo son en los Estados Unidos. Quizás no sea el modelo a copiar.
Las series y las películas intentan vendernos una situación irreal y casi paradisíaca de las cárceles norteamericanas. La Embajada en los países de la región hace lobby para que desembarquen las grandes empresas que lucran con el negocio de las cárceles privadas. Desde 1998 hasta el 2010, la cantidad de reclusos aumentó un 18% en los Estados Unidos, pero esa cifra llegó al 80% cuando hablamos de las prisiones privadas. ¿Un negocio? Evidentemente. Y del que se benefician grandes conglomerados comerciales como Wallmart o Victoria’s Secret.